La autora y feminista barranquillera Catalina Ruiz Navarro presentó en Barranquilla su libro ‘Las mujeres que luchan se encuentran’, publicado por Penguin Random House Colombia, bajo el sello Grijalbo. La escritora convocó a las mujeres de la ciudad a una ‘fiesta de perreo feminista’ en La Cueva para dar a conocer su publicación. Allí fue entrevistada por la periodista Giselle Massard y el evento finalizó con un concurrido concierto con Madame Vacile. El libro será también lanzado este 27 de abril a las 7 p.m. en la Feria del Libro de Bogotá en un conversatorio con la antropóloga y periodista Simona Sánchez.
¿Marcó a Catalina como feminista el hecho de haber nacido en Barranquilla?
Después de un libro de más de seiscientas páginas siempre me burlo con mi mamá que solo al final, en la última página, en lo que termino escribiendo es del Carnaval. Llego a esta conclusión porque en el capítulo de activismo estoy diciendo que es necesario tener espacios de encuentro para que nos podamos ver las caras, para que podamos convivir. Así como es de eficiente la misa de todos los domingos en las comunidades más conservadoras donde hay feministas también. Ese reunirse una vez a la semana para comulgar, estar juntos ayuda a crear una comunidad y eso es un aspecto muy importante para hacer cambios sociales. Termino el libro pensando en las ateas, las agnósticas, las brujas ¿dónde nos vamos a encontrar? y ¿dónde nos vamos a ver las caras para convivir? para sentirnos cómplices, amigas, para hacer una revolución. La respuesta que yo termino dando en el libro es: en la fiesta y a mí me parece que ese puede ser espacio, laico, no confesional en el que podemos encontrarnos las mujeres y sobre todo las feministas. Esto para mí tiene mucho que ver con el hecho de ser barranquillera, porque una cosa que aprendí siendo barranquillera es a no satanizar la fiesta, no verla como un placer culposo, no verla como una sombra de algo que se hace cuando no se está trabajando o que se hace cuando no se debe y al contrario es una expresión muy bella del Carnaval. Todas las personas que estamos comprometidas con el Carnaval en vez de perdernos en la fiesta nos encontramos, nos descubrimos con las máscaras, en vez de cubrirnos. Nunca me siento tan auténtica ni tan “yo misma” como cuando estoy en la Batalla de Flores y creo que ese es un aprendizaje de ver la fiesta de otra manera, como algo aspiracional y cómo algo bello que me permite a mí llegar a estas conclusiones.
¿Cómo comenzó a escribir su libro ‘Las mujeres que luchan se encuentran’?
En noviembre de 2016 hice parte del primer TEX Bogotá que fue dedicado a la mujer e hice una conferencia con la que arranca el libro. A la salida de la conferencia me vi con mi editora en Random House que es Laura Gómez y ella me dijo: “Cata este el comienzo del libro”. Lo que está en el libro son los desdoblamientos que hice en esa charla. Creo que el feminismo tiene que volverse ser nuestro cotidiano, son ideas que tenemos que usar las mujeres, que tenemos que apropiarnos de ellas en nuestra vida cotidiana y advertir cuáles son las barreras que tenemos para hacer eso. A partir de eso fueron dos años escribiendo el libro. Fue un trabajo muy arduo, de mucha investigación y además de retroceder mis pasos en mis últimos once años como periodista y columnista, específicamente, cubriendo el tema del feminismo y retomar esos textos que en los últimos once años había escrito, repensar esas ideas y a veces cambiarlas.
¿Cómo escogió a estas once heroínas, entre las que se cuentan María Cano, Flora Tristán, Hermila Galindo y Violeta Parra, entre otras, para su publicación?
La idea de buscar unas heroínas latinoamericanas llegó porque las feministas latinoamericanas no tenemos conciencia de nuestra historia. La historia de las mujeres siempre ha estado en los márgenes y son registros que apenas estamos rescatando. Además llevo los últimos seis años viviendo en Latinoamérica en México y en Honduras. Desde aquí comencé a trazar líneas y empecé a conectarme con el resto de países que tenemos alrededor porque son culturas muy parecidas. Hacer estas heroínas es tanto como hacer memoria, como tener una ventana para que miremos lo que está sucediendo en los otros países. Son unas mujeres increíbles e inspiradoras. Es un grupo muy diverso. Hice el intento para que estuvieran mujeres negras, indígenas y una mujer trans. Cierra con mi favorita que es María Cano porque ella es una de las feministas colombianas que más me ha inspirado sobre todo que inspiró a mi bisabuela hace muchos años, cuando ella era una obrera en Medellín en los años veinte. Para mí eso es un hallazgo muy importante porque esas palabras que dijo María Cano a una de las tantas obreras que la escuchaba, resultó ser mi bisabuela y esas palabras hicieron que ella se volviera feminista y que el feminismo llegara hasta mí. Es una selección de mujeres que parte de una gran admiración.
¿Considera que hay varios tipos de feminismos o que el feminismo es uno solo?
