Noticias

ESPECIAL: Las heridas abiertas en La Mojana, el imperio del agua

PUBLIMETRO viajó a la región que atraviesa una difícil situación humanitaria y sufrió nuevas inundaciones tras el rompimiento de un dique.

“Encontré un problema que se ve desde el espacio”, le dijo a PUBLIMETRO Carlos Carrillo, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) desde marzo pasado. Se refería a las inundaciones en La Mojana, una región que comprende a 11 municipios de cuatro departamentos y que atraviesa una crisis ecológica y humanitaria desde agosto de 2021, cuando el río Cauca rompió un dique en un sector conocido como Caregato.

PUBLICIDAD

Las inundaciones han causado pérdidas monumentales: se han reportado más de 38.000 familias damnificadas, más de 250.000 animales afectados y cientos de miles de hectáreas cultivables inundadas.

En febrero pasado, más de dos años después del rompimiento en Caregato, la administración del exdirector de la Ungrd Olmedo López anunció que la ruptura del dique había quedado reparada. La noticia fue recibida con júbilo en la región.

El 29 de febrero, fue noticia nacional que López había renunciado a su cargo envuelto en un escándalo que, poco después, se convertiría en el caso de corrupción más mediático durante el Gobierno del presidente Gustavo Petro: el proceso de contratación para llevar agua potable con carrotanques a las comunidades indígenas de La Guajira.

En su carta de renuncia, López solo mencionó dos temas que “llevaría” en su corazón: “Que llegara el agua a la etnia indigena más grande de Colombia, los Wayuú, y la esperanza del retorno de los 254 mil campesinos y campesinas, sujeto de derechos, que se vieron beneficiados con tierras fértiles para cultivar en la zona de la Mojana debido al corte de flujo de agua del Río Cauca a la altura de Caregato”, escribió.

El agua pronto se llevó las palabras de López. Por el escándalo de corrupción de los carrotanques en La Guajira –que salpicó a varios congresistas–, ya fue citado por la Fiscalía a una audiencia de imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento el próximo 25 de julio. Entre tanto, el 6 de mayo, el dique de Caregato se volvió a romper y el río Cauca de nuevo les impuso su voluntad a los campesinos mojaneros.

La ciénaga, el espejo de la desidia

Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia.
Las heridas abiertas en La Mojana, el imperio del agua Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia.

Un equipo de PUBLIMETRO visitó La Mojana y llegó al boquete del dique de Caregato, desde donde están entrando las aguas del río Cauca. La primera parada fue Ayapel, en Córdoba, uno de los 11 municipios mojaneros que hoy sufren por las inundaciones.

PUBLICIDAD

La ciénaga de Ayapel es tan ancha que parece un océano. Si alguien se para en cualquier orilla, podría pensar que es un mar de agua dulce. No se ven montañas cerca y hay partes en las que el agua se funde con el cielo nublado. En otras, solo se ve una franja de árboles a lo lejos. La vista es tan bonita que es difícil detenerse a pensar que esta tierra y esta ciénaga no solo encierran belleza, sino también dolor y olvido.

A la cabecera municipal de Ayapel han llegado algunos de los damnificados que se fueron de sus fincas huyendo de las inundaciones. Basta con visitar cualquier casa de Ayapel para darse cuenta de que en La Mojana hay gente a la que le aterran más las deudas que el agua.

“Ese es el problema de nosotros los mojaneros. Con las pérdidas que tenemos, ¿quién no está reportado? Dígame usted, ¿con qué vamos a pagar si no tenemos plata?”, se preguntaba don Pedro, un hombre de 70 años que nació en Majagual (Sucre) y que estaba viviendo en Humo Medio, en el municipio de Guaranda (también en Sucre), la noche en que el río Cauca se desbordó.

Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO
Algunas vacas estaban con el agua al cuello en La Mojana (Juan Pablo Pino/Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO)

“Salí en minutos, porque el agua cogía por ahí derecho. A la hora, tuve que desocupar y tuve que venir aquí, a Ayapel. Desde 2021, estamos bajo el agua”, recordó don Pedro. Y luego enumeró de memoria lo que perdió: cinco represas con 25.000 peces, 20 reses de ganado, 1000 matas de cacao, 1000 matas de plátano y 10 hectáreas de arroz.

Don Pedro preguntó por un préstamo en el Banco Agrario para sacarle una hipoteca a su finca, pero está reportado en centrales de riesgo. “Hay muchos campesinos que queremos trabajar, pero con ese asunto de que estamos reportados no podemos hacerlo”, se lamentó don Pedro.

