Levapan inició su Fundación hace 65 años con un objetivo claro: contribuir al mejoramiento de la calidad de vida y bienestar social en el municipio de Tuluá, donde queda su planta. La directora ejecutiva de la Fundación Levapan, Nanook Smildiger, nos cuenta en Silla de Gerentes de qué se trata esta apuesta.
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Vea la entrevista completa con Nanook Smildiger
¿Cómo nace la Fundación Levapan?
La Fundación Levapan cumple este año 65 años. Hace 65 años ni siquiera existía la terminología de responsabilidad social o impacto social o sostenibilidad, y esta es una empresa familiar y su fundador desde casi el comienzo (Levapan tiene 71 años) hizo una apuesta y en ese momento fue por la educación. Entonces el colegio, que fue nuestro primer proyecto, nace de una apuesta de Guillermo Ponce León, el fundador de Levapan, quien dice: “a los niños y los hijos de los trabajadores que trabajen conmigo les tengo que garantizar la educación”. Y así nace lo que en su momento se llamaba el Colegio Levapan y hoy se llama el Colegio Guillermo Ponce de León.
Un empresario con conciencia social. Eso de por sí ya marca una diferencia total, y más en esa época…
Así es un empresario con conciencia social y un empresario que siempre dijo: “lo que yo tengo, tengo que compartirlo con los demás”.
Ahora hay algo que es maravilloso de esto y es que estamos hablando de un colegio que es una apuesta bilingüe, que es una apuesta no solamente pensando en el colegio, sino pensado en el impacto social en Tuluá, una de las ciudades que ha tenido mayores problemas de orden público en los últimos años. Y resulta que en medio de esa tormenta apareció una luz y es el colegio Guillermo Ponce de León...
Ese es un colegio maravilloso. Es un colegio, primero, multiestrato. Tenemos niños que nos llegan sin desayunar, sin bañarse, que no tienen servicios públicos. Pero también tenemos niños estrato 1, 2, 3, 4 y 5. Siempre ha sido así; digamos que nació así porque eran todos los hijos de los trabajadores y los niños de los barrios aledaños a la planta de Tuluá de Levapan. Entonces siempre fue un colegio de inclusión social y hoy en día es una de nuestras banderas y estamos convencidos de que esa inclusión nos lleva a formar paz y a enseñar paz desde las aulas del colegio: todos comparten en un mismo espacio y desde allí este colegio empieza a ser un colegio muy único y muy especial. Garantizamos obviamente la comida porque tenemos niños, como te cuento, que llegan sin ingesta calórica, y pues todos tenemos lo mismo: todos tenemos los mismos útiles, tenemos el mismo uniforme, comemos exactamente lo mismo y ahí es donde se empieza a ver realmente ese valor de igualdad y de equidad dentro de nuestra institución. Es un colegio de alta calidad educativa A+ en el ICFES y también es un colegio y el primer colegio bilingüe nacional con el sello que nos da el Ministerio de Educación. Entonces, es un colegio que se piensa no solamente en alta calidad educativa, sino en cómo podemos graduar estos estudiantes con competencias que les ayuden en su mundo laboral.
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Además, no solamente es una apuesta por el bilingüismo con el colegio, sino con toda la comunidad, porque ustedes tienen todos unos planes transversales con la Alcaldía y la Gobernación del Valle…
Así es, el Colegio Guillermo Ponce León nos sirve casi que de laboratorio, de experimentos educativos y todo lo que nos funciona en el Guillermo Ponce nosotros tenemos que ser capaces de llevarlo a los colegios oficiales del municipio de Tuluá a través de aliados con programas diferentes. El primero que compartimos con el municipio de Tuluá es un modelo de educación socioemocional, un currículo que le enseña al profesor cómo se enseñan las habilidades sociales, emocionales y éticas en el salón de clase. Es un currículo creado por la Universidad de Emory en Estados Unidos, basado en ciencia, se ha comprobado que funciona y que funciona en cualquier contexto. Nosotros en el 2019 hicimos un pilotaje en el Guillermo Ponce y eso nos cambió la mirada a la educación; no solamente era que queríamos alto nivel educativo y bilingüismo, sino que queríamos y estábamos detrás de cómo graduamos los mejores seres humanos. Y para graduar los mejores seres humanos en un contexto adverso violento, como lo mencionas en Tuluá y digamos que en general en el país, ¿cómo hacíamos nosotros para enseñar valores de una manera que impactara realmente a sus estudiantes? Y cuando encontramos este currículo dijimos: a esto vamos a apostarle, a hacer un piloto, y cambió radicalmente la manera como enseñábamos, la manera como nuestros profesores se relacionaban con nuestros estudiantes y empezamos a ver que los estudiantes empezaron a cambiar las dinámicas dentro del salón de clase. Y fue allí donde la junta directiva de la Fundación decidió que esto es un tema que nosotros tenemos que compartir con los colegios oficiales del municipio. Ahí se unió obviamente la Alcaldía Municipal para hacer esta apuesta, Celsia como empresa también está detrás, la Fundación Barco también está detrás de esto, la Universidad de Emory, por supuesto, y la Universidad San Buenaventura. Entonces entramos en un modelo que para mí es un modelo muy exitoso, porque es un modelo de alianza, pero es un modelo de alianza público, privada y académica. Y esas tres esa patica de la academia me parece que es clave para todo el tema de medición y también el acompañamiento de lo que se está haciendo. Entonces, hace cinco años estamos con ese proyecto en todas las aulas, en todos los colegios públicos del municipio de Tuluá y cuando hablamos de todos, son los que están incluso a tres y cuatro horas del casco urbano, porque Tuluá tiene una ruralidad enorme, y hoy en día estamos mirando cómo expandimos en otras regiones del Valle del Cauca el programa de SEE Learning.