Que el rock está muerto lo saben hasta los reguetoneros. Y si no ha fallecido aun, lleva años en coma profundo, que viene siendo lo mismo. Se sigue oyendo y siguen saliendo grupos, pero la época de las grandes bandas que dominaban las ventas, los premios y las listas de popularidad es cosa del pasado, no en vano uno de los fundadores de la revista Rolling Stone dijo recientemente que el género terminaría siendo de culto, igual que el jazz. Para que quede claro, los días gloriosos del rock ya pasaron y toca hacer las paces con la idea.
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Es por eso que bandas como U2, Aerosmith y los Stones siguen sonando y haciendo giras, no solo porque toca mantener el género vivo como sea, sino porque no hay nuevas agrupaciones que les hagan contrapeso. A las pruebas me remito y toca hablar de Rosalía, que acaba de ganar el premio Grammy a mejor álbum de rock latino. Y sí, la categoría completa incluye rock latino y música alternativa, pero es que ya sabemos cómo son los norteamericanos con eso. Cuando se trata de Hispanoamérica te meten tres o cuatro géneros en uno solo, así como en geografía te fusionan siete países y asumen que México se extiende desde el Río Grande hasta el Tapón del Darién.
Pero da igual, porque que Rosalía quepa en rock habla muy mal del género. Y no me estoy metiendo con la música de la española, solo digo que no puede ser que su estilo quepa en la misma casilla que la de Charly García, Soda Estéreo, El Tri o Los Rodríguez. No puede ser que, venga de donde venga, el rock haya empezado con Chuck Berry y perviva ahora en Rosalía, con todo el respeto.
Y lo peor es que es su segundo premio en la categoría, lo que reconfirma que el rock no es lo que era, igual que la salsa. Así como nos quedamos detenidos en La Fania, tenemos gastados los discos de AC/DC. Y si nos queremos poner de modernos oímos el grunge de los noventa o alguna otra rareza tipo St. Vincent, que es una maravilla, pero a la que le faltan unos cuantos decibeles para ser considerada rock puro y duro.
Y ojo que no estoy diciendo que todo tiempo pasado fue mejor, me niego a convertirme en una de esas personas que añora las cosas de su adolescencia y desdeña todo lo nuevo. Ningún remordimiento por lo que el rock solía ser y ya no, que de eso se rata la vida. Estaríamos locos si pretendemos que los jóvenes que salen ahora quisieran sonar como sonaban los Beatles hace sesenta años.
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Mi crítica no es entonces hacia Rosalía, que esta vez le ganó a Fito Páez y Jorge Drexler, que roqueros, roqueros no es que sean del todo. Es más, ni siquiera es una crítica, es más una descarga, un grito al cielo a ver si alguien lo oye y rescata el género, que tampoco vendría mal. La española de treinta años tiene ya dos Grammy anglo y una decena latinos, lo que la pone en la cima del mundo. Esta vez celebró su premio subiendo a redes una foto desde su cama, y ni idea por qué no le habrá apetecido ir a la ceremonia, siendo que, ganando o no, es una verdadera fiesta.
Felicitaciones por su galardón, pero muy poco roquera su actitud. ¿Dónde quedó la rebeldía y la rabia interior? ¿Qué pasó con aquellos desadaptados que rompían guitarras y hacían pactos con Satán? ¿Qué diría al respecto el bueno de Kurt Coabin si todavía estuviera vivo?