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“Somos el principal comprador de papa y de plátano en Colombia”: María Paula Cano

Directora de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de PepsiCo para la Región Andina y directora de la Fundación PepsiCo Colombia, llega a nuestra Silla de Gerentes.

Directora de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de PepsiCo para la Región Andina y directora de la Fundación PepsiCo Colombia
María Paula Cano

¿Qué es la Fundación PepsiCo Colombia?

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La Fundación PepsiCo Colombia trabaja principalmente para desarrollar los sistemas alimentarios. Empezamos primero por el agua; trabajamos en ayudar a mejorar el acceso a agua potable a las comunidades. El segundo pilar que trabajamos es la agricultura, porque todos estos productos maravillosos de PepsiCo se hacen con productos que vienen del campo. Nosotros somos el principal comprador de papa y plátano del país, y es por eso que la agricultura para nosotros representa un área súper importante de poder trabajar fuertemente. También tenemos otro pilar que llamamos oportunidades económicas y ahí trabajamos con nuestros tenderos, que es de la forma en que llegan nuestros productos a todos los consumidores. Y el último eslabón son los recicladores, la economía circular. ¿Cómo mejoramos la calidad de vida de esas personas que después de consumir esos deliciosos productos dispongan bien de nuestros empaques? Entonces trabajamos en toda esa cadena.

Se trata al final de una apuesta por el desarrollo del campo colombiano…

Sí, somos el principal comprador de papa y plátano industrial, y eso nos representa una responsabilidad muy grande en el agro colombiano. Es por eso que desde la Fundación tenemos varios proyectos en diferentes territorios de Colombia, donde apoyamos principalmente al pequeño agricultor. Y te quiero dar algún dato: el 80% de los cultivos de papa en Colombia son pequeños agricultores y es donde la Fundación PepsiCo entra a trabajar para fortalecerlos, primero en modelos asociativos, porque es muy difícil que un agricultor que tiene una hectárea se vincule a una cadena de valor grande como la de PepsiCo, así que todo lo que trabajamos inicialmente es en la formación de asociaciones para que esa asociación se pueda vincular a una compañía como PepsiCo. Una vez estemos consolidados como asociación, trabajamos en los modelos más administrativos; también le llamamos asistencia técnica. Tenemos agrónomos en campo que les ayuden en esa formación para que puedan entregar una papa de calidad, porque no podemos sacrificar la calidad que le entregamos a nuestros consumidores a través de nuestros productos, entonces trabajamos con ellos en campo para que nos entreguen la mejor calidad y una vez estamos ahí también ya estamos migrando el modelo a unos conceptos que hoy estamos oyendo como agricultura regenerativa y biodiversidad, porque sabemos que las tierras se van desgastando, ¿pero cómo hacemos para que volvamos a llevarle esa vida a la tierra, para que la tierra nos entregue esa mejor papa? Haciendo proyectos de rotación de cultivos, de llevarles mejores insumos, de tener biofábricas… llevamos desarrollo de sistemas de riego, estaciones meteorológicas, tenemos drones en territorio para que sepan dónde tienen que fertilizar y dónde no. Entonces ha sido un proceso súper bonito de desarrollo para este pequeño agricultor, para que se vincule a estas cadenas de valores. Y al final lo que buscamos como fundación y como compañía es que mejore la calidad de vida de estas personas en el territorio.

¿De qué se trata el programa “Las manos que están detrás de Natuchips”?

