Esta historia es imposible de no ser narrada en primera persona, pues es el recorrido en un pequeño rincón del mundo donde me enamoré de la cocina y no me refiero a ella como oficio, sino más bien el lugar donde llegan los hombres de estómagos cansados a ser restaurados. Este es un recorrido en El Líbano, Tolima, por tal razón, este artículo quiero dedicarlo a mis padres, a mi hermana y a la tierra que me vio nacer.
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En este municipio todavía persiste el vestigio de una colonización antioqueña que le dio su fundación; aún se preserva parte de la arquitectura del fenómeno migratorio que surgió en los pueblos nortolimenses a finales del siglo XIX y a comienzos del XX. A pesar de estar en el departamento del Tolima, muchos de sus usos y costumbres son herencia antioqueña, fundamentalmente su forma de hablar, la gastronomía, la música y en sectores rurales, el vestir.
El Líbano recibió su nombre de los colonos antioqueños que encontraron un valle con cedros descomunales como los existentes en el país homónimo en el medio oriente. Es un lugar de clima templado que lo hace ideal para el cultivo del café, no en vano hasta hace no mucho tiempo, era uno de los municipios con mayor producción de grano en Colombia después de Pensilvania, Caldas. A este municipio se puede viajar a través de cualquier vía que conecte con el desaparecido Armero y de ahí en adelante son 32 kilómetros de escalada por la cordillera, siguiendo una carretera que se encuentra en óptimas condiciones. El viaje desde Bogotá tarda aproximadamente de 4 a 5 horas y desde Ibagué se llega en algo más de hora y media.
La primera parada después de Armero es el corregimiento de Convenio, allí podremos encontrar las primeras delicias gastronómicas de la región, donde el cerdo es el principal protagonista lo que devela parte de la herencia antioqueña, pues como lo vimos en el artículo sobre la bandeja paisa, el consumo de cerdo en ese departamento es notable y naturalmente, las regiones que colonizaron, continuaron con esta costumbre alimentaria. En nuestra primera estación nos deleitamos con chorizos de cerdo ahumados artesanalmente en horno de leña, piezas de cerdo como el codillo en una salsa criolla de un sabor majestuoso, morcilla y un chicharrón tan crujiente que haría delirar al mismísimo Tulio recomienda. La siguiente parada es la finca La Esperanza, de propiedad de Orlando Flórez, un reconocido líder de la región que vive sus años de retiro entre cafetales y frutales. Ahí tuvimos la oportunidad de probar deliciosas frutas de la región como guayabas, naranjas nativas, gigantes mandarinas, anones, incluso tiene entre sus cultivos algunos árboles de mangostino y arazá, que, a pesar de no estar en su clima, condiciones de suelo y altitud ideal, son un deleite para la vista, el gusto y el olfato.
Después de nuestras paradas obligadas llegamos a ‘la ciudad de torres blancas’, que es como se conoce a El Líbano, nombre que se le dio a partir de una canción que en su honor compuso el maestro Jorge Villamil. Allí hay una extensa oferta hotelera para todos los presupuestos, pero lo más importante es la gastronomía local, donde encontramos la diversidad entre el arraigo y lo moderno. El primer lugar que visitamos es el parque principal, rodeado de grandes casonas, edificios gubernamentales y algunos edificios modernos. Allí encontramos populares cafés como Moca y el Café Águila, los cuales venden el mejor tinto de la región, pues utilizan café producido por campesinos, algunos de ellos orgánicos con una producción amigable con el medio ambiente. Sin embargo, algunos hijos de El Líbano como los propietarios de cafés como Meridiano, Empoderada, Crush y Nativa hacen una apuesta por cafés especiales con modernas técnicas de barismo que llevan a un nivel más alto a la bebida por excelencia de la región.
Ya en lo que concierne al buen comer las opciones son muchas, empezando por los tradicionales restaurantes de la plaza de mercado como Hawái o el de Las Negras, donde podemos encontrar la mejor carne guisada, diversidad de sopas y caldos, pescados con una salsa prodigiosa, tamales y la infaltable lechona de los Carrillo. En el mismo mercado encontramos el popular Salchichón Tovar con una legendaria receta similar a la de algunos embutidos del viejo mundo, que a pesar de no ser exportado, los hijos de El Líbano cuentan que incluso lo han visto en pubs de Nueva York.
