Gourmetro

¿Dónde comer para enamorarse en Bogotá?

GastroPop resuelve una de las preguntas recurrentes de quienes quieren comer rico y tener un ambiente para algo más en Bogotá.

En los grupos de mujeres en Facebook cada cierto tiempo alguna pregunta algo así: “¿Chicas, ustedes que todo lo saben, a dónde irían en plan primera cita para comer delicioso con un tipo que les encanta?”

Casi nunca contesto a esas preguntas, tampoco cuando la ocasión es el Día de la Madre, una primera comunión o un reservado para hacer negocios. Sin embargo, me di a la tarea de pensar en los sitios seguros, ricos pero no sorprendentes, nada exóticos, no tan caros, que creo que funcionarían para la ocasión. Una suerte de servicio social.

Como he aprendido en una próspera carrera de marketing, ayuda mucho empezar por responder a dónde no ir.

Como dijo en alguna columna el periodista español Ignacio Peyró, habría que evitar a toda costa los lugares de elfos y velas, a lo que sumaré los restaurantes especializados o temáticos, por cursis, que el amor para prosperar no necesita felpa rosada ni vajillas de flores color pastel, ni salseritas inglesas, ni cocteles con cereza. Todo eso es tremendamente redundante.

Quedan entonces descartados varios restaurantes y cafés de Villa de Leyva, de Usaquén, de la Macarena y de Teusaquillo, dado el primer criterio, y Marie Antoinette, Kathmandú, Circo Colombia, La Juguetería, el Café Rose, dado el segundo. Nadie con dignidad te osaría llevar a The Bukatarie, un lugar al que no he ido y no vuelvo, que se presenta como “Restaurante temático del terror único en Colombia”.

Tampoco convienen los que ofrecen comida muy pesada, descartados los mexicanos, ya sabes que ver chorrearse salsas cafés y hacer cara de acidez estomacal a medida que avanza la noche no es sexy. Ahí se reduce enormemente la oferta bogotana para la ocasión.

Sacar de la lista los que puedan resultar muy exóticos, los de platos amazónicos, no importa que estén de moda, los que ofrecen ingredientes locales con técnicas extranjeras, cartas de temporada, o cocteles con aguardiente y viche. Descartadas las cenas clandestinas.

Tampoco convienen los muy caros, los protocolarios, los tiesos, los pretenciosos, los de efectos especiales, nada de Calle Dragones, Serrata, los de menú degustación, Galenos, Pajares Salinas. Después, si el amor prospera, deben estar los dos a la altura de ese ticket promedio, decir siempre sí al maridaje con cocteles y las entradas para compartir, meterle hielo seco y polvo dorado a las citas.

Importante eliminar de la lista también los restaurantes de toda la vida a los que fuimos por años con la pareja anterior, y como dice Margarita Bernal, cuidado con los bares o barras de los restaurantes donde el bartender nos conoce bien. Sabe demasiado.

Descartados estos, y la comida rápida, no sea que nos veamos muy tacaños, aburridos o vulgares, nos quedan los restaurantes seguros, los que no pasan de moda porque, aunque tengan exceso de aceite de trufa en la carta, postres de otros tiempos, Tiramisús hechos con queso crema en vez de mascarpone y ensaladas César, en ellos ya sabemos cuánto vamos a gastarnos; hay vino de la casa, aunque a veces esté agriado, te traen otra canasta de pan si la pides y la rotación de meseros no es tan alta. Conoces bien dos o tres platos que no tienen pierde, hay poca ocasión de polemizar con versiones de autor y generalmente te atienden bien desde la elección de la mesa hasta la menta con la cuenta.

De estos, que siempre tienen pastas, pizzas, alguna carne noventera con champiñones, pollo a la cazadora, no hay que hablar demasiado, no necesitan mucho PR, todos los recordamos y generalmente no hace falta reservar.  Ve ahí, no pidas pasta larga.

@juliademiamor

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