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Muchas son las dudas que rodean el proceso de paz que se llevó a cabo desde hace varios años entre el Gobierno y las Farc, hay posiciones encontradas en las altas esferas de la política nacional, pero finalmente serán los ciudadanos quienes den la última palabra sobre si están de acuerdo o no con lo que se proponga en las negociaciones por medio del ‘plebiscito para la paz’. Aunque parezca difícil de creer, siendo algo tan importante, no todos los colombianos entienden en qué consiste este método de participación ciudadana y no tienen claras las ‘reglas del juego’ sobre el mismo, por eso PUBLIMETRO se encargó de hablar con Juan Carlos Galindo, registrador nacional del Estado Civil, y con Ariel Ávila, experto en asuntos de paz, para que expliquen de manera clara y directa lo que sucederá en el plebiscito.
¿Qué es el plebiscito, cómo funciona y cuáles son los escenarios?
Juan Carlos Galindo explica que el plebiscito es un mecanismo de participación ciudadana en el cual el pueblo “se va a pronunciar sobre una pregunta que hará el presidente de la nación”, refiriéndose a los acuerdos que acaban de cerrarse.
Aunque el mismo registrador aclara que: “El legislador decidió darle el nombre de ‘plebiscito para la paz’, sin embargo desde el punto de vista académico es una consulta popular, porque no se está sometiendo al pueblo una decisión jurídica para aprobar, sino una circunstancia fáctica sobre si está de acuerdo o no con la firma del tratado de paz”.
El ‘plebiscito para la paz’ es el mecanismo para consultarle al pueblo su opinión sobre este importante tema, el presidente Juan Manuel Santos pondrá los puntos a los cuales se llegó a un acuerdo con la guerrilla de las Farc y se les dará a los ciudadanos dos opciones: ‘sí’ o ‘no’. Y aunque la ley de participación ciudadana número 134 de 1994, con la reforma de 2015, habla de un umbral de participación del 50% para que esta consulta sea válida y viable, para este caso puntual del ‘plebiscito para la paz’ se cambió el umbral de participación a uno de aprobación, así lo explica el registrador: “Se habla de que para que gane el ‘sí’ debe estar apoyado por el 13% (aproximadamente 4.500.000 votos) del censo electoral, si hay menos de ese porcentaje no se aprueba el plebiscito, no es válido ni viable”.
Aunque para Ariel Ávila llevarlo a cabo es algo ilógico ya que “preguntarle a la gente si quiere la paz o no la quiere no debería existir. El mejor respaldo al proceso de paz fue la victoria de Juan Manuel Santos en las elecciones de 2014, por eso me parece una aberración hacer un plebiscito para la paz”, sin embargo tanto para el Gobierno Nacional como para las Farc es importante que el pueblo dé su punto de vista y valide el acuerdo final con un método de participación.
El plebiscito da tres opciones de resultados:
1. Si hay menos del 13% por el ‘sí’ o por el ‘no’, no hay plebiscito y no hay ganador de la consulta, no sería viable.
2. Si hay 13% o más de votos por el ‘sí’ y menos de esa cantidad por el ‘no’, es viable y ganaría la aprobación.
3. Si hay 13% o más por el ‘sí’, pero mayor cantidad de porcentaje por el ‘no’, el plebiscito no es viable y el ganador sería el ‘no’.
Como se puede identificar, independiente de los votos por el ‘sí’ o por el ‘no’, la abstención es otro riesgo para el plebiscito y así lo reafirma Ávila: “En Colombia hay una abstención histórica de cerca del 50%, entonces lograr umbrales altos es limitar la participación política. Pero el umbral se bajó, así que llegar a esos cuatro millones y medio de votos (el 13% del umbral necesario) se va a lograr. Lo que pasa es que ganar con el ‘sí’ por dos o tres millones de diferencia va a ser muy complicado. Si fuera un umbral más alto sería muy complicado, ahí estaríamos ‘ladrándole a la luna’”.
Cómo citar el plebiscito
Como en todo proceso electoral, la Registraduría Nacional es la encargada de citar a las urnas y organizar los comicios, pero al no ser un año electoral y estar fuera del presupuesto de 2016, Juan Carlos Galindo explica el proceso a seguir de la entidad que dirige: “La Registraduría debe acudir al Ministerio de Hacienda y Crédito Público para solicitar los recursos necesarios para citar al proceso (entre 360.000 y 380.000 millones de pesos)” y solo hasta que se entregue la totalidad de los recursos necesarios se empezaría la operación de un proceso electoral en el ámbito nacional, con la misma cantidad de puntos, mesas y jurados de votación que una elección presidencial.
Parece algo extremo, sobre todo por la crisis económica, pero para Ariel Ávila no tiene problema ni inconveniente: “El Ministerio tendrá que sacar los recursos, debe ser de los proyectos que recorte, de algunos reajustes, de algún lado saldrá, el Gobierno no va a poner en juego el futuro del proceso de paz por dinero”.
La Registraduría tendrá entre 65 y 75 días para citar a las urnas; mientras esto sucede existe la posibilidad de que se presenten campañas para que la gente vote ‘sí’ o ‘no’. Respecto a las campañas, Ávila dice que «van a hacerse, eso está reglamentado y van a tener las condiciones de dinero, espacio en los medios, todo con las garantías normales de un proceso de participación ciudadana”.
Juan Carlos Galindo explica que “será igual al de las elecciones de presidente; primero se hará un preconteo que reflejará los datos preliminares, no oficiales. Luego entrarán en actividad las comisiones escrutadoras, que tendrán la responsabilidad de constatar los resultados y dar los números exactos”.
¿Hay limitaciones para llegar al plebiscito para la paz?
Como fue la premisa de este artículo y como lo ratifica el experto Ariel Ávila, el desconocimiento, la confusión y la falta de pedagogía son los grandes enemigos de esto: “Pedagogía no ha habido hasta ahora, no se ha dado la información necesaria del Gobierno, no hay una estrategia clara de cara a los ciudadanos y por eso la gente no sabe qué se está negociando, se piensa que en la mesa de La Habana se hablan cosas que realmente no están en la agenda”.