Es francamente desesperante cómo algunos aparatos, bastante costosos en su momento, luego de muy poco tiempo permanecen acumulando polvo en un cajón pues los productores deciden darle una fecha de caducidad bastante corta. Cambian cables, tomas de corriente, compatibilidad con otros equipos y así nos obligan permanentemente a cambiar y a comprar nuevos aparatos que hacen lo mismo que los anteriores. Antes una nevera o un televisor podían durar 20 años sin mayor problema y si se dañaban se llamaba al técnico para que lo dejara como nuevo. Ahora cualquier defecto implica una nueva compra. La muy desagradable obsolescencia programada.
Sería bueno que nuestros dirigentes tuvieran una fecha de caducidad o, mejor, obsolescencia programada. En Colombia tenemos políticos que han jodido la vida desde hace más de 40 años sin mayores problemas. Tipos como César Gaviria, en su momento un político joven y, por su forma de llegar al poder, bastante alejado de las componendas políticas del momento, languidece hoy en día como cualquier politicucho del Partido Liberal, pide puestos, pelea con los gobiernos de turno y hace todo lo posible para que su hijo, que solo lee por encimita, tenga algún puesto. Guerra Serna, Forero Fetecua y el señor Gaviria son al final lo mismo, tipos ávidos de poder a como dé lugar. Hubiera sido más beneficioso para el país, y mucho más elegante para su imagen, que por allá en el 2005 se hubiera declarado la obsolescencia programada del patricio de Pereira y el señor se hubiera dedicado a comerciar obras de arte. ¡Pero no!
Otros como el delfín Pastrana, más o menos como el otro expresidente, deambulan por la política nacional con más pena que gloria. Dice bobadas, negocia puestos y ministerios y pretende ser una especie de faro moral. Depende de quién esté en el poder y quien le pueda representar un rédito político ataca o defiende sin mayor coherencia personas, partidos políticos o gobiernos. Da lástima verlo alegar de todo lo que hacen otros gobiernos cuando el hizo básicamente lo mismo. Se hubiera quedado como expresidente, ojalá mudo, o mejor, exalcalde de Bogotá, y todos habríamos conservado la idea de lo que fue, apenas un presidente mediocre que subió por el terror que nos daba ver de presidente a Horacio Serpa, defensor acérrimo de Samper. Otro al que le hubiera sentado de maravilla la obsolescencia programada. Algo que les dijera: “usted no es compatible con las nuevas tendencias, no se puede oír lo que dice pues su software está obsoleto”. ¡Pero no!
No quiere decir que los otros que no se mencionan acá no tengas las misas taras, hablan opinan y se unen con quien ellos consideren de réditos políticos. Que me acuerde, el único que una vez terminada su presidencia decidió dedicarse a guardar silencio fue el señor Belisario Betancur, seguramente por vergüenza por lo malo que fue su gobierno. Y Virgilio Barco que a ese si le llegó la obsolescencia y dejó de funcionar.
Hablemos ahora de los actuales Benedetti, Barreras, Cristo, Velasco y similares, tipos mediocres como los que más, ávidos de poder que no tienen problema en aceptar ministerios de quien se los ofrezca. Si hace cuatro años estaban alabando a le presidente de turno porque algún puesto les había ofrecido, hoy alaban a uno totalmente contrario y atacan al anterior por la misma razón: un puesto, un ministerio o una embajada. Qué bueno sería que estos tipos tuvieran la misma configuración que los teléfonos de ahora. El cable solo sirve para un teléfono, no se puede cambiar. Si son del Partido Liberal (¡qué horror!) pues que se queden allí, si quien está en el poder no es de ese partido, debería ser como el cable, no puede funcionar en otro gobierno. El señor Velasco apenas un día después de dejar la cartera de interior de Petro que pide una constituyente sale a decir que no tiene sentido la constituyente. Contrario hace Cristo, que ahora opina que sí a la constituyente. Solo les interesa su bienestar. Van a la FAO sin saber nada de cultivos, alimentación o agricultura. Saben pedir puestos e insultar a quien no los apoya y siguen a quien les da puesto. ¿Qué hace un tipo como Benedetti en la FAO? Lo mismo que yo haría en una junta de neurocirujanos. Nada. O al menos, nada útil.
Qué bueno sería que los políticos colombianos, sobre todo los malos, que son los que he nombrado y muchos otros, tuvieran una fecha de obsolescencia programada. Que no pudieran decir “es que sigo por el bien de Colombia” o “me interesa el bienestar de la gente”. No, estos bárbaros solo están ahí porque saben ganar elecciones, conseguir puestos y, claro, ganar dinero. No generan bienestar y mucho menos sirven para mejorar el país. Son un tumor maligno que no se quita con nada.
Es interesante ver cómo las mujeres son mucho más moderadas una vez terminan sus cargos políticos. Ministras y demás altas funcionarias hablan menos y por lo tanto dicen muchísimas menos pendejadas que las que dicen sus colegas masculinos. Mujeres como Ángela Merkel o Margaret Tatcher una vez terminaron sus mandatos se retiraron silenciosamente. Ni acá ni afuera se creen tan necesarias y por el contrario se retiran a escribir o a opinar de manera muy puntual sobre asuntos importantes.