En medio de ese circo digno de - sí, como Petro citaré a Gabriel García Márquez, pero esta vez para fines útiles- un Macondo en pleno carnaval surreal, quizás un Consejo de Ministros combinado con ese espíritu y el de ‘Chepe Fortuna, solamente me repetía como triste consuelo que entre el Presidente y Rodolfo Hernández no teníamos opción. Como pasa siempre en Latinoamérica: hay que elegir entre el mal menor, y Petro, en 2021-22 y luego de todos los desmanes estatales de Duque sin razón alguna, se veía como una luz de esperanza para mi generación y las que la seguían.
Aunque siendo sincera ya tenía asomos de duda: Hollman Morris, uno de sus principales e inamovibles pilares, ya desde 2019, con todas las acusaciones en su contra, seguía (y sigue) tan campante sin que le pasara absolutamente nada.
Sí, Colombia Humana se erigía como un bastión moral contra la corrupción de la derecha colombiana, sus crímenes y desmanes. Pero el hecho de permitir que Morris, Benedetti y otros funcionarios siguieran con su cuota de poder intacta , y como se vio en ese desastroso Consejo de Ministros, pasando por encima de mujeres que reclamaban a su líder y jefe que la presencia de un machista probo y acusado de maltrato era más que nada insultante, mostraba la cereza del pastel de un reguero de decepciones cantadas: Petro instrumentalizó todas las causas sociales posibles (incluso renegó de la izquierda, ¡sus bases!) para ganar. Y por supuesto, a las mujeres. Que el feminismo no era para destruir al hombre, vaya.
Como cualquier Laje lo dice. Como cualquier Danann. Como cualquiera de los que ha destruido el discurso ‘progre’, que él solo usó para ganar. No hay diferencia. Sí, Petro, eres igualito a los que te desprecian.
Absolutamente.
Es hora de admitir que eso era lo único que le importaba. Que como cualquier personaje patético de ‘Game of Thrones’ solo quería el poder, mas no sabe qué hacer con él. Y más aún cuando sus votantes, esos millones de jóvenes esperanzados que incluso lo apoyaron proviniendo de las bases de Francia Márquez (yo voté en primera vuelta por ella, por ejemplo), le reclaman todavía que sea coherente con el proyecto por el que votaron, pero a los que desoye en cuerpo de todos aquellos sensatos, hoy sacrificados en la hoguera de la dignidad (y bien hecho) que le repitieron una y otra vez que la presencia de Benedetti no era bien recibida por sus acciones.
Y menos por cómo ha tratado a las mujeres, como sucedió con su ex esposa, que lo denunció por violencia de género el año pasado.
Del Petro con pañuelo verde al Petro que dice “el feminismo no es para dañar al hombre” se ve todo muy claro
Vaya, quién habría pensado eso del Petro que en 2022 se sentó convenientemente en el debate feminista de Volcánicas y se puso el pañuelo verde a unos meses de la elección. O quién pensaría eso del Petro cuya hija Sofía le reclama por su machismo y con justa razón.
Quizás quienes ya lo conocían en gestiones anteriores, y quienes veían -como nosotros nos negamos a ver- cómo a pesar de los reclamos contra Hollman Morris (acusado de acoso sexual por ex trabajadoras, más todo lo que rodeó su proceso de separación), este seguía a su lado y era ascendido, que simplemente hizo lo que tenía que hacer, como político promedio: juntarnos a todas las crédulas pensando que por fin se daría prelación a los reclamos políticos y sí, a un sistema increíblemente misógino.
Que lo digan mujeres como Sara Túfano, que han sido blanco de ataques de todos los orcos de Colombia Humana simplemente por denunciar todas estas incoherencias y desmanes durante años.
O ¿por qué no hablar del impresentable de Andrés Hernández, que como sus antecesores en el puesto del consulado de México no hizo absolutamente nada por los inadmitidos por Migración México y sí está acusado de estafa y misoginia y señalaba la ropa de sus trabajadoras como algo malo, con tintes clasistas? O ya sé: ¿por qué a Jennifer Pedraza le tocó luchar sola para demandar la salida de los altos funcionarios del Gobierno acusados de violencia de género y no se hizo nada al respecto y solo hasta que le reclamaron a funcionarias como María Fernanda Carrascal que se pronunciara al respecto y la acompañaran no se hizo algo en conjunto? Y hablamos de una denuncia que tiene más de un año. Nada ha pasado con ello. Luego de muchas presiones pidió la renuncia de César Lorduy por lo mismo.
Una excepción a la regla.
Quiero dejar en claro varias cosas: no soy feminista. No tengo la altura moral para serlo. No estoy de acuerdo con muchas de sus luchas en el sentido progresista de la palabra. Soy hija de familia de derecha, de militares.
Imaginen las luchas que tuve en casa y en cada fiesta, Navidad o cumpleaños durante estos últimos siete años: alguna vez creí en el proyecto de Petro porque tengo empatía y he leído de nuestros dolores en el conflicto. En el Estallido Social de 2021 sufrí por las cazas de jóvenes marchantes como si fuesen animales, en el día y en la noche, sin contar lo que me dolió el bombardeo de niños reclutados que provocó el estallido de dos años antes. Entre muchas otras cosas.
Pero, gracias a las tremendas incoherencias de este Gobierno, y el cómo ha desestimado toda queja incluso de sus funcionarias más capaces (porque la ministra de Justicia y de Ambiente mostraron ser sensatas y absolutamente eficientes en medio de ese manicomio, y es una pena que tengan que renunciar por los caprichos de su jefe), he visto que Petro solo se valió de la izquierda y del progresismo en toda su extensión, así como si fuese un capitalista más, para poder adquirir un poder que se le ha salido de las manos. Y para decepcionar a generaciones enteras que fueron a las urnas aquel junio de 2022 para intentar algo nuevo.
En un país que tuvo 735 feminicidios en 2024 solamente el tema de género no solamente es algo woke: aquí te matan meramente por existir, siendo trans, aún peor. Al Gobierno no le interesa, simplemente: Benedetti puede maltratar a la mujer que sea, si lo desea, sus funcionarios pueden estar acusados de lo que sea y él los seguirá defendiendo porque simplemente quería ganar. Eso era todo. Y como se vio en sus desvaríos egotísticos, la gente es lo que menos le importa si no es para su demagogia.
Quizás este reclamo - como el de muchas de mis colegas- se quede en el que yo soy derechista. Bien, lo soy, si eso implica algo de coherencia. Que soy uribista, hasta paramilitar, porque el gobierno petrista solamente tiene un relato dicotómico que se destruye poco a poco con los hechos, hasta el punto de tener, con certeza, un gobierno de derecha en 2026, y más radical que el de Duque gracias a su desastre.
Nunca pensé escribir estas palabras compartiendo alegremente la foto de Petro con el pañuelo verde antes de su elección, jamás. Pero con el desprecio a Susana Muhammad y a Francia Márquez, Petro le pone la cereza a un pastel de una izquierda que usó el progresismo para su interés, pero que se derrumbó en su propia ansía de poder y su débil relato.
Una esperanza rota que no fue, como todo en Colombia. Como una novela garcíamarquiana.