El feminismo es uno solo porque parte de las realidades tan diversas de todas las mujeres del mundo. Me paro en un lugar de enunciación muy claro que es Latinoamérica y es mi identidad como una mujer urbana blanco mestiza. Esa es mi cultura y ese es desde el lugar dónde puedo ver el mundo. Hay otras formas de feminismo y a mí me corresponde escuchar a otras mujeres para que me lo expliquen con los transfeminismos, con los afrofeminismos, con los feminismos indígenas. Me tengo que sentar a escuchar a otras mujeres. A lo que me dedico en particular es a estudiar las manifestaciones de las estéticas populares y ver cómo esas estéticas se pueden infiltrar con mensajes feministas. Cómo el feminismo puede prestar mensajes desde lo popular para hacer sus ideas más asequibles y que sean apropiadas por la mayor cantidad de gente. Eso es lo que llamo feminismo pop. Si me piden una definición de feminismo contemporáneo tiene ser interseccional, de-colonial y antirracista y cuando uno enuncia estas tres cosas el feminismo termina siendo anticapitalista. Esto es muy importante porque decir que se usa el lenguaje del pop para hablar del feminismo, no es lo mismo que usar el capitalismo para hablar de feminismo o venderlo. Es simplemente tomar prestado un lenguaje que ha funcionado para difundir un montón de ideas terribles, entre ellas, la discriminación, el racismo e ideales de belleza que son imposibles e impositivos. Todo eso se ha difundido a través del pop y debemos recuperar el pop y empezar a usarlo para defender ideas de derechos humanos. Ese es el proyecto en el que estoy en lo personal.
¿Ha seguido recibiendo ataques en redes sociales por declararse abiertamente feminista?
Como las mujeres en nuestra cultura patriarcal estamos confinadas a nuestra esfera privada, cada vez que una mujer hace de lo privado lo público va a ser castigada. Esto puede pasar con mujeres que hablan de recetas de cocina, hasta las que hablan de política en Facebook, que es un paso de lo privado a lo público, también son castigadas. Esto sucede en nuestra cultura de manera muy insistente. Esa mujer que pasa a los espacios públicos está invitando a otras mujeres a rebelarse, a ser feministas a no confinarse a esos espacios ni a lo privado por obligación y entonces eso es una doble amenaza e implica un doble castigo. No es una cosa que me suceda a mí en particular por ser feminista. Esto les sucede a todas las mujeres que se inician públicamente con las feministas en algún espacio. Una de las cosas que siempre he querido hacer es usar mis privilegios, como mi presencia en redes sociales, como mi presencia en los medios de comunicación, para enunciarme feminista públicamente, porque sé que hay otras mujeres sencillamente no lo pueden hacer, porque los costos serían muy altos para ellas. Cada vez que una mujer se enuncia feminista públicamente le baja el costo social de enunciarse feminista a otras mujeres. Por eso me parece una acción política importante. Más allá de los ataques les estoy hablando a las mujeres y ellas son las que van a liberarse de todas esas ideas de feminismo.
¿Cuál es su posición sobre el aborto haciendo parte del colectivo ‘Viejas verdes’?
Una de las máximas feministas es que nosotras las mujeres debemos tener la libertad para decidir sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas. Esa libertad no es posible si nosotras no tenemos garantizado el derecho al aborto, es decir, que no podemos decidir sobre nuestros cuerpos. Somos ciudadanas de segunda categoría porque no hay una sola intervención médica que no pueda salvar la vida de un hombre que no esté prohibida y sin embargo el aborto voluntario, que en muchos momentos, es lo que le puede salvar la vida a una mujer y eso sí está penalizado no solo en Colombia sino en muchos países latinoamericanos, que es la región con leyes más restrictivas frente al aborto. El aborto en Colombia es legal en tres causales, es un derecho y lo ha reiterado la Corte Constitucional numerosas veces. La barrera que tenemos es que muchas mujeres no tenemos la información. El Colectivo Viejas Verdes lo fundamos ocho mujeres que tenemos presencia en redes sociales y lo que queremos hacer es hablar de una forma sencilla y clara sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, incluido el derecho al aborto.
¿Qué ha observado frente al feminismo en Latinoamérica con la investigación de su libro?
Latinoamérica tiene varias cosas particulares. La más importante es que las realidades son muy diversas y muy desiguales. No es el mismo feminismo el que se vive en los contextos urbanos que en los rurales. No es el mismo feminismo el que practican las mujeres indígenas al feminismo que hacen las mujeres trans. Todas esas identidades diversas confluyen en el feminismo latinoamericano. Existe un rasgo que es común que es la Colonia. Toda Latinoamérica tiene una experiencia de colonización, de explotación, de esclavitud y eso es algo que nos marca como latinoamericanos y que es un rasgo que se debe priorizar en las luchas feministas. En México existen unas discusiones sobre el acoso muy avanzadas, en Argentina han surgido unas reflexiones sobre muy profundas sobre el aborto, pero en Colombia hemos aplazado estas mediaciones esperando el proceso de paz cuando antes del proceso de paz ya se había empezado a adelantar un poco.
La frase: “Como las mujeres en nuestra cultura patriarcal estamos confinadas a nuestra esfera privada, cada vez que una mujer hace de lo privado lo público va a ser castigada”, Catalina Ruiz Navarro.
La cifra: Este 27 de abril a las 7 p.m. la autora presenta su libro en la Feria del Libro de Bogotá.
Sobre la autora:
Catalina Ruiz-Navarro es columnista del diario El Espectador y la revista Cromos y editora de Volcánica, la revista feminista latinoamericana de Nómada. También ha sido columnista de el portal Sin Embargo y Vice en México, Univisión en Estados Unidos y el periódico El Heraldo y la revista Razón Pública en Colombia.
Su trabajo como periodista ha sido publicado en periódicos internacionales como The Guardian y The Washington.
También es una de las fundadoras del colectivo feminista colombiano Viejas Verdes, que busca divulgar información clara y sencilla sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos a través de las redes sociales.
Ha trabajado como Oficial de Comunicaciones en Women’s Link Worldwide y como Coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica, en donde trabajó con defensoras de derechos humanos indígenas y rurales en Centroamérica.
Es maestra en Artes Visuales con énfasis en Artes Plásticas y Filósofa de la Universidad Javeriana, con Maestría en Literatura de la Universidad de Los Andes. Ejerce estas disciplinas como periodista.
Es conocida en redes como @catalinapordios