Ese es un proyecto que me encanta; llevamos un montón de tiempo y también ha tenido una evolución espectacular. Nosotros actualmente compramos plátano en diferentes territorios: estamos en los Llanos Orientales, el Valle del Cauca y en Risaralda, y tenemos un proyecto que arrancó hace mucho tiempo en un municipio que se llama Belén de Umbría, Risaralda. Nosotros recibimos el plátano pelado en nuestras plantas, entonces lo que se hace es que hay pequeños agricultores que cultivan el plátano en estos territorios y se lo entregan a una maquila de plátano, que son alrededor de 50 mujeres cabeza de familia que pelan el plátano. Hay una banda transportadora, llega un camión, eso se mete en unas bolsas y el plátano llega pelado a la compañía. Este proceso de maquila era tercerizado, pero lo que hicimos es traer ese proceso directamente a la asociación, que se llama Asplabel. Así ya tenemos integrado al pequeño agricultor, hace la maquila, nos entrega el producto y alrededor de toda esa dinámica se han generado otras cadenas alrededor del plátano absolutamente interesantes: estamos haciendo biofábricas a partir del desecho del plátano, hoy estamos fertilizando con el mismo plátano; y también nos dimos cuenta que con el desecho, con las hojas que salen de las plantas, las podíamos secar y hacíamos artesanías. Entonces hoy las mujeres están haciendo artesanías, canastos, portavasos, abanicos, y es un ingreso adicional para estas mujeres del territorio. Es absolutamente emocionante ver la evolución de estos territorios, de esas comunidades y ver cómo se empiezan a unir alrededor de un cultivo diferentes personas.

¿La apuesta está en la promoción de la mujer del campo?

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Como fundación y como compañía hemos tenido una visión clara que en todos nuestros proyectos tenemos eso por mandato. A lo largo de todos nuestros proyectos sociales siempre tenemos una gran participación de la mujer, porque estamos convencidos de que en la medida que haya diversidad y oportunidades para todos, eso redunda en mejores productividades para la compañía y para la sociedad en general. Déjame te cuento la experiencia que tuvimos en Toca, Boyacá: cuando llegamos al territorio ni siquiera estaban asociadas, fuimos a trabajar con las mujeres primero para empoderarlas y decirles: usted tiene otras alternativas más allá de estar en su casa si usted lo quiere tomar. Entonces les dimos la visibilidad para darse cuenta de que ellas sí podían entrar en esos procesos productivos, ¡y se empoderaron estas mujeres! Hoy tenemos una asociación que se llama Asoagrotoca, que la lidera doña Pilar, que es una señora absolutamente espectacular que estudió hasta tercero de primaria, pero que hoy se ha desarrollado de una forma impresionante y que lidera más de 30 mujeres de su comunidad trayendo un beneficio gigante, donde ya está siendo nuestro proveedor hace más de siete años, con unas condiciones como cualquier proveedor. Es más, hoy ella en su finca tiene una estación de calidad móvil donde su hijo la está manejando y, antes de que la papa llegue a nuestras bodegas, él mismo la testea en su finca para saber si es apta o no para mandarla.

¿Qué están haciendo para el tema de manejo de desechos?

Es una apuesta también súper grande. En el caso de las botellas de PET tenemos un trabajo muy grande, y en el tema de los plásticos flexibles sabemos que es aún un reto más grande, porque de alguna forma las botellas ya estamos teniendo más conciencia en tema de recolectar la botella y disponerla, pero en el tema de los empaques flexibles sigue habiendo una oportunidad muy grande. Ahí estamos trabajando en diferentes aristas; una es el fortalecimiento de asociaciones de recicladores y también mejorar la calidad de vida a estas personas, porque tienen un trabajo muy duro en las calles. A través de varios colectivos estamos trabajando para mejorar su calidad de vida, pero también estamos trabajando con ellos para que puedan movilizar estos materiales para la transformación. A veces satanizamos estos materiales que al final son un vehículo para que tú te puedas consumir un snack o una gaseosa, pero el tema es cómo los disponemos, y ahí entra todo el tema de educación para que aprendamos a separar, para que los pongamos bien en las canecas que son. Estamos haciendo ya algunos pilotos para que estos empaques tengan material reciclado. Es un trabajo que estamos arrancando porque sí creemos que hay que buscarle soluciones para utilizar estos empaques y que no queden simplemente en desechos.

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