Dijo Marbelle que si Petro ganaba la presidencia se iba del país y se le fueron encima, principalmente porque qué importa si Marbelle está aquí o allá. El principal propósito de una amenaza es que cause miedo, pero la de Marbelle, a lo sumo, produce gracia. Creo que el punto de todo esto es que, gane el que gane, son muchos los que se quieren ir de acá.
Puede leer: Amore infinito: un año más de Giro para vestirnos de rosa
Cada cuatro años es lo mismo: hacemos borrón y cuenta nueva, renacen las esperanzas y nos olvidamos de que, elección tras elección, aquellos que elegimos nos suelen dejar metidos. Pero esta vez hay algo diferente y es que se nota el cansancio del electorado. Votaremos porque por alguien hay que hacerlo, pero la desilusión de los colombianos es cada vez notoria. Hace poco hablé con un amigo que se va del país, y cuando le pregunté las razones para hacerlo me respondió que Colombia se sentía atrasada, estancada, que además estaba insegura y cara, y que, encima, te querían pagar tres pesos por tu trabajo. No solo no pude refutarle un solo argumento, sino que me dieron ganas de irme con él.
Pero como no todos podemos cumplir ese sueño, nos toca aguantar acá, sobrevivir más que vivir, apelar al amor de patria y a la tan famosa verraquera porque no hay más. Pero la desmotivación es mucha, tanta, que vi mucha gente decepcionada cuando un meteorito no golpeó la tierra el pasado seis de mayo, según había anunciado un medio de comunicación. La gente vive diciendo que se quiere morir y uno cree que es chiste hasta que pasa una cosa de estas y descubre que, en efecto, se quiere morir. Había que ver la desilusión colectiva del pasado viernes porque el asteroide no nos había impactado. Estaban inconsolables.
Ya sea porque no nos hallamos, porque odiamos nuestro trabajo y nuestra vida, porque la plata no nos alcanza o porque estamos rotos, cada vez cuesta encontrar más excusas para seguir por acá. Yo no me he ido porque soy un cobarde y he descubierto que matarse es mucho más difícil de lo que se cree, tanto operativa como emocionalmente. Yo me aferro a la escritura, a diario me autoengaño diciéndome de que escribir le da sentido a mi existencia, pero es un sentido triste porque sirve más para pagar la cuentas que para desahogarme.
La verdad, lo único que evita que me mate es FIFA, el videojuego de fútbol. En serio, nada me causa más placer que jugarlo. Y eso que las últimas versiones han sido malas. Es raro que, siendo un juego de fútbol, FIFA esté hecho para gente que no le gusta el fútbol, con jugadas irreales y arqueros que no agarran una pelota de playa. Yo calculo que, de seguir así de malo, en tres temporadas más ya me habré matado. Es raro el poder que tiene el juego sobre mí: es lo que me mantiene vivo, pero al mismo tiempo hace que cada vez le coja pereza a la vida.
Lea también: Dos goles, dos historias curiosas
Entonces podrá ser chistoso lo de Marbelle, pero tiene más sentido que lo mío. La cantante hubiera podido decir que se mataba si Petro ganaba, pero demostró un inmenso amor hacia la vida, al menos hacia la suya propia, cuando se dejó de radicalismos y anunció que abandonaba el país. Se ve que nunca ha jugado FIFA.