Colombia ya tiene 37 cupos para participar en los Juegos Olímpicos de Paris 2024, de los cuales 9 son de hombres y 28 de mujeres, entre ellas, la Selección Femenina de Fútbol que logró su clasificación en la Copa América 2022. El otro deporte que tiene más mujeres clasificadas es Atletismo, con cuatro mujeres y boxeo, con tres mujeres. De las cinco medallas de oro que ha ganado Colombia en la historia de los Juegos Olímpicos, cuatro han sido ganadas por mujeres.
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A pesar de todos esos resultados, esto no se ha reflejado en un mayor apoyo a las niñas y jóvenes en los deportes, por el contrario, cada día son más las denuncias por acoso, violencia de género, discriminación o incluso violaciones. Recientemente, una de las clasificadas a Paris denunció a un dirigente de la Liga de Gimnasia de Risaralda por acoso sexual y violencia, y tuvo que acudir a las redes sociales buscando que se le prestara atención al caso. La respuesta de la Liga fue penosa, aseguró que tiene cámaras en todas partes y eso garantiza la seguridad de las deportistas, pero nunca dijo que iba tan siquiera a investigar.
Aunque el número de mujeres deportistas de alto rendimiento ha venido creciendo en los últimos años, el número de niñas y jóvenes que se retiran de la práctica deportiva por culpa de la violencia de género sigue siendo alto. Los padres y madres de las jóvenes no sienten que el deporte sea un lugar seguro para ellas y por eso terminan retirándolas de los entrenamientos, especialmente si ha sucedido un caso de acoso, ya sea directamente o que le haya sucedido a alguien cercano.
Las denuncias de acoso o violencia de género siguen quedando sin respuesta y no existen sanciones reales para los entrenadores o dirigentes deportivos que han sido acusados, ni los Clubes, ni las Ligas o Federaciones, ni la misma Fiscalía, han dado respuesta a una situación tan dolorosa y el deporte sigue perdiendo talentos de niñas y jóvenes que podrían ser nuestras próximas medallistas olímpicas.
¿Por qué sucede esto? Son varias las razones por las cuales no existen sanciones reales a las denuncias de violencia de género en el país. La primera es que la Ley del Deporte dejó en manos de las mismas organizaciones deportivas el control y la sanción de sus integrantes, no existe un procedimiento claro que permita que un entrenador acusado sea sancionado y deje de entrenar, lo máximo que sucede es que cambia de Club o de Liga.
La segunda razón es que todo el control y vigilancia del deporte está concentrado en una oficina del Ministerio del Deporte que no cuenta con más de 30 personas y debe investigar, acusar y sancionar más de 10.000 clubes, más de 1.000 ligas y cerca de 60 Federaciones en todo el país. Esto sin contar las tareas administrativas como otorgar el reconocimiento deportivo o los certificados de representación legal, mejor dicho, con estos datos no es de extrañar que no haya ni una sanción.
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La tercera razón es que la dirigencia deportiva sigue siendo muy machista, a pesar de haber tenido varias mujeres directoras de Coldeportes, antes de ser ministerio y luego varias ministras, lo cierto es que las mujeres que son directivas de clubes, ligas y federaciones no superan el 15%. A la dirigencia deportiva no le interesan las mujeres, no les importa que sean acosadas o violentadas, incluso algunos dirigentes las obligan a callarse frente a estas situaciones.
Mientras no cambiemos esas condiciones y las mujeres sigan sintiendo que el deporte no es un lugar seguro para ellas, seguiremos perdiendo futuras figuras olímpicas, a pesar de los excelentes resultados que han mostrado y de que Los Juegos Olímpicos de Paris tendrán rostro de mujer.