Ayer, ante Paraguay en Barranquilla, con casa llena y poco fútbol, la Selección Colombia de Reinaldo Rueda dio un paso atrás en sus aspiraciones de clasificar al Mundial de Catar 2022.
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La estadística es contundente. De diez (10) partidos dirigidos, los de Rueda han ganado sólo dos (2), empatado siete (7) y perdido uno (1). En esos 10 partidos Colombia ha anotado 10 goles y ha recibido 6. El rendimiento es del 43%, se han obtenido 13 puntos de 30 posibles. Muy Flojo.
El principal déficit del equipo es de local, en Barranquilla. Donde se supone deberíamos ser fuertes y en donde -se dice- cada equipo se juega su clasificación. En total, en toda la eliminatoria, cada equipo juega 9 partidos en casa. Es decir, 27 puntos posibles. Cualquier equipo, sea el que sea, solamente con ganar sus 9 partidos de local, aseguraría la clasificación al Mundial. Y ahí está la principal deuda de nuestra selección. De 7 partidos (21 puntos posibles) solamente hemos ganado 2. Cedimos 4 empates y perdimos contra Uruguay (rival directo, por si acaso). De esos 21 puntos jugados en Barranquilla Colombia obtuvo 10; 10 puntos de 21 posibles, menos del 50% de efectividad. Nuestro fortín dejó de serlo. Las estadísticas dirán que fue en casa, en donde dejamos ir la clasificación.
Con 17 puntos y 12 por disputar, la clasificación está más complicada que nunca. Más aún, si tenemos en cuenta que ya no bastará con ganar los 6 puntos en Barranquilla (en donde hemos demostrado ser vulnerables); además debemos ganar al menos 3 puntos de los 6 en disputa fuera de Colombia. Un escenario bastante desolador e improbable.
Y el escenario es sombrío por los problemas futbolísticos que padece el equipo de Reinaldo Rueda. La falta de generación de fútbol en nuestra selección nunca fue tan evidente como lo es hoy. A los delanteros no les llega el balón, las oportunidades de gol en arco contrario son escasas y, lo más preocupante, el técnico no parece estar en la búsqueda de soluciones. El barco se está hundiendo y el capitán (Reinaldo Rueda) no parece encontrar los manuales de supervivencia.
Ayer, ante Paraguay, se vio más desesperado y confundido que nunca. Luego de un primer tiempo muy similar a los juegos anteriores: sin generación de fútbol ofensivo, sin ideas en el medio campo y sin contundencia en ataque, Rueda empezó a mover las fichas de la misma manera que lo caracteriza. Hombre por hombre en una misma posición (Zapata por Borja, Santos Borré por Muriel) sin intentar alternativas de juego diferentes. El resultado: el mismo de siempre. Un equipo confundido, sin brújula, víctima de su propia incapacidad para entender la propuesta táctica del rival.
Y si las individualidades no dan resultado, ¿por qué insistir con ellas? ¿Por qué si Duván Zapata no hace goles y Santos Borré tampoco es el mismo que algún día deslumbró en el River Plate de Argentina, se sigue intentando con ellos? ¿no habría que haber buscado en otros jugadores lo que con ellos nunca se obtuvo? Y, ¿por qué después de 10 partidos Rueda no logra crear un plan de juego que genere fútbol ofensivo? ¿Acaso no tenemos los futbolistas para eso?
Hoy ya parece demasiado tarde para buscar alternativas. La clasificación a Catar se nos fue en casa. Y ahora, además de ganarle a Perú (dificilísimo) y a Bolivia, ambos en Barranquilla; debemos ir a ganar puntos (con empates con será suficiente) en canchas muy difíciles como las de Argentina y Venezuela.
La Colombia de Rueda encontró en la misma Colombia su propio enemigo. Esta vez no fueron los rivales los que nos sacaron del Mundial. Fuimos nosotros mismos. Nuestra propia incapacidad para generar fútbol ofensivo. Nuestra propia torpeza para resolver los problemas individuales relacionados con jugadores como James Rodríguez. A James nunca se le encontró el lugar adecuado en el equipo. Ni futbolística, ni sicológicamente. Todo lo relacionado con James se manejó mal. Desde su famosa llegada de Inglaterra a otra ciudad que no era la sede de la selección. Hasta el manejo que se le dieron a sus declaraciones (pataletas) en las redes sociales. Y lo que no se resolvió fuera de la cancha, tampoco se manejó dentro del grupo.
Esta selección está a muy pocos partidos de quedarse fuera del Mundial por su propia incompetencia. Porque se preocupó más por los rivales (por si cierto, la gran mayoría de bajo nivel) que por su propio andamiaje futbolístico. Se preocupó más por no perder, que por salir a ganar. Se preocupó más por evitar que los rivales generaran fútbol, que por generar fútbol para su propio beneficio. En esta eliminatoria Colombia se enfrentó al peor y más indescifrable de todos los rivales: la propia Colombia.