Nequela Whittaker fue la temida líder de una pandilla en las calles del sur de Londres. Ahora trabaja con jóvenes en esas mismas calles para tratar de evitar que sigan ese mismo camino, especialmente las niñas. Esta es su historia.
"Me llamaban Mouthy (Bocona)", dice Nequela describiendo su nombre callejero.
Se ganó el apodo siendo adolescente por su arrogancia y su costumbre de involucrarse en peleas.
"Realmente sabía cómo humillar o ‘darle cuerda’ a la gente", dice. "Mi reputación por pelear era bien conocida. Durante mucho tiempo me encantaron los conflictos".
Para cuando cumplió 14 años, Whittaker ya había sido arrestada por delito de lesiones corporales y lesiones corporales graves.
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"Salvaje"
"Era una salvaje", cuenta. "Vi a amigos asesinados, gente herida. Peleas masivas. Apuñalamientos. Tiroteos que ocurrían frente a mi".
"Tienes a gente que te sigue, tu pandilla. Y haces cualquier cosa, robar, patear las puertas de la gente".
A medida que pasaban los años la joven se involucraba en cada vez más problemas. Pero dice que era muy difícil escaparse de ese mundo.
"Una vez que entras allí, no puedes salir. Tienes que pensar en lo que pensarán tus pares cuando les digas: ‘estoy arrepentida. Esta no soy yo’".