Para un país que pronto tendrá la mayor audiencia de cine del mundo, China tiene un sorprendente número de películas de gran presupuesto y dudosa calidad que han fracasado en taquilla.
Algunos le echan la culpa a la censura, otros a la falta de creatividad. Pero muchos creen que hay otro factor en juego: una siniestra fuerza que no tiene nada que ver con la producción de películas.
Tampoco tiene nada que ver con vender entradas: al menos, no entradas reales.
Algunos inversores aparentemente están apoyando financieramente a determinadas películas con el único objetivo de impulsar su cotización bursátil, que puede variar según la percepción de cómo le esté yendo en taquilla al filme en cuestión (sin necesariamente tener nada que ver con lo popular que está siendo realmente).