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Opinión: Destroyer

“Con cinismo a prueba de balas, Infantino dijo que la FIFA no pensaba en dinero sino en fútbol”

El presidente de la FIFA Gianni durante una rueda de prensa en Kigali, Ruanda, el jueves 16 de marzo de 2023. El Congreso de la FIFA reeligió por aclamación a Infantino a un nuevo período de cuatro años. (AP Foto) AP (AP)

Daba risa ver los debates presidenciales en Rusia. Iban como 20 candidatos que más parecían panelistas de programa de fútbol antes que tipos con ganas de armar una propuesta y un plan para su país. Se la pasaban agarrados entre ellos, echándose vainas y recordando muertos en closets ajenos. Mientras que todo esto ocurría, el favorito y que estaba arrasando en las encuestas no asistía ni de fundas a esos circos. ¿Para qué si era el seguro ganador? En los comicios se reflejó lo insustancial de aquellos candidatos de arcilla: Vladimir Putin, sin asistir a un solo show de esos, aplastó a los demás contenedores.

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Algo así pasa con Gianni Infantino en la FIFA. Se presentó solo; no hubo oposición al ser el único candidato y fue reelecto hasta el 2027. Y el alopécico dirigente que tiene la sonrisa fácil -más que la tabla del 1- y que en cada salida del Mundial de Qatar fue silbado estruendosamente por el público (fue un placer observar unidos a croatas y marroquíes en las graderías del estadio Khalifa chiflando a una sola voz, como si se tratara de un clamor popular que no distingue banderas) no le importa ser más bien poco querido por los hinchas. Ese no es un problema que le quite horas de sueño. Lo que verdaderamente afana a este hombre es tener en el bolsillo a los que logran garantizar su permanencia en su cargo: los dirigentes de todas las federaciones afiladas a la FIFA.

Y sigue dándoles gusto a todos bajo el pretexto populista de concebir un fútbol más democrático y en el que todos tengan cabida. Por eso ya dejó listo su legado impresentable, ese que está echando a perder el fútbol cada segundo: la próxima Copa del Mundo se hará entre 48 países que disputarán 104 partidos para determinar quién va a ser el ganador de un trofeo que ya más bien parece una especie de exigida a un deseo concebido desde la lucha y el sacrificio.

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Con cinismo a prueba de balas, Infantino dijo que la FIFA no pensaba en dinero sino en fútbol; nadie se rió y era de esperarse porque toda la dirigencia apunta al mismo sector que el poderoso pelado: a engrandecer sus arcas al precio que fuere, sin importar que con esa sobrexposición se esté matando lentamente a un deporte que presumió de ser atractivo pero que por estos tiempos combate con una cantidad de distracciones más para acaparar la atención. Con sus decisiones, el mandamás de la FIFA, está ganándose el poco honroso mérito de ser el hombre que puso la primera piedra en la destrucción del fútbol tal cual lo hemos conocido.

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