El lunes 5 de agosto, los residentes de Colombia se despertaron con un fuerte temblor que sacudió varias regiones del país durante la madrugada. El fenómeno sísmico, registrado principalmente en el Eje Cafetero, resaltó una vez más la actividad sísmica constante que caracteriza a la nación sudamericana debido a su ubicación geográfica única.
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El Servicio Geológico Colombiano (SGC), encargado de vigilar y reportar los movimientos sísmicos en el territorio nacional, informó sobre una serie de sismos que ocurrieron en las primeras horas del día. Aunque la mayoría de estos temblores fueron de baja magnitud, el evento más significativo tuvo lugar a las 5:15 a.m., con un epicentro en Salento, Quindío.
El sismo registrado en Salento alcanzó una magnitud de 2,8 en la escala de Richter y se localizó a una profundidad superficial, menor a 30 kilómetros. La localización exacta del temblor fue 4.69° de latitud y -75.54° de longitud, con el epicentro situado a unos 6 kilómetros de Salento y a 13 kilómetros de Filandia, ambos en el departamento del Quindío. Este tipo de temblor, aunque no causó daños significativos, es una muestra de la continua actividad tectónica en la región.
Además, un sismo menor de magnitud 2,3 se reportó a las 6:13 a.m. en San Francisco, Antioquia, con una profundidad considerable de 278 kilómetros. Este movimiento telúrico también se enmarca dentro de la actividad sísmica común en el país, que, a pesar de su baja magnitud, mantiene una vigilancia constante para garantizar la seguridad de la población.
Colombia, ubicada en una zona de alta actividad sísmica debido a su posición en el Cinturón de Fuego del Pacífico, experimenta regularmente estos movimientos telúricos. La capacidad de respuesta rápida y la preparación continua son fundamentales para mitigar los efectos de futuros temblores y garantizar la seguridad de todos los colombianos.
