Hacer las cosas con intención

Pensar en la intención con la que hacemos una actividad puede ayudar a contrarrestar la angustia que nos puede producir sentirnos cortos de tiempo o de habilidades: Manuel Gómez Vega

lealtad en el trabajo
Situación Según los expertos, la lealtad en el trabajo es una decisión interesada, no moral. (Freepik)

Estoy en una racha de días en los que paso de un proyecto a otro con más rapidez de la que quisiera, sin que ninguno termine de avanzar con la rapidez que deseo. Aun en el desarrollo de actividades relacionadas con los trabajos, al tener varias cosas más por hacer, no estoy ahí del todo, presente.

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A veces, sin embargo, logro parar un momento y distanciarme. Es cuestión de levantar la mirada de la pantalla y oír con atención las frases que pasan por mi cabeza. Con frecuencia, la angustia no tiene que ver con la actividad en sí, sino con el ruido que me produce sentir que no podré con ella –bien sea por tiempo o por falta de habilidades– o con el hecho de saber que hay más tareas esperando.

En esos momentos pensar en la intención con la que hago la actividad me ayuda a centrarme. Me ha ayudado, de manera curiosa, tanto en medio de labores tediosas como de actividades creativas. Lo que me pregunto en esos momentos es si estoy trabajando desde el amor o desde el deber, con la idea de salir del paso. Y aunque una buena cantidad de actividades parten del deber, esto no tiene por qué restarle la cantidad de amor con que las haga. Suena más hippie o new age de lo que yo mismo quisiera, pero es, incluso, una pregunta sobre aspectos operativos.

Supongamos que debo desarrollar una tarea repetitiva por un largo periodo de tiempo. Lo más factible es que, por aburrimiento, en determinado momento deje de prestar atención y, con ello, abra campo para cometer más errores y genere un peor resultado. A veces, con el solo hecho de recordar cómo esa labor, por más pequeña que sea, necesita de mi atención puede despertar un nuevo amor por lo que hago. Cuando hablo de hacer algo con amor es, simplemente, hacerlo lo mejor que puedo con el tiempo y las habilidades que tengo.

Uno bien puede desarrollar determinada labor sin amor alguno y solo en función del miedo por no cumplir o de las palmaditas que espera –un comentario, un reconocimiento, un ascenso, etc.–, pero enfocarse en ello no nos permitirá hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos, solo nos desconcentrará en función de un futuro inexistente.

Hacer las cosas con amor no nos asegura las palmaditas en modo alguno. Puede que el resultado no sea el que ni nosotros ni el cliente esperamos. Pero, en términos operativos, es la medida más eficiente: es confirmar que estamos prestando atención a sea lo que sea que estemos haciendo.

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