El 11 de marzo de 1990, el Presidente Virgilio Barco se tomaba un tinto con jóvenes estudiantes para celebrar que la Corte Suprema de Justicia daba vía libre a la denominada Séptima Papeleta, que permitió la Constituyente.
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Esta fue una de las más importantes gestas juveniles que ha dado nuestra historia. En un momento de profunda violencia, los jóvenes de esa Colombia respondieron con el arma más poderosa: La democracia.
Han transcurrido más de 30 años y nuestra evolución como sociedad es notoria. Sin embargo, nuestra juventud, atravesada por nuevas formas de comunicación, de emprendimiento, de información y, sobre todo, una generación que ha sufrido los más duros embates de una pandemia global, ha pedido nuevos espacios democráticos para que esa visión de país sea incluida en el desarrollo.
Como parte del proceso que emprendimos desde el Gobierno Nacional de dar esa participación real, sincera y franca a los jóvenes, el próximo 5 de diciembre, 12 millones de jóvenes entre los 14 y 28 años están habilitados para elegir, por primera vez en un país de América y el Caribe, a sus representantes para que lleven todas esas ideas, inconformidades, propuestas y anhelos ante las autoridades tanto regionales como nacionales a través de las elecciones populares de los Consejos Municipales y Locales de Juventud.
Estos jóvenes, como aquellos que lideraron el movimiento que permitió la Séptima Papeleta, tienen un gran reto: Convertir el voto en el verdadero camino del cambio.
El proceso para llegar a estas elecciones se ha ido construyendo con los mas de 41 mil candidatos inscritos en todos los municipios de Colombia y definitivamente ha dejado una victoria inmensa para nuestra sociedad democrática: Las primeras elecciones con listas cerradas; listas paritarias en las que hay 20.736 mujeres y con alternancia obligatoria entre hombres y mujeres. El ejemplo de evolución democrática es evidente.
En una sociedad globalmente polarizada y en la que el algoritmo de las redes sociales dirige a las personas hacia las opiniones que refuerzan sus creencias, que los jóvenes hayan decidido encontrarse en la institucionalidad democrática, para que a partir del disenso puedan lograr consensos, merece no solo un reconocimiento como sociedad sino también merece ser un ejemplo para las futuras generaciones.
No hay que explicarlo, es evidente que la juventud esta jugando un rol protagónico en este momento. Pero el camino de este proceso que apenas empieza tendrá un periodo de maduración democrático importante: pasar de la indignación a la acción. En algunos casos, de la protesta a la propuesta, y de canalizar todos esos ideales a través de la institucionalidad necesitará un acompañamiento de toda la sociedad.
Este 5 de diciembre los jóvenes tienen una verdadera oportunidad de seguir aumentando su nivel de participación en las decisiones que se toman desde lo publico. La sociedad entera debería poder abrazar este escenario de participación y tomar ideas nuevas que nos ayuden a seguir construyendo el país que todos soñamos.
Jóvenes, Colombia los espera en las urnas este 5 de diciembre. ¡No falten!