Luego, dijo que los mojaneros están acostumbrados a la riqueza fluvial, que la necesitan para trabajar y que la solución va más allá de reconstruir el dique de Caregato: considera que debe haber canales que sirvan para firmar una paz con el agua y con las principales arterias fluviales de La Mojana.

A esa misma conclusión llegó un pueblo ancestral indígena que alguna vez decidió coexistir con el imperio del agua en La Mojana. Eran los zenúes y tardaron 2000 años perfeccionando lo que los historiadores conocen como la mayor obra hidráulica de la época precolombina.

Los vestigios de sus obras y de su cultura han sido ampliamente estudiados y hoy son un símbolo nacional, pues se les rinde homenaje en una de las caras del billete de $20.000 que circula en Colombia desde 2016.

En esas aguas, se internó el equipo de PUBLIMETRO con rumbo al boquete de Caregato, que ostenta, sin merecerlo del todo, la fama de ser la causa de las desgracias de los mojaneros desde 2021.

“Nosotros no tenemos descanso con estas aguas”, dijo María Dominga Cuadrado, una mujer de 54 años, que vive en zona rural de Ayapel. Su casa está ubicada en una especie de isla en la ciénaga. Aunque ella y su familia han tratado de adaptarse a las crecientes (han puesto bloques de arena para elevar el nivel de su casa), su finca está parcialmente inundada y está en una zona remota, en la que es difícil acceder a servicios básicos como el agua potable o la salud.

María Cuadrado dijo que para salvar su ganado, el año pasado decidieron llevarlo a lo que se conoce como las tierras altas, que son las zonas de Ayapel donde no se registran inundaciones. “Si sacábamos 10 vacas, traíamos tres, porque se morían o se las robaban. El ganado de acá no está acostumbrado a esa tierra seca de allá, a ese pasto. No le caía bien. Se ponía flaco y se iba muriendo”, explicó María.

Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO
Los animales han sufrido la inclemencia de las inundaciones en La Mojana (Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO)

Y agregó que en febrero les dijeron que el boquete de Caregato había sido tapado, entonces decidieron volver a sembrar arroz, maíz, yuca, plátano, ají, habichuela, berenjena y pancoger. “Todo eso se nos ahogó, todo eso se perdió”, dijo María. Además, se le ahogaron 11 marranos y dos yeguas. Aunque es mojanera, para ella el agua también es impredecible. Si bien a veces las crecientes son paulatinas, contó que en ocasiones los sorprenden.

Además, se lamentó porque hasta el momento no había recibido ninguna ayuda del Gobierno. Contó que sus vecinos, que como ella, viven en otras casas rodeadas por el agua, le han pedido que les consiga leche Klim o Bienestarina. “Yo, personalmente, he ido a gestionar eso y no consigo una bolsa de leche. He ido a la Alcaldía, he ido a los Bienestares y nada, no he conseguido nada. No hemos recibido ni un costal”, se lamentó.

Aunque PUBLIMETRO se puso en contacto con el equipo del alcalde de Ayapel, Hugo Armando Pinedo, para preguntar por estas ayudas y otros detalles de la situación humanitaria que atraviesan las comunidades en las zonas rurales del municipio, no obtuvo una respuesta.

Ante las escasas ayudas que les han llegado en los últimos dos años y el riesgo permanente en el que están algunas comunidades, muchos de los mojaneros expresan en la mirada una zozobra colectiva. Duermen, desayunan, juegan, pescan, tejen, conversan y dan entrevistas pensando en los caprichos del agua.

En Sincelejito, corregimiento de Ayapel, que queda a más de 40 minutos en chalupa del casco urbano, Jorge Antonio Paso García se refirió a las aguas del río Cauca como si estuviera hablando de una maldición. Eran las diez de la mañana, el sol se hacía más ardiente y con tanta agua, daban ganas de echarse de cabeza a la ciénaga. Pero no era una buena idea : “Hay muchas enfermedades. Rasquiña en los niños. Yo me imagino que el agua que tomamos es la del mismo río…”, dijo Jorge Antonio.

Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia.
Las heridas abiertas en La Mojana, el imperio del agua Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia. (Juan Pablo Pino)

Desde Sincelejito hasta Caregato hay alrededor de tres horas en chalupa. El motor Johnson surcaba las aguas roncando. Don Abel Regino, un líder social de Ayapel, era el capitán de la embarcación en la que se transportó el equipo de PUBLIMETRO hacia Caregato. Iba sentado en el frente, en una silla de plástico. Tenía una camisa roja y unas gafas que se oscurecían con el sol. Atrás iba un conductor que también estaba pendiente del camino.

