El CAI móvil que maneja el subintendente Andrés Felipe Córdoba le sirve para detener y capturar personas. Sin embargo, no se trata de un castigo: las detiene atraídas por las estanterías con libros que ubica a su alrededor y las captura con la magia de la literatura y, sobre todo, de su propuesta.
El proyecto se llama PoliLee, es único en Cali e inició hace menos de un año cuando el subintendente Córdoba, que trabaja en la unidad de Turismo, empezó a ubicar mostradores con libros en las calles en las que debía prestar servicio como policía para que los transeúntes leyeran.
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Al poco tiempo supo que su idea lograba seducir a más personas de las que imaginó. Le pidió entonces a su superior que le asignara un vehículo en donde pudiera transportar los libros y recibió uno de esos CAI móviles con piso gris y sillas negras.
“A principios de este año empezamos a hacerle arreglos al carro. Una empresa donó el vinilo con el que lo decoramos por fuera y el diseño lo hicieron unos amigos de Bellas Artes. Cambiamos el piso, las mesas y las sillas… eran para recluir, no para leer”, cuenta el subintendente.
Hoy, el piso del PoliLee es azul como el cielo, al igual que una mesa que antes era blanca y que ya estaba descascarada en las esquinas. Las sillas tienen cojines de color verde limón, y el calabozo se convirtió en una biblioteca con estanterías en las que caben 700 libros.
Este vehículo que transporta miles de historias ha estado en lugares como la Plaza de Cayzedo, San Antonio y el Bulevar del Río. En este último sitio se quedará hasta el próximo domingo 28 de octubre en la Feria Internacional del Libro de Cali, pues fue uno de los invitados especiales.
Además de ofrecer un espacio de lectura con los libros de la biblioteca, el proyecto brinda la posibilidad de intercambiar ejemplares: si alguien lleva un libro puede dejarlo en la estantería y llevarse otro de los que hay allí.
Por esta dinámica ha sido uno de los grandes atractivos en la Feria. En un ambiente de lectura son muchos los transeúntes que se acercan al CAI, quizá con curiosidad luego de ver esa extraña escena de patrulleros de pie junto a estanterías llenas de libros.
Una vez entienden de qué se trata, varios suben hasta la biblioteca que antes era calabozo. Otros compran libros en las carpas para hacer el canje, con la felicidad de niños que intercambian caramelos de un álbum, y unos más repiten la visita para llevar ejemplares de sus casas.
Andrés el escritor
Antes de integrarse a la Policía Nacional, Andrés Córdoba ya se perfilaba como escritor. Nació en Cartago 32 años atrás, pero se crio en el Chocó y su acento da fe de ello. A sus 13 años escribió un libro de poemas que pronto va a publicar, y desde entonces la poesía ha sido parte de su vida.
“Estando en PoliLee he aprendido mucho. Sin ser bibliotecario sé cómo organizar los libros para que se les vea el título y llamen la atención, cómo ordenarlos por temáticas, muchas cosas así”, confiesa el poeta.
Su anhelo más nítido es crecer el proyecto: sueña con que PoliLee, además del CAI y los libros, puedan tener un parasol que proteja a los lectores del calor, sillas en la parte de afuera y un calabozo con decoración temática.
“Esto era lo que yo quería, una iniciativa de promoción de lectura que fuera liderada por la Policía. Hace un año apenas sacábamos un exhibidor y hoy ya tenemos todo esto”, puntualiza.
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