Directamente desde Kindicocha, en el valle del Sibundoy (alto Putumayo); el Tejido Musical JASHNAN -una agrupación conformada por cinco mujeres indígenas- protagonizó el concierto denominado ‘Canto al vientre de la tierra’, el sexto de la tercera temporada de la gira Colombia es Música Sacra con el que el Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, de la mano del Ministerio de Comercio Industria y Turismo y FONTUR, les da el privilegio a los territorios de paz de deleitarse con sonidos espirituales.
El departamento de Putumayo, uno de los más afectados durante décadas por la violencia, pero que hoy respira aires reconciliación, fue el epicentro de esta parada, luego de las presentaciones previas en San Andrés, Playa de Belén (Norte de Santander), Belalcazar (Caldas), Guapi (Cauca) y Buenaventura (Valle del Cauca).
Esta región del país goza de una gran pluriculturalidad al ser cuna y habitad de múltiples comunidades indígenas, disímiles entre ellas con sus diversas costumbres, creencias y conocimientos. Precisamente, desde la tierra de los Kamëntsá, el Tejido Musical Jashnan brindó su ofrenda a la Madre Tierra (Tsbatsana Bebmá) que conectó de manera mágica a todos los presentes en la parroquia San Francisco de Asís.
Allí, la guitarra de Tania Jinyan Juagibioy, el charango de Ángela Jhoana Jacanamejoy, el violín de Dayana Yazmín Jamioy Mavisoy, la percusión de Natalia Jacanamejoy, además de sus melodiosas voces, junto a los vientos (zampoñas, quenas y rondador) a cargo de Doris del Carmen Juajibioy, vincularon a los asistentes con su música con la que resaltan la esencia de la mujer indígena Kamëntsá y con la que buscan transmitir el legado de sus abuelas.
Lo de ellas, más que un concierto, es una ofrenda a la Pachamama en la que fusionan de manera maravillosa su lenguaje con el español para, entre poemas y cantos a la tierra, armonizar la conexión entre el ser humano y la naturaleza.
La música como punto de comunión
Armonía en medio de la diversidad de creencias y culturas, ese es uno de los grandes legados de este encuentro en el que el festival logró conjugar la presentación de una agrupación indígena en una iglesia católica, demostrando que en medio de la gran pluralidad que hay entre partes -como pasa en tantas comunidades de nuestro país- siempre hay puntos en común y en medio del respeto, el entendimiento y el dialogo, todo puede concurrir de gran manera.
Acerca de esto, Ángela Jhoana Jacanamejoy, directora de la agrupación, destacó que se trata de “armonizar para sanar. En un acto de reconciliación y de diálogo decidimos participar en este espacio con todo el amor y respeto. Independiente de las diferentes creencias o credos, lo importante es alimentar esa espiritualidad que nos une, nos conecta con nosotros mismos y con la tierra, porque hay una sola creación”.
Esto también lo resaltó Mariana Piotrowska, directora del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, que dejó en claro que “el festival siempre ha tenido la característica de entablar un diálogo, un espacio de unión y de respeto a la diversidad de creencias a través de la música. Esta ocasión fue una nueva demostración de ello”.
Jashnan, una ofrenda de sanación y armonía
Dicha reconciliación va implícita en el propio nombre de la agrupación porque Jashnan significa precisamente eso, “sanar y armonizar”, que, como lo describe Ángela Jhoana, “es una palabra que decidimos ofrendar a nuestro corazón, a la tierra y a la vida. Es un canto de ofrenda para armonizar nuestros corazones, a nosotras mismas, a través de eso que nos gusta hacer: el canto y la interpretación de instrumentos. La música tiene un lenguaje sensible que se transmite, se siente y se siembra. Nosotros vamos aprendiendo en el camino a través de la música para sanar, para armonizarnos a nosotros mismos, a nuestras familias y también a nuestro territorio para llevar el mensaje hacia otros lugares”.
Por eso, lo más importante para este tejido musical siempre es “ofrendar el canto a nuestros corazones y a todos los que nos escuchan”.
Dicho sentido de armonía fue transmitido a la perfección durante su concierto en donde el público gozó con sus melodías que fueron aplaudidas de gran manera e incluso su presentación se extendió a pedido de los presentes que, al unísono, pidieron “otra, otra”, cuando ellas anunciaron el cierre de su espectáculo.
“Compartir con Jashnan -mujeres indígenas que han decidido dedicarse a la música para transmitir su ancestralidad y compartirlo con nosotros- ha sido una ofrenda, un momento sagrado único que nos renueva los corazones”, concluyó, visiblemente emocionada, Mariana Piotrowska sobre la renovadora presentación del quinteto.
Además, desde la agrupación resaltaron que “esta gira es una oportunidad que nos permite compartir la música y, a través de ella, las voces y la historia de las mujeres de nuestro pueblo y de otros territorios, así como nuestras tradiciones y nuestra conexión con Bëngbe Tsbatsana Bebmá (la Madre Tierra). Nos brinda la oportunidad de visibilizar no solo la riqueza cultural y espiritual, sino también de hacer un llamado urgente a la conservación y el respeto por los territorios sagrados”.
El sentir de las mujeres indígenas del alto Putumayo, su legado ancestral y espiritual; la armonía, la sanación, la reconciliación, pero, sobre todo, la conexión con la Madre Tierra, brillaron en el sexto concierto de la gira Colombia es Música Sacra que ahora se traslada a San José del Guaviare en donde este sábado 18 de enero tendrán su séptima puesta en escena, nada menos que en el imponente Cerro Azul en donde los instrumentos prehispánicos serán los grandes protagonistas.
Próximas fechas de la Gira Colombia es Música Sacra:
San José Del Guaviare (Guaviare): sábado 18 de enero
Tumaco (Nariño): sábado 23 de enero
Aracataca (Magdalena): sábado 1 de febrero