En el oriente, se abrió un boquete de cielo azul. Cuando el sol salía, trazaba un camino dorado sobre las aguas que se volvía insoportable para los ojos, como si una espada de fuego hubiera detenido las leves olas de agua dulce que formaba el viento.

La vista es conmovedora y al mismo tiempo tiene algo de trágica. En el camino, había casas con la ciénaga arañando la puerta, vacas con el agua al cuello, cultivos inundados y caballos que no hubieran podido correr aunque quisieran, porque no había hacia dónde hacerlo.

Pero no solo los animales se sienten desorientados en este mundo donde impera la voluntad del agua. En La Mojana, se pone a prueba la famosa tesis del filósofo Heráclito que dice que una persona nunca puede cruzar el mismo río dos veces, porque cambia todo el tiempo. La única certeza es el cambio. El curso de los chorros, como les dicen a los caminos que traza el agua sobre La Mojana, solo se adivina con astucia y experiencia.

El boquete, una herida abierta

Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO
Vista aérea del dique roto en Caregaro (Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO)

Como un vidente del agua, don Abel leía el paisaje y dictaba el rumbo de la chalupa. Casi siempre atinaba, pero cuando no, daba la impresión de que la embarcación estaba perdida en un laberinto de praderas flotantes, garzas blancas y arbustos tupidos. Pero el deseo de que se sepa lo que pasa en Caregato y la vehemencia con que don Abel sorteó la ciénaga, llevaron a la chalupa a divisar el dique. Primero se veía como una línea blanca en el occidente y más tarde se iba alzando como una muralla imponente sobre las aguas.

También quedó al descubierto el boquete por el que se mete raudo el río Cauca. El conductor de la chalupa tuvo que aproximarse a la orilla con cuidado, porque iba a contracorriente. Una vez la embarcación atracó, el calor se sentía apabullante. Era mediodía. Dos obreros estaban descansando debajo de una carpa improvisada con plásticos que los protegían del sol.

El dique está hecho de varios sacos de arena de 17 toneladas cada uno. Don Abel le echó un vistazo al boquete y aseguró que tenía unos 35 metros. Era como una herida abierta que no paraba de sangrar. De una en una, tres volquetas se aproximaban a la ruptura y dejaban caer los sacos de arena que se perdían en las aguas.

Según don Abel, el Gobierno buscó un contratista que cerrara el boquete de Caregato porque distintas organizaciones sociales de la región ejercieron presión ciudadana.

“El contratista ha tenido contratiempos porque no le inyectan los recursos necesarios para poder culminar la obra. Las volquetas las pararon porque no les pagaban, a muchos obreros tampoco. El contratista necesita plata porque a medida que avanza la obra, tienen que ir desembolsando”, señaló don Abel.

Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO
Abel Regino, en la chalupa (Juan Pablo Pino/Juan Pablo Pino - PUBLIMETRO)

En efecto, hay tensión entre el Gobierno nacional y el contratista. Esto se debe a que el actual director de la Ungrd e incluso el mismo presidente Petro ven con recelo al consorcio que fue contratado para cerrar el boquete de Caregato durante la administración de Olmedo López.

“El director anterior firmó un contrato en contravía de la orden del presidente”, detalló Carrillo. El documento, conocido por PUBLIMETRO, suma más de $129.000 millones, fue adjudicado a un consorcio llamado RCG compuesto por cuatro empresas y debe ejecutarse entre noviembre de 2023 y noviembre de este año. Además, incluye una interventoría por más de $3.000 millones.

Carrillo manifestó sus dudas sobre el consorcio que maneja las obras: “(Es) un contratista que, esta es mi opinión, no probó mayor experiencia, no era particularmente reconocido. Es un consorcio de Santander, la tierra de Sneyder (Pinilla)”, explicó Carrillo.

Sneyder Pinilla fue el subdirector de la Ungrd durante la dirección de Olmedo López y ha sido uno de los testigos claves del caso de corrupción de los carrotanques. Ha señalado a los salientes presidentes del Senado, Iván Name, y de la Cámara, Andrés Calle, de recibir sobornos para pasar proyectos de ley del Gobierno nacional en el Congreso. Todo esto ha generado desconfianza en el proceso de contratación en La Mojana.

Además, hay un detalle que ha inquietado especialmente a Carrillo. Al consorcio santandereano RCG le dieron un pago anticipado por 25.800 millones de pesos sobre los que, según Carrillo, “no tiene que responder”.

Abel Regino advirtió, sin embargo, que la obra del cierre de Caregato va por la mitad y que los recursos que le han girado al contratista no son equivalentes al avance que ha mostrado en terreno.

