Opinión

45 años del Unknown Pleasures de Joy Division

La joya del Post-punk de Joy Division estuvo de cumpleaños, y vale la pena revisar su historia y legado. Por: Manuel Carreño

Joy Division – Unknown Pleasures. Es el álbum debut de la banda inglesa de post-punk Joy Division, de 1979. Esta icónica cubierta presenta los datos de visualización de la señal del primer púlsar observado por los científicos. Un pulsar es una est

“Cuando tengas que escoger entre la historia y el mito, escoge el mito”, dice Tony Wilson (interpretado maravillosamente por el actor Steve Coogan) en la película 24 Hour Party People del 2002. Wilson fue el creador de Factory Records, la disquera que generaría una revolución musical en Manchester a finales de los años setenta, y la película cuenta como sucedió esa revolución de la mano de una banda en particular llamada Joy Division. La frase tiene sentido porque todo alrededor de esa banda, especialmente su primer álbum Unknown Pleasures (1979), que este mes está cumpliendo 45 años, tiene tanto de histórico como de mítico.

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Pero empecemos por la historia. Como pasa con muchas obras maestras Unknown Pleasures no tuvo un gran impacto cuando salió, pero con los años la prensa y el público lo han considerado uno de los álbumes más influyentes en la historia del rock, y el álbum más emblemático del género que hoy en día se conoce como Post-punk. Con la base rítmica del punk, el álbum va un paso más adelante con un sonido único para la época que se aleja de la rabia del anterior para meterse en un mundo más melancólico y oscuro. Esto gracias a los bajos a manos del gran Peter Hook, la batería única de Stephen Morris, las guitarras de Bernard Sumner y la voz inconfundible de su cantante Ian Curtis. A todo esto, hay que sumarle su icónica portada hecha por el diseñador Peter Saville, que se ha vuelto una imagen que excede la fama del propio álbum.

Pero lo que mezcla historia y mito es igual de interesante. Manchester no era un lugar emblemático del rock británico hasta ese momento, y la gran ola del Punk que había estallado en esos años se centraba mayormente en Londres. Sin embargo, de Manchester salió la mítica banda punk Buzzcocks. Ellos organizaron el primer toque de los Sex Pistols en la ciudad, al que no fueron sino un puñado de personas entre las que se encontraban los integrantes de Joy Division (Primero llamados Warsaw), el ya nombrado Tony Wilson, y un hombre llamado Martin Hannett, encargado de la producción del álbum. Fue Hannett el que ayudó a darle al álbum un sonido único con técnicas de estudio como ecos y delays. El álbum se grabó en medio de una gran intensidad y tensión por las formas extrañas de Hannett, pero finalmente se logró el sonido buscado.

El resto de la historia es conocida: Joy Division sacó su segundo álbum Closer y cuando estaban a punto de empezar su gira por Norteamérica, Curtis se quitó la vida. Los demás integrantes decidieron rearmarse y crearon New Order, otra banda mítica, que siempre canta canciones de Joy Division en sus conciertos. Manchester se volvió una de las ciudades más importantes en cuanto a rock se refiere, de donde han salido bandas tan importantes como The Smiths, Oasis, Happy Mondays y Stone Roses entre otros.

Para mí Joy Division no es solo el grupo influyente que parece haber partido sin proponérselo la historia del rock en dos. Es un lugar al que puedo ir siempre que estoy en algún estado de depresión o melancolía. Poner el Unkown Pleasures y arrancar con su canción inicial Disorder (un tema perfecto desde todo punto de vista) ayuda a abrir una conversación consigo mismo que pasa por muchos momentos, y no se puede evitar pensar en mil cosas de la vida mientras se baila desaforado con los bajos de Hook y la voz inconfundible y única de Ian. No muchos álbumes pueden hacer gala de esto.

Quiero cerrar esta reseña con las palabras del también tristemente desaparecido escritor Mark Fisher, quién dijo esto en un ensayo un ensayo llamado No más placeres (incluido en el libro Joy Division, Placeres y Desórdenes del 2018, publicado por Errata Naturae): “Joy Division importan hoy más que nunca porque supieron captar el espíritu depresivo de nuestro tiempo. Escuchando a Joy Division tienes la impresión inevitable que el grupo en su catatonia estaba canalizando nuestro presente, su futuro. Desde un principio su obra estuvo ensombrecida por un presentimiento, la sensación de un futuro clausurado, las certezas disueltas, y tan solo un resplandor melancólico por delante”, Forever Joy Division.

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