Una de las lecturas que debí hacer en el colegio, cuando en el colegio había que leer, fue El Lazarillo de Tormes, una historia de un muchacho que acompañó a varios personajes y que siempre que cambiaba de amo deseaba estar con el anterior pues el cambio era bástate negativo. La memoria de ese libro me trae a la cabeza a los seguidores de Millonarios, su relación o sus sentimientos hacia el gran Alberto Gamero, y supongo qué vendrá ahora con el nuevo técnico en el que se tiene, depositadas las mejores esperanzas para el equipo azul.
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Alberto Gamero, un samario, defensa, lateral, rápido, que pegaba poco pero cuando tenía que pegar lo hacía con alegría, hizo parte de los últimos grandes equipos de verdad que vimos los hinchas de Millonarios. Campeón en 1987, 1988 y seguramente lo habría sido tres veces de no haber sido por los imbéciles de la época que tuvieron a bien asesinar al árbitro Álvaro Ortega y el campeonato se suspendió. Tuvo el privilegio de jugar con muchos grandes jugadores, entre otros los principales delanteros de la selección Colombia de la época como Iguarán, Hernández y Estrada, y con cracks argentinos como Goicoechea, famoso por los penales de Italia 90, Videla campeón de Copa Libertadores, o Mario Vanemera,k subcampeón mundial juvenil en México.
Como técnico dirigió al Chía FC, que según la revista Soho era el equipo más pobre del fútbol, de allí salió a Chicó donde quedó campeón, pasó por Tolima, Junior volvió al Tolima donde salió campeón, y luego de muchas vueltas llegó a Millonarios, equipo del que es fanático. Tiene en su espalda trabajar con presidentes complicados como Pimentel, Camargo o los Char, y a pesar de eso siempre ha ganado y salido bien de los equipos. Como a cualquier técnico le ha ido mal algunas veces, otras no tanto; lo que no se le puede negar es la forma en que maneja equipos y que ha salido campeón en casi todos los equipos que ha dirigido.
Con Millonarios duró 5 años y se fue detestado por los hinchas que decían que no era el entrenador que les daría gloria. Luego de un final tortuoso donde el principal enemigo, Nacional, ganó todo, Gamero renunció.
Para el reemplazo de Gamero se esperaban técnicos de prestigio internacional, acá no hace mucho llegó el técnico de reconocido nombre Miguel Ángel Russo y sacó campeón al equipo, que en su momento no tenía grandes figuras y que con el buen trabajo del argentino logró la tan ansiada estrella.
El presente de Millonarios, es claro, no está dentro de sus políticas o al menos no es prioridad quedar campeones o hacer un buen papel en copas internacionales, nada de eso, la idea es hacer un equipo decoroso que dé utilidades y que le lleve a sus dueños, un fondo de inversión, dinero año a año.
En ese orden de ideas no se contratan figuras, salvo Falcao, y los pocos que aparecen se transfieren rápidamente al exterior a equipos medianos por sumas bajas frente a lo que otros equipos colombianos hacen. Gamero lo tenía claro y le tocó mirar a las divisiones inferiores para encontrar lo que las directivas no le daban, jugadores de alguna calidad. Año a año hacía malabares con lo que le quedaba y año a año hacía campañas decorosas tal como lo hizo en Tolima o en Chicó. Nunca dijo, como muchos otros técnicos, no es mi equipo o yo pedí otros jugadores, nada: empezaba el año con caras nuevas y siempre terminaba en puestos adecuados para el nivel del equipo. En resumen, un técnico de la casa que con lo poco que le daban logró mucho mas de lo que debería.
Llegó David González, con perfil parecido a algunos que pasaron sin pena ni gloria por Millonarios como Castelnoble y Kosanovic, poco conocidos que pretenden hacer algo con pocos jugadores adecuados. No empezó bien y las criticas no son las mejores.
Y allí viene mi idea del principio de esta columna: en menos de dos meses estarán quienes insultaron y pidieron la renuncia de Gamero añorando que el “Tito”, como le dicen sus amigos, vuelva a dirigir al azul. Sentado tranquilo en el banco de suplentes, poco grito, poco gesto ampuloso y ruedas de prensa amigables, aún con los periodistas más agresivos. Dirán que no era tan malo, que era de la casa y sabía manejar a jugadores, directivos y periodistas. Se dirá cualquier cosa y, como el lazarillo, se desearán tiempos pasados.
No es fácil dirigir un equipo como Millonarios, tiene muy pocos jugadores desequilibrantes y están poniendo todas las expectativas en Falcao, al que no se le niega un milímetro de la calidad que tiene pero que solo y con muchos años encima ya no es lo que fue en el Atlético de Madrid. El resto son jugadores bastante normales, con algo de calidad y nada más. Parece que el jugador más importante es la hinchada que no juega y exige poco
Ojalá le vaya bien a González para no tener que llorar y añorar al gran Gamero.