"Esto no es más que el reconocimiento de la realidad". Con esas palabras, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, justificó este miércoles su decisión de considerar oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel y de poner en marcha el traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv hasta la llamada Ciudad Santa.
El mandatario estadounidense justificó la medida con el argumento de que Jerusalén es la sede actual de los poderes públicos de Israel y que, incluso, allí han acudido todos los mandatarios estadounidenses a reunirse con sus contrapartes israelíes.
Pero esa situación de hecho es algo cuya legitimidad que no era reconocía por ningún país. Sólo Rusia había señalado este año que veía a Jerusalén oeste como la capital de Israel y a Jerusalén oriental como la del futuro Estado palestino.
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Trump también solicitó mantener el status quo en relación con los lugares sagrados de Jerusalén y ratificó el compromiso de su gobierno con el proceso de paz entre israelíes y palestinos, así como su compromiso a apoyar una solución de dos estados, en caso de que eso sea lo que acuerden las partes.
Sin embargo, su decisión generó fuertes críticas, no sólo por parte de países del mundo árabe-musulmán sino además de la Unión Europea y de la ONU.
BBC Mundo te cuenta sobre tres de las probables consecuencias de los anuncios hechos por el mandatario de Estados Unidos.
1.- Una ola de protestas
Cuando a inicios de esta semana Donald Trump realizó una serie de contactos con los líderes de diferentes países para comentarles sobre la decisión que tenía previsto tomar sobre Jerusalén, se levantaron numerosas voces de alerta sobre el malestar que semejante medida podía generar entre la población árabe-musulmana.