Columnas

Una imagen frecuente

Esta columna ya la he escrito, creo que más de una vez, y trata sobre los carros que se parquean donde se les da la gana. Mentira, sobre las Toyota. Repito columna porque es también una escena repetida ver una camioneta de estas dejada ahí, tirada por el dueño y cuidada por uno de sus empleados. La imagen es muy fácil de hallar, no solo en Bogotá. Con esta di un día cualquiera y la tomé sobre la marcha sin reparar mucho sobre el encuadre o la luz, en parte por el miedo de que me fueran a reclamar. Si no le gusta y es más valiente que yo, salga a la calle y haga la suya, oportunidades no le van a faltar.

Es tan recurrente esta imagen que en el escudo de Colombia debería salir una Toyota al lado de un “Prohibido parquear”, y se me ocurre que podría reemplazar a los buques con velas que aparecen en la parte inferior, rodeando a Panamá. Esas embarcaciones ya no se usan y Panamá dejó de ser nuestra hace rato. En cambio, las Toyota y las señales de tránsito que irrespetamos todos los días es lo que está pegando.

Y no solo es injusto con los ciudadanos, que sufrimos por las imprudencias de los demás, sino con la marca japonesa, de reconocida calidad y trayectoria. Son tan buenos los carros que hace que son de los pocos que pueden transitar sin problema los difíciles caminos del país. El lío es que muchos los relacionamos con narcos y políticos y por eso preferimos alejarnos de ellos. Porque esa es la otra, en Colombia la delincuencia y la dirigencia han sido tan cercanas que no solo comparten maneras y crímenes, sino vehículos.

Y a eso hay que sumarle el resentimiento social, siempre presente. En un lugar donde la mayoría tiene que administrar muy bien las monedas para pagar el bus, indigna que alguien que tiene más de cien millones de pesos para comprar un carro de estos quiera ahorrarse lo del parqueadero, o que lo deje en la calle por mera flojera, o sencillamente porque le importan un rábano las leyes, como si cada Toyota viniera con salvoconducto para acomodarla donde se prefiera.

Si yo fuera el dueño de la agencia que maneja la imagen de la marca, le propondría una gran campaña publicitaria para culturizar a sus conductores, la sacaríamos del estadio. Como eso no va a pasar, por lo pronto cabe decir para el cierre que en Colombia hemos avanzado en eso de ganarle la guerra a la violencia armada, pero la estamos perdiendo por goleada contra los dueños de las Toyota. Nuevamente, disculpas a la marca japonesa, que lo único que hace es fabricar vehículos, pero a ver si hace un examen de conciencia y mira a quién es que se los está vendiendo.  

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