La periodista colombiana Laura Ardila, reconocida por sus investigaciones sobre corrupción electoral, se vio forzada a abandonar su país debido a la persecución y amenazas que ponían en peligro su vida y trabajo. Tras dos décadas en el periodismo, Ardila reveló en una entrevista con la agencia EFE desde Madrid, que se sentía “incapaz de ejercer el periodismo” en Colombia, viviendo encerrada en su apartamento y asediada por el miedo. A pesar de contar con la protección del Estado, que le asignó dos escoltas y una camioneta, Ardila manifestó que “nadie puede ejercer el periodismo de manera libre de esta forma”.
La situación se tornó insostenible cuando, en 2015, tres hombres armados la asaltaron en la calle, robándole su libreta de apuntes, en lo que ella describió como “la gota que derramó el vaso”. Este incidente, junto con constantes intimidaciones en redes sociales, culminó en dos amenazas que la aterrorizaron: una la declaraba persona no grata en Barranquilla, y la otra afirmaba que ni siquiera Dios podría salvarla. Estas amenazas se intensificaron tras la publicación de su libro, en el cual expone cómo los Char, una influyente familia política de Barranquilla, controlan diversos aspectos de la ciudad, incluyendo la política y el fútbol.
Una investigación reveló que las amenazas provenían de cuentas “cercanas” al entorno político y económico de los Char, lo que incrementó su nivel de riesgo. A pesar de ello, la Unidad Nacional de Protección (UNP) inicialmente desestimó su peligro, afirmando que Ardila no corría ningún riesgo. No fue hasta después de la publicación de su libro, que la UNP reconoció que su riesgo era “extraordinario”, otorgándole protección adicional en marzo de 2024.
La periodista Laura Ardila tuvo que salir de Colombia tras publicar libro sobre la familia Char
A pesar de las medidas de seguridad, Ardila decidió abandonar Colombia en agosto de 2024, tras el éxito en ventas de su obra, cuyas primeras dos ediciones se agotaron rápidamente después de que la editorial Planeta se negara a publicarla. En España, se ha integrado al programa ‘Elche, Espacios Seguros para la Libertad de Prensa’, una colaboración entre Reporteros Sin Fronteras y la Universidad Miguel Hernández, donde permanecerá durante nueve meses.
Además de su participación en este programa, Ardila planea realizar un máster y ofrecer conferencias y charlas. Aunque rechaza la idea de estar exiliada, admite que “es algo que me digo a mí misma para no sentirme tan mal porque me estoy alejando muchísimo de mi país”. Aun así, sostiene que su sueño es regresar a Colombia y ejercer el periodismo libremente, aunque reconoce que, en este momento, su única opción era salir del país para poder respirar y vivir sin miedo.
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La situación de Ardila refleja el clima adverso que enfrentan los periodistas en América Latina, donde la libertad de expresión está siendo atacada por gobiernos autoritarios. Según la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) de Colombia, en 2024 se registraron 214 violaciones a la libertad de prensa, incluyendo 135 amenazas, 31 casos de acoso judicial y dos asesinatos. Estos datos subrayan la importancia vital del periodismo en la región, a pesar de los peligros que implica.