Atlético Nacional: El Avianca del fútbol nacional

“Avianca se declaró en quiebra durante la pandemia. Nacional no lo ha hecho, pero en cada respiración sus directivos se quejan de que el club no tiene plata”.

Nacional confirmaría la llegada de su cuarto refuerzo para el 2023.
Atlético Nacional (Tomadas de Instagram: @nacionaloficial - 21 de diciembre de 2022)

La grandeza es un concepto que se debe escribir a diario. Marcelo Gallardo, el ex director técnico de River Plate, decía que la grandeza no es una meta, es algo que hay que sostener, mejorar y aumentar. Si una institución llega a cosas grandes y cada día lo promueve como su eslogan, saca pecho frente a ello e, incluso, por momentos se lo enrostra a sus competidores, pero con el paso del tiempo edifica su presente sin el sostenimiento de dicha grandeza, se aferra a ella y, al contrario, vive de sus glorias pasadas cuando su realidad va por el camino de la pena, la improvisación y la pequeñez, el papelón es inconmensurable. En esos casos, es mejor reconocer que la grandeza formó parte de un bello pasado y que el hoy se quiere tejer en el marco de objetivos y manejos pequeños, muy pequeños.

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Es ahí en donde el destino une a un equipo de fútbol, Atlético Nacional, con una aerolínea, en este caso Avianca.Fundada en 1919 bajo el nombre de Scadta, construyó una historia de grandeza en la que su nombre era sinónimo de Colombia. ¡Avianca! De inmediato, en cualquier lugar en donde sus aviones hubieran depositado sus alas, se pensaba en todo un país. Creció uno viendo sus aviones rojos, a sus bellas azafatas envueltas en sus sastres escarlatas y viendo desfilar sus imponentes aviones, el 747 era el rey de los reyes. No importaba si al lado carreteaba también un avión de Aces, SAM o Aerocóndor, Avianca era el mandamás y el que uno oía siempre en cada hogar colombiano como la principal alternativa a la hora de viajar. Avianca era grandeza colombiana.

De menos a más, Atlético Nacional construyó su historia. Desde que se llamó Atlético Municipal, hasta hoy, pasando por dos eras de oro: finales de la década de los ochenta, gran parte de los noventa y los años comprendidos entre 2011 y2017, el equipo paisa se consolidó como el más ganador de Colombia, el de mayores logros internacionales, el más grande del país, uno de los más grandes del continente y una marca reconocida en el mundo. Atlético Nacional es (¿era?) sinónimo de grandeza.

Avianca se declaró en quiebra durante la pandemia. Nacional no lo ha hecho, pero en cada respiración sus directivos se quejan de que el club no tiene plata, está en crisis y no es sostenible. Avianca cambió sus servicios: el confort es cosa del pasado, sus sillas son armatostes que ni siquiera reclinan, sus vuelos se cancelan, sus horarios no se respetan, su atención al cliente se vino al piso; en sí: Avianca es sinónimo de quejas y más quejas.

Atlético Nacional cambió sin que hayan tenido la vergüenza de decirlo. Los cambios los han venido dando de maneradosificada en medio de varios fracasos que han tenido algunos oasis de victorias, pero cuando todo parece ir bien, los dueños y sus directivas son muy efectivos a la hora de volver a realizar acciones que tiren para atrás el concepto de grandeza.

Nacional ya no es el equipo de grandes contrataciones y golpes de opinión que reventaba el mercado local. Tampoco es el equipo que dentro de su discurso maneje ambiciones relevantes en el plano de sus competencias internacionales. Antes se hablaba de ir por la Libertadores o la Sudamericana, se gritaba a los cuatro vientos, y por más que no se diera, ese querer daba fuerza, una fuerza que trajo dos glorias continentales. Ahora no, el discurso mutó a una especie de “vamos a participar a ver qué sale y qué miedo con los brasileños y argentinos”. El discurso de la pequeñez.

Avianca tiene rota la relación con sus clientes; Atlético Nacional, también. Ya no hay amor. En Nacional hay que adicionar el tema de una pasión en la que sus clientes-hinchas no pueden irse a otro equipo (cuestión de códigos sagrados), como sí puede hacerlo un cliente de Avianca que quiera viajar en otra aerolínea. La herida crece cuando ese hincha (que no es bobo) ve que no hay claridad e, incluso, berraquera y respeto desde los dueños para decir “ya no le vamos a apuntar a lo grande, seremos otro Envigado y esas son las condiciones”. No, en su lugar siguen maquillando causas perdidas en aras de una autosostenibilidad que lo único que oculta es las ganas de un negocio más rentable sin apuntar a magnos objetivos o, mejor, a lo que salga en el camino…

Avianca y Atlético Nacional, la grandeza de dos instituciones enormes, diluidas al ritmo del low cost, sin importar que eso fracture el corazón de sus clientes-hinchas. Una tristeza absoluta, ya que construir grandeza toma años, décadas, toda una vida, perderla es cuestión de tiempos fáciles…

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