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Bogotá camina sin agua

La concejal Heidy Sánchez analiza la crisis de abastecimiento de agua de Bogotá y reflexiona sobre las medidas de cara al futuro inmediato.

Bogotá atraviesa una de las peores crisis en materia de abastecimiento de servicios públicos. El agua, líquido indispensable para el desarrollo de la vida y las principales actividades socioeconómicas se encuentra en cuidados intensivos por la incapacidad de las diferentes administraciones distritales para atender las alertas consignadas en documentos técnicos expedidos, entre otros, por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB).

El discurso desarrollista de crecimiento económico, en una visión mercantil de ciudad, vendió la falsa idea de mejoramiento de condiciones de vida bajo la construcción exponencial de viviendas y expansión de la ciudad, hoy, la realidad demuestra que es un refrito mal usado únicamente por quienes se lucraron de la habilitación de suelo en Bogotá-región, implicando la reducción de áreas ambientales y endurecimiento de humedales bajo el sofisma de espacio público “verde”, condenando a los gobiernos de turno a solucionar la disponibilidad de servicios públicos y sociales de una población que se somete a vivir en condiciones cada vez más indignas.

La administración anterior publicó en diciembre del 2021 un informe denominado “pasado, presente y futuro de Bogotá”, dicho documento permitió, gracias al censo adelantado por el DANE en 2018, analizar de mejor manera la proyección poblacional de la ciudad. Estas nuevas cifras, demostraron que existe una diferencia negativa de 800 mil personas con relación a la proyección del censo 2005. A su vez, proyecta para el año 2031 que en Bogotá habiten cerca de 8 millones 500 mil habitantes y posterior a este año, el crecimiento empezará a disminuir, llegando a cerca de 9 millones en 2050.

Dicho lo anterior, es importante que la ciudad haga una planificación presente y futura para un sistema de abastecimiento eficiente que permita garantizar el derecho fundamental al agua. No obstante, es fundamental comprender que la crisis actual es la crónica de un desabastecimiento anunciado. De acuerdo con la EAAB, comparando oferta y demanda desde el 2004 a 2023, se puede concluir que antes del 2013 el consumo promedio de la ciudad nunca superó los 15,5 m3/s y desde el 2017 se viene presentando incremento en la demanda de agua en más de 1 m3/s, llegando en la administración Galán a cerca de 17 m3/s.

El sistema de abastecimiento de agua en Bogotá se puede explicar de una manera muy sencilla: captamos agua de fuentes superficiales, principalmente ríos y quebradas, las conducimos a embalses, vamos sacando a demanda, la potabilizamos mediante 7 plantas de tratamiento a través de procesos fisicoquímicos garantizando sus condiciones de consumo, luego la transportamos por una red de más de 9.000 kilómetros de tuberías en 37 sectores hidráulicos (36 en Bogotá y uno en Soacha) y, una vez utilizada, va a parar a la red de alcantarillado donde llega a las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) y posteriormente termina en el río Bogotá.

Al día de hoy, las capacidades de las principales plantas de potabilización (PTAP) son Tibitoc, de 3 a 8 m3/s, que proporciona el 25% del agua a la ciudad, Wiesner 11 m3/s el 70% y el dorado 0.45m3/s el 5%. Si sumamos la disponibilidad de agua para consumo, se aproxima entre 14,45 y 19,45 m3/s como capacidad máxima. Para el año 2023, el caudal medio consumido por la ciudad y los municipios vecinos fue de 17,4 m3/s, correspondiente a satisfacer la demanda de alrededor de 9 millones de habitantes a los cuales la EAAB les presta el servicio; es decir, estamos llegando al límite máximo de las capacidades de las PTAP.

Basado en lo anterior, queda claro que Bogotá presenta inviabilidad para satisfacer la demanda del líquido. Desde el 2018 la EAAB a través de estudios venía generando alertas frente a la disminución histórica de la afluencia en los embalses que componen el sistema Chingaza, es decir, ya se tenía conocimiento técnico de la sistemática disminución de las lluvias, pero esto no es todo, desde el 2021, en los meses de diciembre y enero, la disponibilidad del sistema contrastada con la oferta era cero, situación que se agrava en octubre, noviembre, diciembre y enero del 2022 cuando la demanda fue superior, pero la tendencia indicaba que a partir del mes de junio de 2023 el consumo era superior a la capacidad de recarga del embalse.

En ese sentido, es falso eso que pretenden hacernos creer: que esta situación es coyuntural, las proyecciones permiten inferir que la situación puede ser más crítica para 2025. Más grave aún, el déficit seguirá en tendencia progresiva en los años subsiguientes, según la actualización del plan de abastecimiento de la ciudad, la demanda de agua aumentará de manera constante año a año hasta el 2050 aproximadamente en 0.2 m3/s, complicándose con la creciente demanda del sector inmobiliario para la construcción de viviendas en la ciudad (entre 30 mil y 45 mil al año), lo que llevará a que en Bogotá se agote el agua.

Lo que más preocupa es que el Plan Maestro de Abastecimiento de la EAAB, actualizado a 2021, contiene obras para las ampliaciones de los sistemas que se han destacado por hallazgos administrativos y fiscales de los entes de control debido a retrasos e incumplimientos técnicos, ratificando que la única certeza existente es la incertidumbre frente a la disponibilidad del recurso a futuro. Bogotá camina sin agua, y la administración Galán parece no comprender la complejidad de la crisis.

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