El mundo ha cambiado, y eso lo hemos notado al utilizar con frecuencia herramientas tecnológicas que nos ayudan a optimizar el tiempo y comunicarnos ágilmente entre nosotros o con asistentes virtuales (Siri o Google Now) que nos informan, recuerdan o ayudan en temas o actividades programadas en nuestras agendas diarias. Estos cambios vertiginosos y que posiblemente no imaginábamos, se dan debido al avance de lo que hoy conocemos como: La Cuarta Revolución Industrial.
A partir de la creación y uso de las nuevas tecnologías han surgido diversos debates sobre la necesidad de estas, incluyendo los beneficios y desafíos que traen y evaluando si ayudan a resolver las problemáticas sociales, o si por el contrario están generando otras. Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, describe este fenómeno de manera sencilla: “una de las características de la cuarta revolución industrial es que no cambia lo que hacemos sino lo que somos”.
En esta línea me surge la duda de si la Inteligencia Artificial (IA), tan mencionada en los últimos meses, ha venido a aportar a la sostenibilidad o a aumentar los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Según la Unión Europea, la IA es la habilidad de una máquina de presentar las mismas capacidades que los seres humanos, como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y la capacidad de planear. La IA permite que los sistemas tecnológicos perciban su entorno, se relacionen con él, resuelvan problemas y actúen con un fin específico. La máquina recibe datos, los procesa y responde a ellos.
En este sentido, ¿puede reemplazar a los seres humanos generando mayor desigualdad? ¿Puede crear soluciones innovadoras para la emergencia climática y la pérdida de la biodiversidad? Según The Boston Consulting Group, la IA puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un equivalente al 5% o el 10% de la huella de carbono de una organización. Al mismo tiempo, el almacenamiento de datos está generando grandes cantidades de desperdicios electrónicos y un uso energético en aumento que puede ocasionar mayores emisiones de GEI. Una paradoja que con innovación social tendríamos que fortalecer para que la IA sea realmente un apoyo para la sostenibilidad y no un proceso que genere mayores problemáticas sociales, ambientales y económicas.
Lo anterior es solo un ejemplo; podríamos hablar del impacto en los puestos de trabajo, pero para ello la tecnología nos ofrece entregar una educación de calidad, más estratégica y menos operativa. Podríamos mencionar los productos y materiales utilizados para las infraestructuras que requiere la IA y que pueden estar degradando nuestra biodiversidad, pero también los beneficios de llegar a lugares no conocidos y de tomar decisiones rápidas y efectivas con el apoyo de los datos. En fin, varios debates y paradojas que nos trae consigo la IA, pero de lo que estoy seguro es que esta es una herramienta fundamental para la sostenibilidad, todo depende del uso que el ser humano le dé a esta y cada una de las tecnologías que la Cuarta Revolución Industrial ha puesto en nuestro camino y que es cuestión de ponerlo en práctica. En la Visión 2050 Colombia, lanzada por CECODES a principios del año 2023, proponemos la conectividad como un camino esencial para la sostenibilidad y el uso de datos como transversal a las soluciones que requerimos para ser sostenibles al año 2050. Los invito a revisar este documento y a conocer cómo articulado con otros caminos la tecnología puede ser un aliado fundamental para objetivos comunes en pro del desarrollo sostenible del país.