Carlos Queiroz, en tiempos de su administración en Colombia, nunca disimuló su intención de hacer un recambio en la posición de arquero en su equipo, más allá de que David Ospina no contaba con ningún error grave o tacha destacable. Queiroz entendía que, con un guardameta un poco más alto, de mejor talla, podría jugársela sin temor a arrepentirse.
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Por eso en esos tiempos el nombre de Álvaro Montero supuso ser una aparición bien destacada. Con una carrera extraña y muy sacrificada, a Montero le tocó empezar en el extranjero para tratar de ser profeta más allá de sus propias fronteras y recaló en Sao Caetano y San Lorenzo de Almagro y de ahí a Cúcuta, donde Alberto Gamero lo sacó de jugar en segunda división para atajar en el Deportes Tolima, sitio en el que su carreras se fue afianzando hasta transformarse en uno de los eternos nombrados para comenzar una renovación dentro de un lugar en el campo en el que Colombia no contaba con tantas opciones como en aquellos tiempos de Higuita, Córdoba, Calero y Mondragón.
Tras una detención obligada de Montero porque en un control antidoping apareció una sustancia llamada Isometepteno -que, al parecer, estaba en un medicamento para combatir la migraña- regresó de nuevo a los campos y se oía de ofertas provenientes del fútbol del exterior para llevárselo. Al final y, tal vez por cuenta de ese episodio, ese interés foráneo se enfrió un poco, pero en Colombia Millonarios dio el golpe de opinión al llevárselo hacia sus filas. Luego de varios tumbos en eso de elegir un nombre idóneo para esa posición -cuesta trabajo creer que la portería del equipo azul la ocuparon hombres como Christian Vargas, Christian Bonilla y Esteban Ruiz- por fin en Bogotá quedaba la sensación de que uno de los puestos más descubiertos y descuidados en los últimos tiempos había sido perfectamente resguardado con la presencia de Montero.
Ya en la capital Montero poco y nada ha podido destacarse: después de un maravilloso comienzo en un partido contra Pasto -donde atajó penal-, sus rendimientos fueron más bien flojos. Errores infantiles -como contra Fluminense- algunas irresponsabilidades absurdas -su expulsión ante Once Caldas-, entre otros momentos dignos de un álbum de fotos que es mejor que sea guardado en un cajón bajo llave, no dejaron que la confianza fuera de nuevo una palabra.
En los amistosos previos de regreso a la actividad en el 2023, un poco la imagen del buen arquero todavía dista mucho de la de 2019: el empate de Tousart (Hertha) llega por su palo y un rebote suyo genera el gol de Mammana (River). La lesión de David Ospina con su club, Al Nassr, pone de nuevo el debate sobre la fragilidad en cuanto a reemplazos para la Selección Colombia en este sector de la cancha, más allá de contar con Camilo Vargas y Kevin Mier -a quien igual hay que ir esperando con calma- ¿Cuál es el futuro de esta posición? ¿Quién está dispuesto a asumir ese sitio en el seleccionado?
Esta puede ser una oportunidad de oro para que Álvaro Montero gane de nuevo aquella preponderancia que Carlos Queiroz le supo dar hace un par de años. De él depende.