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No solo es en Catatumbo; hay riesgos de masacres y desplazamientos en Colombia: Regiones bajo amenaza de nuevos focos de violencia

La situación en el sur de Bolívar y en Cauca no es menos grave, ya que las bandas criminales continúan luchando por el dominio de territorios con cultivos ilícitos

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Soldados patrullan en Tibú, Colombia, el martes 21 de enero de 2025, luego de ataques guerrilleros que mataron a decenas de personas y obligaron a miles a huir de sus hogares en la región del Catatumbo. (AP Foto/Fernando Vergara) AP (Fernando Vergara/AP)

El conflicto armado en Colombia, que en las últimas semanas ha centrado su atención en el Catatumbo, está tomando un rumbo preocupante en otras regiones del país. Con un panorama de violencia que se extiende desde Caquetá hasta La Guajira, las autoridades y las comunidades alertan sobre el riesgo de que los enfrentamientos entre grupos armados ilegales como el ELN, las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo se desborden en nuevas áreas.

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Nariño: La amenaza de un conflicto en expansión

Aunque los medios de comunicación han puesto el foco en el Catatumbo, Nariño también vive una creciente violencia, especialmente en la subregión La Cordillera. Municipios como Cumbitara, Policarpa y Samaniego están siendo testigos de un aumento de las amenazas por parte del ELN, que ha intensificado sus ataques tras jurar exterminar a los miembros del frente Comuneros del Sur. Estos guerrilleros se habían desmovilizado para participar en un proceso de paz, pero la tensión con el ELN ha generado una escalada de violencia. Además, la posible alianza entre el ELN y la disidencia de Iván Márquez, la Segunda Marquetalia, podría llevar la violencia en la región a niveles similares a los que actualmente azotan al Catatumbo. Claudia Cabrera, exalcaldesa de Policarpa, ha advertido sobre la falta de protección para las comunidades afectadas, señalando que “la ausencia de esquemas de seguridad pone en riesgo la integridad de los civiles”.

Caquetá y otras regiones del país en alerta

En Caquetá, los enfrentamientos entre las disidencias de las Farc, como las de Iván Mordisco, y otros grupos armados ilegales han dejado a la región sumida en la violencia. La matanza de al menos 40 miembros de las disidencias en diciembre de 2024 es un claro ejemplo de la intensidad de la confrontación. Los combates por el control de las rutas del narcotráfico han desplazado a miles de personas, poniendo en peligro la vida de la población civil.

Por su parte, en Antioquia, especialmente en el Bajo Cauca, la violencia es igualmente alarmante. Tras la ruptura de una alianza entre el ELN y el Clan del Golfo, se han intensificado los enfrentamientos por el control de las rutas del narcotráfico y la minería ilegal. Las comunidades viven con el constante temor de ser atrapadas en los cruces de fuego entre estos grupos armados. La situación en el sur de Bolívar y en Cauca no es menos grave, ya que las bandas criminales continúan luchando por el dominio de territorios con cultivos ilícitos, desplazando a miles de personas.

Desafíos para las fuerzas de seguridad

Un factor que agrava aún más este escenario es la desfinanciación de las Fuerzas Militares y de Policía, lo que limita su capacidad para enfrentar eficazmente las crecientes amenazas de los grupos armados. Sin los recursos suficientes, las autoridades no pueden garantizar la seguridad de las poblaciones más vulnerables, que se ven atrapadas entre los enfrentamientos de estas organizaciones ilegales.

El panorama de violencia en Colombia se está tornando más complejo, con regiones como Nariño, Caquetá, Antioquia y Cauca sumándose a la lista de zonas bajo amenaza. La falta de recursos y la presencia de múltiples actores armados empeoran la situación, dejando a las comunidades a merced de un conflicto que parece no tener fin.

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