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Volvió a llover sangre: Slayer en Colombia

El clima bogotano no fue impedimento para que miles de fanáticos esperaran con devoción a Slayer, al ‘asesino’, que durante más de tres décadas ha destrozado tímpanos y hecho agitar cabezas en todo el mundo. La banda californiana regresó a Colombia a refrendar, una vez más, por qué continúa reinando en el metal.

Después del ingreso organizado, rápido y puntual al recinto, a las 7:30 de la noche la banda Perpetual Warfare apareció en el escenario para calentar el ambiente de los cerca de 6000 asistentes que estaban sedientos de thrash metal. Los bogotanos no decepcionaron y demostraron por qué fueron escogidos para ser teloneros de Slayer y por qué hacen parte de las bandas que están poniendo su sello en la escena nacional.

Las puertas del infierno se abrieron a las 9:00 de la noche, Tom Araya, Kerry King, Gary Holt y Paul Bostaph surgieron de entre el humo mientras sonaba de fondo Delusions of Saviour, el preludio de Repentless, canción homónima de su último álbum, que desató la euforia del frenético público, que se movía como un fuerte oleaje contra las bardas que separaban la tarima.

El humo, las luces y el fondo de la portada de Repentless fueron el ensamblaje perfecto para entregarse a los poderosos riffs de King y Holt (quien ha ocupado dignamente un lugar en la banda sin opacar ni ser opacado por la eterna figura del desaparecido Jeff Hanneman), quienes continuaron con The Antichrist, un viaje en el tiempo para los más fieles seguidores de Slayer, que esperaban oír sus canciones clásicas. En el recorrido musical surgieron Disciple, Postmortem, Hate Worldwide, War Ensemble, Fight Till Death y por supuesto temas de su más reciente producción como When The Stilness Comes, You Against You, Pride in Prejudice y Vices.

Sin embargo, en el ápice de la presentación, cayó el telón de fondo y el logo clásico de Slayer apareció para dar la señal de que lo mejor continuaba… Season in The Abyss, Hell Awaits, South of Heaven comenzaron a ‘rebobinar los casetes’ con los que muchos crecieron y forjaron su pasión por esta banda. Después “el cielo se tiñó de rojo”, los tambores y la distorsión de las guitarras anunciaban algo; los asistentes, posesos pero inmóviles, sabían lo que venía, la B. C. Rich de Kerry King sonó y Raining Blood estremeció todo el auditorio, cuatro minutos y 16 segundos de poder casi echan abajo la carpa, tal vez el momento de mayor éxtasis del concierto, que emocionó a un público que no dejaba de cantar, poguear y saltar, como si fuera la primera canción. Black Magic continuó sin dar espera a un descanso, ‘el oleaje’ de gente no se detenía mientras los punteos de las guitarras, el furioso doble bombo y el dominante bajo atacaban sin piedad. Luego de una breve pausa los riffs volvieron a sonar y el desgarrador grito de Araya anunció el inicio de Angel of Death, otro clásico cargado de fuerza que rememoró la época de aquella agrupación que surgió de Estados Unidos para tomarse el mundo. Sin embargo, y para pesar de muchos, esta fue la última canción de la memorable presentación.

A pesar de ser la tercera presentación de Slayer en el país, con una alineación modificada, ya no están Jeff Hanneman ni Dave Lombardo, miembros originales, pero los veteranos Gary Holt y Paul Bostaph (quien también ha entrado y salido de la banda en varias ocasiones), respectivamente, han suplido con talento y carácter la fuerza de esta banda estadounidense, que después de más de 30 años continúa siendo una de las más sólidas e influyentes del metal en el mundo. Colombia estará esperando la cuarta visita como si fuera la primera.

Fotos: Juan Pablo Pino

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