De Simón Bolívar hay retratos grandilocuentes, pero también hay miniaturas, retratos cotidianos y hasta descripciones de quienes se convirtieron en sus enemigos. Y en paralelo, hay una época y un contexto que se pueden apreciar en pocos- pero muy valiosos- registros. Las descripciones de paisajes y costumbres del naturalista alemán Alexander Von Humboldt, por ejemplo. Los registros de la Expedición Botánica de Mutis.
Los aún coloniales, solemnes y sombríos cuadros de los próceres y sus familias, que contrastaban con esos nada favorecedores retratos que Goya hizo a la familia real española, al débil Carlos IV y a la nada “real” y muy odiada María Luisa de Parma, junto con el pusilánime Fernando VIII, quienes sucumbirían ante Napoleón años después.
A todo eso- y a todos ellos- tuvo que caracterizar quien es el mejor director de arte de Colombia y su mejor diseñador de vestuario para la televisión, Diego Guarnizo, en “Bolívar, la serie”. Guarnizo tuvo que recrear dos siglos y una época convulsa, pero a su vez humanizar a los personajes que marcaron nuestra historia para las nuevas generaciones. Y en un proceso de preproducción que le tomó seis meses, así pudo caracterizar cómo éramos los colombianos hace dos siglos.
Vistiendo a un héroe, vistiendo a una época
La época del auge de Bolívar como revolucionario coincide con cambios culturales, sociales y vestimentarios importantes. Se pasa del rococó y la estética versallesca y afrancesada predominante, personificada por los Luises y María Antonieta, para pasar a la Revolución Francesa y a la Gran Renuncia Masculina en hombres (que se quitan el adorno y lo consideran como algo propio de la aristocracia decadente), que se pondrán levitas más prácticas y colores más sobrios, y los vestidos corte Imperio (por la emperatriz Josefina) en las mujeres, con siluetas más libres y más ligeras. Se cambian los valores y de esta manera, el vestido.
Todo esto, claro, también tendrá su toque de influencia inglesa como potencia dominante en el siglo XIX, sobre todo en el Virreinato de la Nueva Granada y su élite.
Con este contexto, Diego Guarnizo tuvo la inmensa tarea de recrear este cambio de estilos, en una época en transición, vestir y caracterizar a los personajes históricos tal cual como fueron retratados, con ciertas licencias y de paso, recrear todas estas prendas propias de la nación emergente que convivían paralelamente con el estilo europeo y que se aprecian en los retratos de Humboldt y otros paisajistas de la época.
6 meses tomó la preproducción de “Bolívar, la serie”
Así se pueden ver, con estos fastuosos vestidos, sombreros de paja, ruanas y alpargatas que marcan las distancias sociales de esta sociedad colonial y que paradójicamente, aunque repudiadas por las élites criollas, serán adoptadas por Bolívar y sus partidarios, en algún momento, como símbolo de su nación. De esta manera, para recrear ese contexto de vestuario, hubo un minucioso proceso de investigación y de recreación de detalles que se ven en las texturas que usa para los trajes de Bolívar mismo, la reina María Luisa de Parma, por ejemplo, o el de las parejas del protagonista.
Esto también se ve en las levitas, sombreros de copa y texturas usadas para cada personaje según su rango y condición, desde el imponente uniforme de Bolívar y sus generales, pasando por los brocados de los aristócratas, ricos en colores y texturas, hasta los vestidos más sencillos de los trabajadores y esclavos.
«No me interesaban las batallas, sino caracterizar a ese Bolívar humano, ese que ríe, llora, siente»
“Mostramos a un Bolívar humano, a alguien que vive y vibra y recreamos su universo. No me importó recrear las grandes batallas, porque me gusta mostrar más al Simón Bolívar que siente, llora, que se desvanece. Con sus mujeres y sus historias particulares, Manuelita, que lucha por la igualdad. Mostrar cómo éramos de 1800 a 1830. Pensé que ‘La esclava blanca’ había sido mi tope. Por eso pensé en todos los detalles e hice un trabajo meticuloso y la producción me dio esa oportunidad. Hicimos muchas cosas a mano, con bordados, con detalles, como se ve, por ejemplo, con el vestuario de la reina, con flores troqueladas, con los bordados. Ahora bien, grabar en diferentes locaciones nos ayudó mucho y el libreto escrito por Juana Uribe siempre ha sido nuestro parámetro a seguir”, explica a PUBLIMETRO Diego Guarnizo. “Los uniformes, los vestidos de la realeza. Cada vestuario tiene sus cosas y lo que hago es pegarme de los detalles”, añade.
Y se le nota: los bombines, tricornios, las mangas, las capas, todo está recreado para transportar al espectador a un mundo increíblemente agreste como el que Bolívar vivió en esos años.
“En aquella época reinaba un hedor apenas concebible para el hombre moderno”
Así comienza Patrick Süskind a describir la apestosa París de 1738 en su famoso libro “El perfume”. Y si bien del siglo XVIII muchos recuerdan el fasto de María Antonieta y Madame Pompadour, íconos de moda que existieron en el mismo siglo que Bolívar y otros próceres latinoamericanos, muchos no saben que, bajo esos miriñaques y pelucas, la gente solo se bañaba – y con suerte- una vez a la semana y la higiene era precaria hasta el extremo.
Y que todo, claro, se veía más corroído y dañado por la inevitable acción de la naturaleza: “Hago una apuesta muy grande en hacer sucio lo limpio y limpio lo sucio. En hacerles patinas al vestuario, arte, a la misma comida.En ensuciarlo todo. Por ejemplo, en el maquillaje sabíamos que no se cuidaban los dientes, que olían a feo. Que las uñas son largas. En la parte de Bolívar en España, quisimos hacer todo un poco más pulcro, para seguir propagando ese mito urbano de que en Europa todo era ‘más lindo’. Y queríamos dar la impresión de que era más pulcro ya que Bolívar se codeaba con gente importante, como la misma reina María Luisa. Pero ya en Colombia teníamos que hacer ver que nada había pasado por la cara de muchas personas”, explica Diego.
“Ahora bien, acá compruebo que el talento colombiano es extraordinario. Que hay muchos jóvenes inquietos por las artes plásticas. Les entregamos vestidos y mobiliarios para patinarlos, ensuciarlos o llenarlos de humedad. Y así hemos cumplido el reto de hacer algo sucio, pero limpio, porque hay que mostrar su belleza”, añade.
DATOS
-Diego Guarnizo y su equipo de posproducción tuvieron que sumergirse en libros y documentos históricos para recrear los siglos XVIII y XIX. Guarnizo ya había hecho lo propio en el último siglo con ‘La esclava blanca’.
-Para las escenas de batallas se confeccionaron al menos 300 uniformes de la época, que incluyen casacas, botas y cascos.