Paridera. Sí, es la única palabra que podemos encontrar en el libro de sinónimos del mundo rojiblanco cuando buscamos Junior de Barranquilla. Aunque parezca mentira, es la pura realidad. Una realidad que se ha vuelto costumbre en Barranquilla casi toda la vida. El pan de cada día del hincha tiburón.
Lo del juego ante Once Caldas no fue la excepción. Un cuestionado esquema táctico, por no tener a estas alturas de la Liga una nómina titular definida, siempre a merced de la data que le representa a Farías el punto de inicio para diseñar su equipo previo a cada compromiso, bastó, junto a la entrega y pundonor de sus jugadores, para empatar al final del compromiso, y salvar un punto que lo mantiene con vida en el cuadrangular.
“A Junior tienes que matarlo”, la famosa frase del campeón Edgar Perea, volvió a tomar fuerza en esta ocasión. Y si bien en el papel, el onceno rojiblanco tiene nómina para cabalgar sin problemas en los primeros lugares de toda la fase regular del campeonato, del cuadrangular semifinal, y si me apuro, de la gran final, la realidad es otra cosa. Más de lo mismo, parir y parir. Como si quisieran dar a entender que ser primero, quinto u octavo, es la misma vaina. Lo único válido es “ganar como sea”, a cualquier precio, ratificando la teoría de que, en la tabla de posiciones, sólo sirven los puntos ganados. Los reconocimientos y elogios no suman.
Pero esa “paridera” de la que hablo, sólo servirá si en casa Junior logra en los dos juegos seguidos como local ante Once Caldas y Deportes Tolima, sumar los seis puntos en disputa. Actualmente el tiburón es segundo en la tabla de posiciones del grupo B con cuatro unidades, escoltando a Tolima que tiene siete. Atrás de ellos, Once Caldas y América de Cali, con 3 y 2 puntos respectivamente. Todos vivos y con distintas necesidades, pero vivos al fin y al cabo.
En ese orden de ideas, y llevando el presente de este grupo a las frías estadísticas, sólo hasta la última fecha conoceremos quién será el gran finalista. De manera adelantada, es muy difícil presagiarlo. Todo está cerrado, y cualquier cosa puede pasar. Eso desde la objetividad que siempre me ha caracterizado. Pero desde el balcón rojiblanco, bajo la óptica del hincha tiburón, lo que no puede pasar es una debacle a fin de año. Es sí o sí, llegar a la final, y soñar con bordar la estrella número once en el escudo del equipo amado.
Por eso la contundente y vehemente expresión de Farías en la rueda de prensa, “a Junior no lo mataron”. Un claro mensaje para la afición barranquillera de llenar el estadio Metropolitano este domingo, en el arranque de la segunda vuelta de los cuadrangulares semifinales del fútbol colombiano.