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Opinión: Están hablando del faso

“Fumen marihuana, metan lo que quieran, pero dejen la lora”

Primero, decir que no entiendo el escándalo que la marihuana causa en la sociedad. Parecen señoras uribistas, con perdón de las señoras (y de los uribistas). Se aterran por cualquier cosa, dicen que se han perdido los valores, se preguntan a dónde vamos a parar y usan la palabra marihuanero a manera de insulto. Todo muy 1950. Y además, mojigatos, porque si algo hace este país además de producir droga, es consumirla. Condenar la marihuana en público y meter perico en privado, muy nosotros.

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Esto, a raíz de lo que dijo Susana Boreal la semana pasada sobre consumir marihuana todos los días, que no me causa ni fu ni fa porque me parece más el ánimo de alguien de llamar la atención y crear polémica que cualquier otra cosa. Todas las noticias que produce ella me parecen tan irrelevantes que no vale la pena reparar en ellas, y sin embargo acá estoy, escribiendo una columna al respecto. Tanto criticar a los tibios y ella no produce ni frío ni calor, al menos por ahora, ya veremos cómo madura. Eso pasa cuando se vota por una foto de alguien dirigiendo una orquesta con una batuta como si fuera un gran líder. Elegimos un póster.

Acá debo decir que no fumo marihuana, y lo hago para que los retrógrados no crean que estoy defendiendo a “los míos”, y también para aclarar que desconozco sus efectos si se consume con demasiada frecuencia. Diría que son perjudiciales porque nada en esta vida, ni la felicidad, es bueno en exceso, pero quién sabe. Encima, no creo que lo malo sea la marihuana, así como no es mala la plata ni el trago ni el chocolate ni el cigarrillo ni la velocidad ni el amor ni la lujuria, lo malo es dejarse desbordar por las cosas que nos gustan.

Lo cierto es que no se sabe qué fue más ridículo, la afirmación de la representante a la Cámara por Antioquia, la reacción de los conservadores o la defensa de los progresistas. No entiendo la glorificación del consumo de marihuana, del consumo de nada de hecho. Entiendo que ha sido condenado durante décadas y que esa represión puede generar ganas de gritárselo al mundo para que dejen de joder, pero también hay ahí mucho de inmaduro, de bacán tipo “Uuuuuuuuuuuu, viva la marihuanaaaaaaa motherfuckeeeeeeeers”. Conozco personas que hablan de eso un día sí y el otro también, y estoy convencido de que fuman no por el placer de hacerlo, sino para poder contar que lo hicieron, así como a la gente que se emborracha le encanta recordar al día siguiente cuánto tomaron y las idioteces que cometieron. Cada vez que oigo esas charlas con sus chistes sin sentido me acuerdo de un sketch de Peter Capusotto llamado ‘Están hablando del faso’, sobre la ridiculez de las personas que glorifican la marihuana.

Está bien que a uno le guste algo y que pida que no se lo prohíban, pero andar gritándoselo constantemente al mundo, no sé; tanta reafirmación es rara. Recuerdo cuando me la pasaba en la calle con camisetas de fútbol para que me las admiraran y me da, como dicen los jóvenes de ahora, un ‘cringe’ que ni les cuento. Iba con ellas a todo lado: a clase, a fiestas, a planes con mi novia. Hoy veo fotos de aquella época y entiendo lo ridículo que me veía y lo vacío que era. Hoy soy vacío también, solo mis carencias las lleno con comida. A Dios gracias que comer de más no es ilegal. Es una puta miseria, pero no te meten a la cárcel por ello. Y quien dice fútbol o marihuana dice, no sé, fisicoculturismo. Imagine tener que lidiar con alguien que vive mostrando sus músculos, subiendo videos alzando pesas, metiendo el tema en cada conversación diciendo que es lo mejor y aconsejándoles a los demás que lo practiquen. Y repito, el fisicoculturismo no es comparable con el consumo de marihuana, que los comehierro nunca han sido perseguidos, mi problema es con el monotema y la intensidad. Fumen marihuana, metan lo que quieran, pero dejen la lora.

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Una amiga me metió a su círculo verde de Instagram, y cuando pensaba que iba a ver cosas interesantes o raras, resultó que empezó a subir videos fumándose unos bates que ni Bob Marley en sus mejores días, les cuento. ¿Cuál es el punto? ¿Qué le quiere gritar al mundo? ¿Es una declaración política para que la legalicen del todo, o es solamente que la hace sentir rebelde? Sin embargo, no puedo dejar de verla porque, aunque me desagrade, no quiero que me saque de su círculo verde. Es como un pequeño club que cuando te invitan, no debes renunciar a él. Lo único que le abono es que cuando escribe marihuana, lo hace con H, como debe ser, porque si hay algo más desagradable que el olor de la mata, es que la escriban con G.

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