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Revelan la “idílica” vida familiar que llevaba el marido que drogó a su esposa para que fuera violada por más de 80 extraños

La familia Pelicot vivía una vida idílica en Mazan, Francia, antes que quedaran al descubierto el lado oscuro y retorcido del patriarca: una década de abusos imperdonables.

Dominique Pelicot/X
Dominique Pelicot/X Dominique Pelicot/X

En el tranquilo pueblo de Mazan, al sur de Francia, la familia Pelicot parecía vivir el sueño de cualquier jubilado, detalló el diario británico Daily Mail.

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Dominique y Gisele, un matrimonio en sus 60 años, habían construido una vida cómoda después de retirarse a una encantadora casa con piscina y jardín.

Sus tres hijos adultos, junto a sus nietos, disfrutaban de largas reuniones familiares con barbacoas en la terraza y juegos que duraban hasta altas horas de la noche. Para cualquiera que los conociera, la familia Pelicot era un símbolo de armonía y felicidad.

Los hijos de Dominique lo recordaban como un padre amoroso, siempre involucrado en sus vidas, apoyándolos en sus estudios, deportes y cualquier proyecto que emprendieran. Sus nietos lo adoraban, y Dominique no perdía oportunidad de jugar con ellos en la piscina o enseñarles a montar bicicleta. Era una imagen de perfección.

Sin embargo, detrás de esta fachada idílica, un secreto oscuro e indescriptible se gestaba dentro de los muros de la casa familiar. El hombre que había sido un ejemplo de cariño y dedicación resultó ser el protagonista de uno de los casos de abuso más perturbadores de la historia reciente de Francia.

Gisèle Pelicot, mujer que fue drogada por su esposo, durante años, para que otros hombres abusaran de ella
Gisèle Pelicot, mujer que fue drogada por su esposo, durante años, para que otros hombres abusaran de ella (GUILLAUME HORCAJUELO/EFE)

El inicio de la pesadilla

Todo comenzó a cambiar cuando Gisele, esposa de Dominique, empezó a experimentar problemas de salud inexplicables. Desorientación, fatiga extrema y pérdidas de memoria severas la llevaron a sospechar que padecía Alzheimer. A pesar de numerosas pruebas médicas, los médicos no lograban dar con el origen de sus síntomas. Mientras tanto, Dominique seguía desempeñando el papel de esposo atento y preocupado, llevando a su esposa a consultas y asegurando que todo estaba bajo control.

La realidad era mucho más siniestra. Durante casi una década, Dominique había estado drogando a Gisele para que otros hombres, a quienes invitaba a su hogar, abusaran de ella mientras estaba inconsciente. Estas atrocidades, grabadas en video y almacenadas meticulosamente en su computadora, incluían la participación de más de 50 hombres, muchos de los cuales han sido acusados de violación agravada.

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Los hijos de los Pelicot no sospechaban nada. En su libro “Y dejé de llamarte papá”, escrito bajo el pseudónimo Caroline Darian, la hija mayor de la familia, Caroline, expresa su desconcierto: “¿Cómo no vimos nada? ¿Cómo pudimos estar tan ciegos ante la monstruosidad que vivía dentro de nuestro padre?”

Un hogar convertido en escenario de horror

El juicio reveló detalles escalofriantes sobre el modus operandi de Dominique. Utilizando sitios web ahora clausurados, contactaba a hombres que accedían a participar en los abusos. A menudo, estas sesiones duraban hasta seis horas, mientras Gisele permanecía inconsciente, víctima de una serie de drogas que la dejaban indefensa. En las grabaciones, Dominique no solo actuaba como espectador, sino que en ocasiones participaba activamente en los ataques.

Por años drogó a su esposa para que abusaran de ella y lo grababa
Por años drogó a su esposa para que abusaran de ella y lo grababa Gisele Pelicot (izquierda), a su llegada a una corte en Avignon, en el sur de Francia, el 5 de septiembre de 2024. (AP Foto/Lewis Joly) (Lewis Joly/AP)

Lo más devastador para la familia fue descubrir que estos actos ocurrieron en el mismo hogar que asociaban con tantas memorias felices. Las noches de juegos en la terraza, las barbacoas familiares y las risas en la piscina ahora estaban irremediablemente manchadas por el conocimiento de lo que realmente sucedía en los momentos en que creían que su madre simplemente se sentía mal o estaba cansada.

En su testimonio, Caroline recordó un episodio particular en el que su madre, apenas unos minutos después de sentarse a cenar, comenzó a tambalearse en su silla. “Parece que está borracha”, dijo Dominique, llevándola a la cama mientras fingía estar preocupado por su salud. En realidad, el cóctel de drogas que le había dado estaba comenzando a hacer efecto.

La devastadora verdad

La verdad finalmente salió a la luz cuando Dominique fue arrestado por tomar fotografías inapropiadas de mujeres en un supermercado. Cuando la policía investigó su computadora, lo que encontraron fue aún más perturbador: años de abuso documentado en video, no solo de su esposa, sino también de su hija Caroline. Una de las imágenes mostraba claramente a Caroline inconsciente, medio desnuda, fotografiada sin su consentimiento.

La revelación fue un golpe devastador para toda la familia. Gisele, enfrentada con las pruebas de su propio abuso, cayó en una profunda depresión y consideró el suicidio. Caroline fue ingresada en un hospital psiquiátrico, incapaz de procesar que el hombre que la había criado y protegido durante toda su vida fuera el mismo que había cometido estas atrocidades.

El caso Pelicot ha conmocionado a Francia. Los 51 hombres implicados en los abusos, de un total que podría superar los 80, están siendo juzgados, aunque muchos niegan su culpabilidad, alegando que Gisele había consentido en estos encuentros. Sin embargo, las pruebas médicas, que incluyen la transmisión de varias enfermedades de transmisión sexual y los testimonios desgarradores de Gisele, demuestran lo contrario.

En sus declaraciones ante el tribunal, Gisele fue clara: “Estos hombres sabían perfectamente en qué estado me encontraba. No participaba voluntariamente en nada de esto. Fui una mujer muerta, y ellos se aprovecharon de mí de la manera más vil posible”.

El precio del perdón

Para Caroline y sus hermanos, el proceso de duelo es largo y doloroso. Mientras luchan por comprender cómo pudieron estar tan ciegos ante la verdadera naturaleza de su padre, también enfrentan el desafío de reconstruir sus vidas a la sombra de este trauma. Como Caroline pregunta en su libro: “¿Cómo se sigue adelante cuando descubres que tu padre es uno de los peores depredadores sexuales de los últimos 20 años?”

El juicio de Dominique Pelicot y sus cómplices continúa, y aunque el veredicto está por decidirse, una cosa es segura: la familia Pelicot jamás podrá recuperar la vida que alguna vez tuvieron. Las cicatrices de este terrible caso de abuso permanecerán para siempre, recordándoles que, incluso en el hogar más aparentemente feliz, pueden esconderse los secretos más oscuros.

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