Cuando se le preguntó a Carrillo si la falta de recursos para el contratista obstaculiza el cierre de Caregato, indicó que la interventoría, encargada de hacerle seguimiento técnico al contrato, no ha certificado al Consorcio RCG: “Aquí no se le pagó, porque la interventoría no lo certificó y yo, además, tengo serias dudas sobre la interventoría. No siento que la interventoría haga su trabajo como debería hacerlo. Pero bueno, eso se resolverá en los tribunales, porque aquí sí o sí nos vamos a ir a un proceso jurídico”, advirtió Carrillo.

La semana pasada, además, se conoció una carta firmada por Iván Javier Araujo Acuña, representante legal de una de las empresas del Consorcio RCG y enviada al despacho de Carrillo. Allí advirtieron que han obrado con transparencia y señalaron que no tienen nada que ver con el escándalo de corrupción en la UNGRD durante la administración de Olmedo López.

Además, consideraron que el dique que se está construyendo podría ser efectivo para controlar el cauce del río Cauca. Pero Carrillo tiene una opinión distinta. “Ese dique no va a quedar bien hecho, porque se planificó mal”, sentenció el director el director de la UNGRD.

Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia.
Las heridas abiertas en La Mojana, el imperio del agua Ciénaga de Ayapel, en Córdoba, zona que hace parte del sistema hídrico de La Mojana, al norte de Colombia. (Juan Pablo Pino)

Su posición, sin embargo, ha provocado descontento entre algunos mojaneros y no es compartida por las cabezas de varias autoridades locales.

Poco después de la entrevista con PUBLIMETRO, Carrillo anunció que el cierre de Caregato no se podrá concretar este año. La gobernadora de Sucre, Lucy García, le contó a este medio que ya le ha dicho a Carrillo que no está de acuerdo con su postura.

“El cierre de Caregato es fundamental. No es solamente cerrar un dique ni cerrar una inundación, es evitar una tragedia nacional y yo recibo esa noticia (la de que no se cerrará el dique) con gran preocupación”, indicó la gobernadora. “Eso se ha convertido en un punto de honor de los sucreños y de los contratistas”, concluyó García.

Sobre la discusión que tiene Carrillo con los contratistas, García aseguró que son bien conocidos por la opinión pública los problemas que tuvo Olmedo López, pero consideró que eso no debe determinar el futuro de las obras de Caregato.

“Lo que les he pedido al presidente de la República y al doctor Carrillo es que no nos dejemos distraer por esa situación. Los organismos de control que se encarguen de las investigaciones respectivas. Pero ellos tienen un compromiso con sus cargos y es el de ejecutar y hacer las obras para mitigar los riesgos que ponen en peligro a la población”, aseveró la gobernadora.

Una de sus preocupaciones, además, tiene que ver con la agudización del fenómeno de La Niña, que podría empezar entre agosto y septiembre. Los mojaneros piden soluciones prontas y han señalado que sí es posible cerrar el dique de Caregato antes de que arrecien las lluvias.

Carrillo ha indicado que enviarán una serie de ayudas humanitarias para los damnificados. Y, de hecho, la semana pasada, se anunció que les harían llegar estas ayudas a unas 5.000 familias de las comunidades de Ayapel, Guaranda y Majagual (Sucre).

Pero la gobernadora García aseguró que es clave profundizar los esfuerzos para implementar medidas con el fin de mitigar los riesgos a los que se enfrentan los mojaneros.

En el mediano y el largo plazo las metas del Gobierno son más ambiciosas. Desde marzo pasado, anunciaron que invertirán cerca de 2,3 billones de pesos para darle una solución integral a La Mojana. Buscarán recuperar las dinámicas hidráulicas del Cauca, proteger los cascos urbanos y descontaminar las aguas que reciben el mercurio producido por la minería ilegal aguas arriba. Sobre todo, tienen la intención de aplicar el principio de los antiguos zenúes: ordenar el territorio en torno al agua.

Pero son anuncios que aún deben hacer un tránsito del papel a la realidad y también necesitarán la voluntad política del próximo Gobierno.

Por lo pronto, en las ciénagas de La Mojana, que son un fiel espejo del mundo, se seguirá viendo el reflejo del boquete de Caregato, de los animales asediados por el agua, de los niños que se rascan las ronchas en la piel y de los adultos que no pueden casi respirar por las deudas y tienen mucho que reclamarles a las autoridades.

“Le pido encarecidamente al Gobierno que se ponga la mano en el corazón. Que no se miren ellos allá, que nos miren a nosotros acá, que estamos sufriendo”, dijo María Cuadrado, con un gesto de indignación en el rostro.

PUBLICIDAD

Tags

Lo que debe saber


Lo Último