En la eterna discusión sobre juventud contra experiencia parece que siempre van a ganar los segundos; no es que no valore las canas y el aprendizaje a través del tiempo, pero me parece que se ignora de manera permanente a los jóvenes y en la mayoría de las decisiones que los afectan no se les toma en cuenta.
Hace poco vi una foto de unos diez hombres, todos con corbata o sotana, ninguno menor de 55 años, dictando cátedra sobre el aborto; resulta aterrador cómo este tipo de personas toman decisiones sobre temas muy importantes para personas entre los 15 y los 50 años sin el mayor atisbo de vergüenza y sobre todo sin acercarse a preguntar a quienes realmente los afectará su postura. No me explico cómo un cura y un octogenario toman decisiones sobre sexo, embarazo, anticoncepción y aborto que afectarán a la mayoría de los habitantes de un país con mayoría de jóvenes, como Colombia.
Otro asunto que me llama la atención son las propuestas de reforma pensional que seguramente tampoco afectarán a la mayoría de los congresistas, muchos ya con abultadas pensiones o en situación de obtenerla en muy poco tiempo. Hablan de semanas cotizadas, edad productiva y primer empleo sin preguntar siquiera a los menores de 30 años qué opinan, si es que opinan o los dejan opinar sobre asuntos que modificarán su vida y su bienestar futuro. Seguramente al momento en que algún joven de hoy logre pensionarse con las reglas de la nueva reforma, la mayoría de los que votaron la iniciativa en el Congreso estarán muertos.
Nada más aterrador que ver cómo los políticos deciden entrar a una guerra y mandan a una muerte segura a infinidad de jóvenes que no tuvieron la más mínima oportunidad de opinar. Generales, jefes terroristas, curas y religiosos de todas las calañas hablan de derramar hasta la última gota de sangre de los jóvenes, por supuesto, no de ellos que dirigen esas absurdas guerras al frente de pantallas, cómodos, bien protegidos en guaridas blindadas.
Llama la atención como los jóvenes de izquierda o derecha que están en el Congreso poco se preocupan por temas que de verdad afectan a sus coetáneos. De los congresistas jóvenes, uno se centró en decir que pertenece a una minoría que desprecia y la otra a decir que le encanta fumar marihuana y que poco va al Congreso. ¿Y los jóvenes?
A veces miro ofertas de empleo y me llama la atención los requisitos para acceder a un puesto de poca importancia; no mayor de 25 años, con al menos dos idiomas, maestría y tres años de experiencia en cargos similares. De eso se trata, de la desconexión de quien decide con aquellos que afectan sus decisiones. Nuestro desmadejado platanal está lleno de estas situaciones. Decisiones sobe educación, transporte masivo, salud son tomadas por aquellas personas a las que poco les afectará tal decisión.
En el deporte ocurre algo similar, al menos en Colombia; acá tres equipos con problemas decidieron acudir a los servicios de directores técnicos denominados tradicionales; uno que el último torneo importante que ganó en Colombia fue en 1991 y los otros dos con hojas de vida abultadas pero pocos resultados en los últimos tiempos. La experiencia por encima de todo, dicen algunos. De estos tres, dos con historias de maltrato de género que poco importan a quienes contratan pues consideran que lo importante en sus equipos es la mano dura y quién mejor para aplicar esta medida que viejos cascarrabias que basan su autoridad en el miedo. Desactualizados, anacrónicos, malas personas pero “tienen camerino”.
El periodismo deportivo tiene las mismas características, siguen hablando las mismas bobadas los mismos habladores de bobadas, pues los siguen contratando. Apenas uno de los periodistas deportivos de la vieja guardia decidió retirarse, el resto siguen allí, algunos misóginos, poco abiertos al diálogo y con ideas preconcebidas porque han cubierto más de 8 mundiales. El problema real es que son pocos los buenos periodistas, que los hay, que intentan cambiar la tendencia, muchos de los jóvenes de hoy dicen las mismas bobadas que los viejos e intentan copiar las posturas de sabios o simplemente se dedican a dar alaridos.
No entiendo cómo los que nos han traído hasta este estado de postración, desorganización y violencia pretenden arreglar lo que ellos dañaron y dicen sin mayor vergüenza que ahora si están capacitados para mejorar. Es bueno oír a los jóvenes que en países como Argentina están a punto de decidir un nuevo presidente.