Opinión

Donde pertenece mi corazón, el camino a mi identidad wayuu

“Uribia es el territorio de mis raíces ancestrales, donde pude sentirme libre, donde no es pecado ser wayuu. Lo expreso así pues por mucho tiempo mi familia y yo sufrimos el terrible flagelo de la discriminación, ¿creerán que en nuestro propio departamento es posible eso? Pues sí”: Iris Curvelo

Integrante del círculo de columnistas del Programa Juntanza Étnica de USAID y ACDI/ VOCA . Mujer Wayuu del clan Uriana
Iris Curvelo (D&K)

El día que mis padres decidieron llevarnos a vivir a Uribia, un pueblo en la Guajira que evoca la esencia de una cultura milenaria donde el 85% de habitantes pertenecen a la etnia wayuu, le dije a mis padres “Uribia es nuestro disneylandia”. Parecía un mundo de fantasía, pero no como lo imaginaba con el ratoncito y las princesas, era un mundo soñado wayuu con sus aromas, sus paisajes, sus sabores culinarios, sus colores, su gente.

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Un universo espiritual que me abrió las puertas y me dijo: has llegado a dónde perteneces, has llegado a casa Uribia.

Uribia es el territorio de mis raíces ancestrales, donde pude sentirme libre, donde no es pecado ser wayuu. Lo expreso así pues por mucho tiempo mi familia y yo sufrimos el terrible flagelo de la discriminación, ¿creerán que en nuestro propio departamento es posible eso? Pues sí.

Debido a conflictos entre clanes dentro de nuestro territorio, mis padres se vieron obligados a irse a otros resguardos indígenas donde los wayuus eran muy diferentes a nosotros, eran sumisos y sometidos.  Ahí ser wayuu era malo, se percibía en el aire la vergüenza de ser indígena. A ese wayuu le daba pena reconocerse, hablar su lengua. En ese lugar entre menos indígena parecieras, más fácil encajarías en una sociedad en la que miraban primero tu aspecto y después decidían cómo tratarte.

Era tan fuerte, que una de las abuelas de mi padre tomó la decisión de que no nos enseñaran wayuunaiki, no quería que sus nietos hablarán “enredado”. Estoy segura de que su intención era librarnos de un sufrimiento que seguramente ella vivió, pero ese mandato marcó mi vida para siempre.

Aprendí a ser wayuu de una manera clandestina. Y no como es habitual, a través de las mujeres, fui wayuu a través de mi padre quien por razones de seguridad permanecía en la casa mientras mi madre viajaba a Venezuela a traer productos para comercializar y ayudar con nuestro sustento. Fue él quien nos enseñó los tres pilares fundamentales: el primero, el territorio “Toummaain” (mi tierra);  Tou= mis ojos; Mma = madre tierra; Ain= corazón, lo que significa: mi tierra son mis ojos, es mi madre y aquí pertenece mi corazón. El segundo es que el pensamiento debe estar arraigado al territorio. Y el tercero, algo que paradójicamente no experimenté, para que nuestra cultura permanezca viva esta se debe transmitir a través de la lengua materna.

Aunque no crecí en el entorno de una niña wayuu convencional, mis padres despertaron en mí la conciencia, el amor y el orgullo de pertenecer a la gran nación wayuu.

Por eso mi gran ilusión se cumplió cuando conocí Uribia, mi territorio, esa tierra prometida, el disneylandia de los wayuu. Fue ahí donde el destino y mis ancestros se pusieron de acuerdo para que encontrara la forma de reivindicarme con mi cultura, potencializando un talento que nació conmigo: el canto. Me convertí en la primera cantante wayuu de música vallenata.

Mi lengua materna, la que un día se me negó aprender, hoy se ha convertido en mi expresión más auténtica.  Y aunque mi música me lleve por el mundo, a diferentes escenarios, no importa geográficamente qué tan lejos esté mi “Toummaain” siempre está conmigo, pues mi tierra son mis ojos, mi madre y es donde pertenece mi corazón.

* Iris Curvelo es integrante del círculo de columnistas del Programa Juntanza Étnica de USAID y ACDI/ VOCA . Mujer Wayuu del clan Uriana, nacida en Riohacha,  Guajira.  En el 2016 creó  la primera agrupación musical del pueblo wayuu, llamada “Son Wayuu” Grupo que resalta y promueve la identidad, lengua materna (Wayúunaiki) danza (Yonna) y música tradicional. A lo largo de su carrera artística ha obtenido una serie de reconocimientos y galardones entre ellos “Reina de festival indio Tayrona en la categoría “Mejor Voz”, Grabó en el 2019 la canción “Grito en La Guajira” en lengua materna wayuunaiki al lado del maestro Juan Piña, canción nominada en el 2019 a los Latín Grammys, Medalla Dama Guajira otorgada por la asamblea departamental de La Guajira en el año 2022, entre otros.

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