El senador de Cambio Radical habló sobre el proyecto de ley con el que busca sacar a los consumidores de droga de los parques, colegios y escenarios deportivos, un problema atractivo para candidatos a las alcaldías y gobernaciones, que bajo esta bandera buscan capturar votos. El congresista cuenta qué pasó con Álvaro Uribe Vélez y por qué un sector del Centro Democrático se opuso en un comienzo a la iniciativa legislativa.
¿Cómo nació el proyecto de ley que prohíbe el porte y uso de drogas en ciertos espacios públicos?
Este proyecto de ley ya se está discutiendo en último debate en el Congreso. Yo lo presenté a principios de agosto de 2018 y el Gobierno presentó su decreto en octubre del mismo año. Dos meses más tarde. Este proyecto busca establecer una prohibición rotunda y tajante al porte y consumo de droga, incluso de dosis mínima, en zonas críticas como parques, polideportivos, estadios, colegios y otras áreas o espacios que consideren los alcaldes.
¿Qué le falta al proyecto para convertirse en ley?
Hay una fórmula que estamos debatiendo, que es el último artículo que está en boga. Esta no es una medida improvisada. Lo que pasa es que la presentamos bien, porque es consecuente con los grandes principios constitucionales, es consecuente con las grandes libertades individuales y al mismo tiempo protege espacios sensibles, a la infancia y a la familia. Entonces, logramos un sano equilibrio para este proyecto.
¿No se quedaría el proyecto como letra muerta?, ¿cómo van a garantizar que realmente se cumpla la prohibición?
De ninguna manera. Este es un proyecto muy eficaz que no criminaliza. Yo no me estoy inventando delitos. Al consumidor no lo vamos a meter preso, porque es una medida ineficaz e incluso injusta, pues no podemos internar en una cárcel a una persona que tiene un padecimiento. Lo que hacemos es darle herramientas a la Policía para que pueda sustraer la droga de los parques. ¿Cómo? Amonestando a los menores de edad que se drogan y destruir la dosis. Si es un mayor de edad, pues hay multa y se lleva a esa persona a un programa pedagógico, como pasa con quien comete una infracción de tránsito.
Si no es un delito, ¿por qué hay un castigo como multa y amonestación?
Es una sanción administrativa que no juzga que esté consumiendo estupefacientes, sino que lo haga en los lugares en los que recae una prohibición. La sanción o multa es porque está portando y consumiendo en esos espacios. ¿Qué es lo que pasa? Que el jíbaro se ampara en la dosis mínima y termina vendiendo y comercializando droga en los colegios.
María del Rosario Guerra decía que prohibir el consumo en algunos espacios daba paso al libre consumo en otros lugares… ¿qué arreglaron con respecto a esto?
Ellos ya entendieron que eso no es así. Tanto, que ya están acompañando al proyecto. Ellos ya votaron los principales artículos. Hemos logrado unos consensos interesantes desde la derecha hasta la izquierda. Mi posición es liberal, socialdemócrata y hemos logrado desde esta posición liderar un consenso. Logramos incluir un artículo para que quede claro que estas prohibiciones no se pueden entender como excesos en los espacios públicos, con eso logramos unas fórmulas conciliadoras.
¿Por qué Álvaro Uribe no estaba contento con el proyecto?
Pues ya logramos un acuerdo con el doctor Uribe. Ya también logramos acuerdo con Petro, con el Partido Verde, pero se da un fenómeno interesante con este proyecto y es que brotan las diferencias ideológicas, pero todos están de acuerdo en que hay que alejar la droga y acabar la inducción. A veces lo que cambia es el cómo y este proyecto ha logrado unificar ese cómo. Ya estamos ‘de un cacho’. Ya estamos de acuerdo con el expresidente.
¿Y qué le han dicho desde el Gobierno?
El Gobierno secundó la posición de Uribe al principio, pero logré directamente una posición de entendimiento con Uribe, y de esa forma, el Gobierno se sumó al proyecto. Ahora, debo decir que el Gobierno apoyó desde el inicio el proyecto, en los debates anteriores, porque es una herramienta muy importante para este. Durante la efímera existencia del decreto se incautaron 12.009 dosis y ahora, tras la decisión de la Corte, la incautación se redujo en 350%, lo que hace a esta ley completamente necesaria. El Gobierno la necesita y la Policía la necesita.
¿El proyecto no termina yendo en contra del libre desarrollo de la personalidad?
De ninguna manera. Yo no estoy afectado el núcleo de estas libertades. Yo no me meto con la dosis mínima. Este proyecto es muy pragmático… Solo hago lo que puede hacer un legislador: establecer zonas que deben ser proporcionadas y racionales. No faltará el alcalde que haga una ‘alcaldada’. El proyecto de ley logra equilibrar la Constitución.
¿No hay peligro de que la Corte lo tumbe?
No. Sería totalmente arbitrario. La idea es delimitar zonas. Usted no puede fumar en un avión o restaurante. Así lo quieren los colombianos y es que no se porte o consuma droga en los parques y colegios. No es más que una decisión del legislador y la Corte la debe respetar.
¿Siente que se acabó la bandera de muchos políticos?
¡Claro! Se les acabó la bandera política a muchos. Este es un tema muy rentable porque la gente lo está pidiendo a gritos. Gran parte del problema se resuelve. La gente lo que no quiere es vendedores cerca de sus hijos. ¡Claro!, (risas) son centenares o miles los candidatos que dicen que cuando sean alcaldes van a prohibirlo y pues esto ya va a ser una realidad la otra semana, así que ya le vamos a poner orden a la situación. Mientras el problema no se resuelva, habrá muchos políticos felices de poder explotar la indignación y la necesidad de la gente para votar.
En otros temas, ¿cómo va su pelea con Enrique Peñalosa por el TransMilenio por la Séptima?
La verdad es que en un acto de expiación y buscando la redención por haber apoyado a ese señor Peñalosa, he resaltado mucho sus errores. Sobre todo la insensibilidad social de un alcalde que gobierna para un pequeño número de privilegiados. Tengo un pulso muy grande con lo de TransMilenio porque es una obra faraónica e innecesaria. Yo prefiero un metro subterráneo. Creo que lo que quiere hacer con TransMilenio es lo mismo que se puede hacer de otra manera. Yo estoy en modo crítico porque me pareció un acto criminal lo que hizo de comprar buses viejos y hacerlos pasar por nuevos y que además sean Euro V, ni siquiera Euro VI, y además mandarlos al sur de Bogotá.
¿Ya no está al tanto de las decisiones de Cambio Radical?
Estoy más tranquilo y feliz, ¿no me ve? (risas) Estoy dedicado a mi agenda legislativa y a detener el TransMilenio por la Séptima (risas), a denunciar los excesos de Peñalosa, porque se presenta como el gran gerente y nos engañó porque pensamos que iba a resolver los problemas de movilidad. Peñalosa quiere volver a Bogotá una vitrina para exhibir los buses que quiere vender en todo el mundo. Toca expiar las culpas por apoyar a ese señor.
¿Qué alcalde necesita Bogotá?
Bogotá necesita un alcalde capaz, formado, pero sobre todo sensible. Necesita un alcalde que entienda lo que vive la gente en TransMilenio, en las calles todos los días. Me parece lamentable que candidatos como Miguel Uribe y Carlos Fernando Galán pretendan seguir con el modelo de Peñalosa, con la construcción del TransMilenio por la Séptima. Eso me impide votar por ellos.