Alrededor de la 1 p.m., Wilmer Ariza Sánchez, conocido como “Matacaballo”, fue asesinado a balazos frente a una sede del gimnasio Bodytech, ubicado en la carrera 43 con calle 61, en el barrio El Recreo de Barranquilla. Ariza acababa de terminar su rutina de ejercicio cuando fue atacado por sujetos que se movilizaban en un vehículo Kia Picanto de color blanco. Los disparos fueron precisos y letales, dejando a Ariza sin vida en el lugar. El momento fue dramático como se puede observar en el video, porque al parecer, una mujer y algunos familiares lloraban desconsolados a su ser querido.
Este trágico suceso no fue el primer atentado que Ariza había sufrido. El pasado 23 de abril, en el barrio Santa Ana, un ataque similar había tenido lugar, en el que murieron Jesús Salvador Perozo Perozo, de 39 años, y Yeico Urueta Núñez, de 28, ambos presuntamente relacionados con Ariza. Perozo, apodado “Chavin” y originario de Venezuela, no tenía antecedentes criminales y, según sus allegados, no estaba vinculado a ninguna estructura delincuencial. Sin embargo, recibió nueve disparos, cinco de ellos en la cabeza, lo que resultó en su muerte inmediata. Urueta, por su parte, era oriundo de Santo Tomás y murió tras recibir varios impactos de bala en el tórax y abdomen. Al igual que Perozo, Urueta tampoco tenía conexiones conocidas con grupos criminales.
Asesinan a un hombre a la entrada de un gimnasio en Barranquilla
Las investigaciones iniciales de las autoridades sugieren que ambos ataques podrían estar relacionados con una posible retaliación. La casa donde ocurrió el atentado de abril era propiedad de Wilmer Ariza Sánchez, quien, según fuentes locales, era dueño de varias rutas de cobradiario, un negocio que frecuentemente es objeto de extorsiones por parte de grupos delincuenciales. En particular, Ariza había sido amenazado anteriormente por miembros de “Los Costeños,” una estructura criminal con presencia en la región.
El asesinato de Ariza ha generado una gran preocupación en Barranquilla, no solo por la violencia involucrada, sino también por las implicaciones que podría tener para la seguridad en la ciudad. La policía está intensificando sus esfuerzos para esclarecer los hechos y determinar si existe una conexión directa entre los ataques de abril y el reciente asesinato. La posibilidad de una escalada de violencia relacionada con ajustes de cuentas o venganzas entre estructuras criminales locales es un factor que las autoridades están considerando seriamente en sus investigaciones.
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El caso de Wilmer Ariza Sánchez refleja la creciente problemática de la criminalidad en Barranquilla, donde la extorsión y los ajustes de cuentas se han convertido en una constante que afecta a distintos sectores de la sociedad. Las autoridades continúan en la búsqueda de los responsables y esperan que las investigaciones en curso arrojen luz sobre los motivos detrás de estos crímenes.