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¿Cuál es tu mensaje?

Según un estudio de junio de 2018, realizado por la compañía estadounidense Cumulus Media y liderado por los expertos Lori Lewis y Chadd Callahan, durante un minuto se envían cerca de 38 millones de mensajes a través de WhatsApp, 187 millones a través de correo electrónico, 18 millones de mensajes de texto (sms) y 481.000 tuits. Estamos hablando de que entre todos enviamos más de 240 millones de mensajes… ¡por minuto!

Hace tan solo unos años, comunicarte con alguien que estuviese lejos implicaba un costo alto si era por teléfono o tenías que comprar estampillas y saber cuál era la frecuencia de la compañía de correos (y ojo, no fue hace tantos años porque yo alcancé a comprar estampillas). Hoy por hoy está a un clic de distancia casi cualquier persona en prácticamente cualquier lugar. Sin embargo, aun cuando resulta más fácil, parecería que los mensajes pierden sustancia, calidad y profundidad.

Y es un claro ejemplo de lo que sucede actualmente con la vida de muchas personas, quienes inmersas en la cotidianidad e influenciadas por su entorno viven una vida cargada de cosas que no suman realmente calidad a sus días, por el contrario, les restan paz, impidiendo disfrutar y enviando el mensaje equivocado a la vida.

Sin importar el tiempo que viva una persona, su condición social, su nivel educativo, su profesión, lo que tenga, aparente o crea que le falta, la manera en la que vive su vida y lo que hace con ella es su legado, y ese es el mensaje que realmente importa, aquel que perdurará aun cuando te hayas ido. Cuando te cambias de ciudad, de empleo, de escuela, de la zona en donde vives, ¿cómo te recuerdan aquellos con los que compartías y conviviste?

Son nuestras reacciones ante lo que vivimos y no las circunstancias en sí mismas lo que nos define. Es la manera en la que hacemos sentir valiosos a quienes nos rodean lo que nos da verdadero valor, no lo que aparentamos. Es la manera en la que agradecemos lo que nos hace dignos de recibir… Es (SIEMPRE) lo que damos desde adentro y no lo que tenemos hacia afuera.

Si vives una vida donde te quejas constantemente, nada te gusta, todo te molesta, estorba y solo logras ver un problema ante cada solución, el mensaje que estás mandando es que quieres seguir recibiendo eso, que eso es lo tuyo,  que esa mala vibra es para ti. Si vives una vida desinteresado por ti, sin valorarte, respetarte o amarte, el mensaje que le mandas a la vida es que precisamente eso debe continuar así y que no eres digno de nada diferente a ello.

Pero si vives en un estado de gratitud, valorando cada detalle; de aprendizaje, aceptando cada maestro que la vida te envía –ya sea una persona con la sabiduría para orientarte o una situación amarga para retarte, probarte y fortalecerte–; con amor, dando lo mejor de ti y amándote cada día más… bueno, ya sabes qué vas a recibir. La decisión y las consecuencias son tuyas.

Entre esos cientos de millones de mensajes que se envían cada minuto, tu vida es tu mensaje al mundo, así que… ¿cuál es tu mensaje?

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