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Shakira: el ecléctico camino con el que se convirtió en una diosa del pop

Reinvención y una multiculturalidad camaleónica adozada de himnos universales.

Ver a un ídolo contemporáneo como Taylor Swift ser como una fan cualquiera ante la presentación de Shakira en los VMA’S no se la imaginó Gabo ni en sus delirios tropicales más surreales. Porque era el símbolo de un poderoso regreso que se ha dado a través de himnos a veces viscerales, otra veces ingeniosos, siempre universales.

Y sobre todo, el dejar atrás la subalternidad, de una vez y para siempre, que en la industria musical siempre han tenido las estrellas latinas: Shakira se ganaba con derecho propio, con sus canciones, y con sus bailes, únicos, así como con la conformación de su show y su cuerpo vestido, un lugar de igualdad y prominencia en el ‘santoral’ de la cultura pop.

No fue fácil. No ha sido fácil en una carrera donde no solo la distancia geográfica y cultural dejan a muchos talentos relegados a solamente un mercado y a ser reverenciados como un referente local. De hecho, luego de - como dice la leyenda urbana- ruegos por parte de su padre para que incluso la pusieran en la radio, de una novela de la que ella no quiere acordarse y un premio que la haría sonrojarse, solo hasta 1997, con su álbum ‘Pies descalzos’, se catalogó como una de las estrellas más importantes del país, siguiendo la estela de Alanis Morisette.

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Porque no todo fue gloria en sus inicios desde cualquier ángulo que se mire.Inicialmente, siendo Barranquilla una de las ciudades pioneras en la llegada de las big band’s en la década de los 20′s y 30′s quien de la mano de Lucho Bermúdez se creó esa fusión de las típicas bandas norteamericanas fusionados con los sonidos tradicionales de la región, como lo eran artistas como Jose Barros, Alejo Durán, Rafael Escalona, Edmundo Arias, entre otros, con el paso de tiempo dichos géneros dominados por hombres se llegaron a tomar no solo los eventos culturales populares sino en la radio donde el Vallenato y la música tropical y tradicional, y por supuesto machista, tomaron la delantera hasta hoy en día.

Así, se entiende que aparte de luchar en una tierra donde el arraigo musical tradicional era tan fuerte, que era casi impensable que una mujer que cante pop llegase a progresar tan solo unas semanas a algunas estaciones de la capital, Medellín o la misma Barranquilla.

Hasta que precisamente eso, fue lo que la catapultó a ser tan distinta, ya cuando comenzó en un mercado lleno de Britneys, Christinas y sus clones menores.

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Popularizando las raíces y cambiando para siempre la cultura en el siglo XXI

Su tono de voz particular, su melena rizada sin planchar, personalidad, los sonidos y movimientos árabes de sus coreografías popularizaron para la cultura Occidental lo que ya había logrado el Orientalismo en el siglo XIX con los pintores europeos que retrataban idílicas postales de países colonizados y con lo que los egipcios mismos hicieron con su propia cultura en los años 40, al instaurar el Raqs Sharqi con los cánones hollywoodenses: el pantalón harén (ese que popularizó tan bien Paul Poiret a comienzos de siglo), y los trajes de dos piezas, así como el cinturón de monedas comenzaron a ser parte del atuendo clásico de las bailarinas, desde Samia Gamal en adelante.

Pero desde ‘Mi bella genio’ no se tenía un referente de Oriente tan popular: aludiendo a sus raíces libanesas, con ‘Ojos Así’,tanto en el single como en su Unplugged, se sumó a un renacer de la música de medio oriente que invadió los charts a finales del siglo pasado y de paso, se coronó reina del fenómeno, tanto así, que en una de las versiones del himno nacional aparecían niñas bailando con su golpe de cadera y por el que tantísimas mujeres jóvenes comenzaron a aprender la danza.

En Colombia, de mano de maestras como Antonina Canal, María Isabel Ángel y Johanna ElixirDanza, entre otras. Y también con los DVDS de las populares Bellydance Superstars, que gracias a ella tenían más adeptas. Un grupo de las más talentosas bailarinas del mundo entre las que estaba Bozenka, que perfeccionó la técnica de la misma Shakira y que fue campeona del mundo en 2006 en Egipto, país que vio despuntar sus cursos, festivales y campeonatos justo en esa época pos ‘Ojos Así’.

Esto, gracias a las adeptas que se sumaban y comenzaban, desde la barranquillera, a buscar otros puntos de partida y maestras que les enseñaran sus estilos favoritos. Y aún cuando la Danza Oriental actual tiene otros referentes más “acrobáticos” y efectistas en las bailarinas argentinas y ucranianas, Shakira, aún cuando baila, sea en los VMA’s o en el Superbowl, sigue siendo la principal referencia.

Claro, es una cultura que en las lógicas actuales de la globalización solo llega a ser mainstream a través de una figura adaptada al canon “blanco” como Shakira. Esta fue la queja que se oyó también cuando bailó champeta en el Superbowl. Una expresión de los barrios populares de toda la Costa, pero una herencia del souk africano, ese que incorporó en aquel show legendario. Pero Shakira, en una larga carrera de reinvenciones, ha sido de todo, menos apropiadora: con una maestra salida de este contexto pudo popularizar los famosos ‘piques’ de una danza inmensamente más compleja que el reguetón.

Pero para ser justos, Shakira ha bailado de todo. Desde Bollywood, hasta cumbia. Y en eso radica la clave de su poder, sobrevivencia y sello, el que solo tienen sus iguales: la reinvención.

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Más de treinta looks y contando

Shakira surgió en la época en la que solo una mujer era el contrapunto de la diva estática de voz maravillosa, encarnada en figuras como Mariah Carey, Celine Dion o Whitney Houston. Una época en la que solo Madonna mostraba su sexualidad más aguerrida, sus raíces orientales, su cercanía a la espiritualidad, su look de vaquera, etc. Shakira entendió eso. Que en eso radicaba su sobrevivencia, pero más que todo, que su genio podía con cualquier género, así como la reina del pop. Lo aplicó pronto.

Muchos se acuerdan de ella en ‘Loba’ o de su cuerpo embarrado al lado de Alejandro Sanz. O como torera. O skater. O una rockera empedernida, esa que le presentó al norte global a glorias como Gustavo Cerati.

Incluso ella misma en un tuit se sorprendía de todos sus cambios de look. Y si bien no ha sido un ícono de moda por sí mismo (como se vio con los mordaces memes que comparaban su atuendo de anuncio de su show en el SuperBowl vs. el de Jeniffer López), en sus videos está presta a las exploraciones editoriales, tal y como se ha visto en varias de sus colaboraciones con Rihanna, Manuel Turizo, o Karol G, entre otros artistas.

Y por supuesto, ahora que se libró de su prisión europea, las revistas la consienten con propuestas exquisitas: ya antes estuvo en la portada de Vogue, siendo ella misma. Ahora está en People siendo fotografiada por el retratista de moda Ruvén Afanador y yendo más allá de la moda, porque a pesar de que sea un lienzo es ella misma, la de los rizos salvajes, la skater, la surfer, la estudiante de filosofía, la jovencita en el fondo, rockera, que impactaba en los 90. Y que se arma y desarma y se vuelve a armar según la narrativa que esté en consonancia con los tiempos.

¿Los últimos? La música regional y el reguetón que son la pulsión pos pandemia y que muestran belleza, aspiracionalidad, y sobre todo poder a través de una esencia única e infinita.

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