El martes se aprobó el Acuerdo de Escazú. Aunque le faltan debates, éste era crucial. Porque era la primera sacada de clavo sustantiva frente al gobierno de Duque. Este Acuerdo busca proteger a los defensores del ambiente, garantizar la información sobre cambio climático y, entre otras cosas, asegurar una mayor participación de las comunidades.
La votación en el Senado tuvo un doble simbolismo: aunque el proyecto de ratificación se originó en el gobierno (que lo había suscrito) incluso con mensaje de urgencia, fue abandonado por éste. La oposición actual, gobierno dentro de pocos días, cree que fue una mamada de gallo. En segundo lugar, fue la primera oportunidad para medirle el aceite al vigor de la coalición de Petro. Ya no era sólo paisaje, lenguas indígenas y exuberancia de sombreros. La cosa era con votos. Y a fe que el resultado mostró que, al menos por ahora, la torta se volteó radicalmente.
74 votos a favor es una muestra de capacidad de decisión a la cual se sumaron de manera mansa los partidos que antes había torpedeado varias veces la aprobación del Tratado. Quedó solo el Centro Democrático en la oposición. Una mirada positiva insinúa que, al menos durante el primer año, Petro tendrá de verdad la llave de muchos cambios. Pero la experiencia indica que no hay luna de miel eterna. Lo saben las novias. Y aún en plena luna de miel, el dentífrico destripado en el centro y no en la cola, la lucha por el control de la tv, y la visita de la suegra, son la cuota inicial de resquemores futuros. Ya veremos la reforma tributaria.
Pero lo cierto, y ya es historia, es que el arranque en el Senado de la coalición gobernante fue demoledor. Voto a voto dejó en el aire la idea de que van a pasar cosas.
Hasta el martes, la discusión era sobre el congresista que usó zapatos de tacón (algo verdaderamente inocuo) y las ropas elegantes de las congresistas de izquierda (inocuo y tan banal como los ferragamo)... Pendejadas. El martes el Pacto Histórico puso vara alta. Vamos a ver cuántos congresistas en vez de saltar, se meten por debajo. En geografía, el Cabo de Hornos es el punto de quiebre. La votación de este martes, ¿es el Cabo de Hornos o apenas una furrusca temprana?