Opinión

Tetralogía del vino II: Introducción al vino para aficionados

Feria Nacional del Queso y el Vino de Tequisquiapan 2022 (Dreamstime)

Después de conocer algunos mitos sobre el vino en la primera de nuestras cuatro entregas, es hora de dar un paso más en este brevísimo curso de vinos, que busca de manera práctica y con un lenguaje sencillo, entregarnos algunos elementos para conocer mejor de este maravilloso mundo.

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Para aprender de vinos se requieren no pocas horas de estudio, pero tratándose de personas como usted y como yo, que queremos quedarnos con la parte del deleite, vamos a ahorrarnos la parte compleja del aprendizaje y empezaremos por una corta pero importante lección: El color de los vinos se lo da el contacto del jugo de la uva (mosto) con la piel de estas. Explicando un poco más detallado lo anterior, por ejemplo, para la elaboración del vino tinto, al momento prensar las uvas para obtener su jugo, este se deja en contacto durante un tiempo con la piel de las uvas, para que tome la tonalidad que lo caracteriza. En el caso de los vinos blancos, el contacto con la piel es por mucho menor que el de los tintos. por otro lado, el vino rosado tendría un contacto intermedio con la piel de las uvas y de ahí el curioso color de estos.

Ahora que ya conocemos el primer aspecto de la fase visual, podemos seguir simplificando el proceso y pasamos a la fase olfativa. Una vez abierta la botella serviremos el vino en una copa y procederemos a olfatearlo tomando nota mental del resultado. Después de esto agitaremos por unos segundos la copa en forma circular apoyando su base sobre una mesa. Nuevamente inhalamos introduciendo la nariz en la copa y veremos que como cambian los aromas del vino. El paso anterior ayuda a oxigenar el vino, con lo cual se potencian e intensifican sus aromas.

De otra parte, es muy común que algunas personas tengan cierta resistencia al probar por primera vez el vino tinto, situación que se debe a los taninos que contiene la uva y nos dan una sensación de aspereza o sequedad en boca y dientes. Por tal razón, si no se ha tenido una aproximación anterior, la recomendación es iniciar por los vinos blancos, que son más frescos y tal vez serán más amigables al paladar. Si queremos iniciar por los vinos blancos, podemos empezar con tres de las uvas más representativas de estos: Riesling, Sauvignon Blanc y Chardonnay.

La cepa (variedad) Riesling es originaria de Alemania y se caracteriza por tener aromas minerales, de limón, manzana, flores blancas y durazno. Por su parte, el Sauvignon Blanc es de origen francés, es un vino fresco, con aromas herbáceos, frutales (limón, manzana verde, pimentón, durazno) y minerales. Posteriormente seguiremos con la cepa Chardonnay, la reina de las uvas blancas. Esta variedad nacida en Francia tiene mayor fuerza en boca que las dos anteriores y podremos encontrar aromas frutales a manzana, nuez, durazno, lácteos y minerales.

Una vez hayamos hecho el paso por los vinos blancos y tengamos la oportunidad probar diferentes bodegas y regiones vinícolas, podemos optar por hacer un breve paso por los vinos rosados, para no entrar del golpe en los vinos tintos o, por el contrario, si nuestro aprendizaje inicial ha dado buenos resultados, podemos pasar directamente a estos.

Para no desfallecer con los excepcionales tintos, la recomendación es empezar con uvas menos tánicas, que no nos van a generar la sensación de sequedad o astringencia. Para tal efecto podemos probar la variedad Pinot Noir, a la cual algunos enólogos la han llamado “la blanca de las tintas”. Esta variedad nos presenta aromas a fresa, frambuesa y cereza. Después de esto podremos avanzar con la Merlot, un vino más potente, con más cuerpo y mayor complejidad, que nos ofrecerá aromas a mora, ciruela y rosas. Por último, podríamos avanzar hacia el Cabernet Sauvignon, la reina de las uvas tintas; un vino que esencialmente se recomienda maridarlo con un buen plato que resalte su excepcionalidad. En este vino encontraremos aromas a pimentón, cerezas, chocolate oscuro y mermelada de frutos rojos.

Finalmente, si pasamos a vinos más robustos como el Merlot o Cabernet Sauvignon y nos resulta un poco abrumador a nuestro gusto, la recomendación es no desistir y tal vez probar otras variedades tintas como la Malbec, Zinfandel o Bonarda, lo cual acostumbrará nuestro paladar y podremos retomar los tintos más complejos de nuestra sugerencia.

“Todos somos mortales hasta el primer beso y la segunda copa de vino”. Eduardo Galeano.

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