El jurado del juicio contra Joaquín «el Chapo» Guzmán Loera, escuchó este jueves espeluznantes recuentos de torturas y asesinatos cometidos presuntamente por el acusado cuando Isaías Valdez Ríos, último testigo cooperante del Gobierno de EE.UU., trabajó como parte del equipo de seguridad del capo.
Valdez Ríos, extraditado a EE.UU. en 2014 y que desde entonces aguarda por su condena en una cárcel federal, explicó con detalles cómo Guzmán Loera, su exjefe y al que aún se refiere como «el señor» torturó y asesinó a un miembro del cartel de los Arellano Félix y a dos más del grupo rival de los Zetas.
Aseguró haber presenciado cuando, alrededor del 2006 o el 2007, estando en el pueblo de Bastantita, en el estado mexicano de Durango, el acusado ordenó a uno de sus secretarios que recogieran a un miembro de los Arellano Félix que les enviaba en un avión Ismael «el Mayo» Zambada, otro líder del cartel de Sinaloa.
«Venía bastante torturado», dijo el testigo, para recordar además que informaron a Guzmán Loera que el sujeto estaba «quemado con plancha de ropa y con marcas de encendedor de coche», y que tenía la camisa pegada a la piel y sus pies estaban quemados.
De acuerdo con Valdez Ríos, conocido como «Memín» y que comenzó a trabajar en la seguridad del acusado en el 2004 tras haber sido miembro de las fuerzas especiales del ejército mexicano, su jefe se molestó por las condiciones en que le habían enviado al sujeto.
«¿Por qué nos han enviado a un cabrón así. Lo hubieran matado», habría dicho Guzmán Loera, acusado de narcotráfico, y que enfrenta cadena perpetua.
El testigo, que trabajó diez años para el acusado y fue arrestado en marzo del 2014 en el aeropuerto de Bogotá, en Colombia, aseguró que pasaron tres días hasta que su jefe decidió interrogar al sujeto sobre otros miembros del cartel de los Arellano Félix que se encontrarían en la zona.
Ese día cambiaron de campamento llevando consigo al sujeto que colocaron en un gallinero.
«Ahí duró varios días y le informamos (a Guzmán Loera) que apestaba, que estaba podrido», dijo. Ordenó entonces que lo llevaran a un área elevada y que cavaran un hoyo, tras lo cual acudió al lugar portando un arma de fuego.
Al sujeto, amarrado de pies y manos, lo habían colocado cerca del hoyo y aunque no hacía frío, temblaba. El Chapo presuntamente le colocó el arma en la cabeza, comenzó a interrogarlo y, mientras le contestaba, le pegó un tiro y dijo que lo enterraran.
De acuerdo con «Memin», el hombre no murió, «aún trataba de respirar, pero así, lo echamos al hoyo».
«Memín», que busca una reducción de la sentencia que enfrenta de entre diez años a cadena perpetua, también declaró que estando en Durango, también entre 2006 y 2007, el Chapo les dijo que Dámaso López «el licenciado» -uno de sus principales lugartenientes- les enviaba «un regalo»: dos miembros del cartel enemigo de los Zeta.
«Ordenó que los pusiéramos en una cabaña» y que fueran «calentándolos» al referirse a que «los empezáramos a golpear para que soltaran información».
Una vez que llegó el Chapo, pidió un tronco grueso y empezó a torturarlos.
«Memín», de 39 años, se alejó del lugar y al regresar observó que «estaban con huesos quebrados, no tenían movimiento pero les seguía golpeando con el tronco y el rifle».
Recordó además que el acusado ordenó que se cavara un hoyo, hicieran una hoguera y en la noche llevaron a los dos hombres a ese lugar, donde el Chapo les disparó en la cabeza y ordenó que se quemaran los cuerpos para que no quedaran «ni los huesos».
El juez Brian Cogan que preside este caso informó hoy al jurado que la próxima semana podría culminar la presentación de evidencia de la Fiscalía, tras lo que subirían al estrado los testigos de la defensa.
EFE