De otra parte, a las afueras de este pintoresco municipio están algunos restaurantes modernos como El Agrado, que nos ofrece una amplísima carta con pescados, parrilla con cortes de carne que no le desmerecen a las de ninguna gran ciudad, pescados y cazuelas, además de unos postres típicos de la región, entre los que puedo destacar la torta de queso, con la que me aventuro a decir que es la mejor que he probado en mi historia como cocinero. Este establecimiento cuenta con hospedaje en modernas cabañas rodeadas de un paisaje natural único en esta región, además de la cocina más grande del Norte del Tolima, en la que se utilizan modernas técnicas y muchos de sus ingredientes son producidos por sus propietarios y por campesinos locales.
Otro restaurante infaltable es Sky Experience de propiedad de Luis Fernando Cardozo, un sommelier que recorrió el mundo en incontables cruceros y que ahora ha regresado a crear empresa en paz y prosperidad que su terruño ofrece. Este restaurante se ubica en uno de los cerros tutelares y por ende goza de una vista excepcional al valle en el que se asienta El Líbano. Cuentan con una muy buena carta de comida nacional e internacional, generosas porciones y muy buen precio. Adicionalmente oferta hospedaje en elegantes habitaciones, camping y glamping. Siguiendo con la línea de restaurantes campestres se halla Nimeima, con una amplia carta de gastronomía local e internacional, además de contar con piscina, hospedaje y es dueño de una de las mejores vistas hacía el plan del Tolima, en el que es forzoso divisar un atardecer de colores rojizos en tiempos de verano.
Dentro de la zona urbana del municipio, encontramos el Solar Gastrobar, una apuesta por traer cocina de alto nivel donde resalta su parrilla, entre los más destacados están el tomahawk y el ribe eye de ganado Angus que son garantía de terneza y jugosidad; además ofrecen pescado, pollo, cerdo y un buen número de hamburguesas artesanales, así como cocteles, destilados y cervezas importadas. Este restaurante fue visitado en meses anteriores por el popular influencer colombo alemán Dominic Wolf.
Pero El Líbano no es solo gastronomía, cuenta también con senderos y carreteras ideales para la práctica de ciclismo de montaña, downhill y otros deportes extremos, así como imponentes cascadas como las de la tigrera en la que se puede realizar rapel. En este orden, otra actividad imperdible es la visita a la Reserva Agroecológica Santa Librada, de más de 50 hectáreas donde se estudian más de 500 especies animales, entre las que resaltan más de 80 especies de aves entre especies en peligro, migratorias, endémicas y residentes permanentes. Esta reserva ofrece hospedaje, senderismo y deportes de aventura.
Adicionalmente, desde el municipio podemos partir hacia el Nevado del Ruiz al que llegaremos en menos de dos horas y antes de llegar a este podremos visitar el vecino municipio de Murillo, un pintoresco y hermoso pueblito que parece detenido en el tiempo y que en los últimos años ha hecho una ingente apuesta por el turismo y la gastronomía; entre lo más destacable están aguas termales en su zona rural, principalmente las del bosque, la cabaña y el sifón, así como la cascada del silencio, una caída de aguas provenientes del nevado.
Como conclusión no podemos más que invitar a los lectores de esta sección a que se den la oportunidad de visitar un destino diferente a los acostumbrados en el turismo interno, con lo cual contribuimos a la recuperación de una economía que aún siente los efectos de la pandemia y que se constituye como una alternativa a los altos precios del dólar que pesan sobre destinos internacionales. Con esta pequeña guía quiero contarles como es el lugar en el que nací y quiero que también se enamoren de sus calles, sus montañas, su gastronomía, cultura y sobre todo de sus gentes, personas que como sus arrieros y fundadores, con temple y estoicismo han hecho parte de la gran historia de nuestro departamento del Tolima.