Llevar el registro del ciclo menstrual para las mujeres no debería ir más allá de un cuestión de cálculos con la agenda, pero contrario a esa idea para cientos de mujeres en territorios de escasos recursos la llegada del periodo menstrual puede ser todo un reto, al no contar con los recursos necesarios como una toalla higiénica ni el agua potable para su aseo.
La pobreza menstrual
A pesar de ser productos indispensables para el cuidado personal de las mujeres y evitar infecciones que llevan a complicaciones en la salud, los productos menstruales como las toallas higiénicas, los tampones y las copas menstruales no son de fácil acceso para al menos la mitad de la población en el mundo. Estudios hechos por la OMS (Organización mundial de la salud) han demostrado que en territorios como Egipto, la India, Madagascar, Zimbabwe y Bangladesh, 1 de cada 5 mujeres no tiene acceso a ningún material de cuidado menstrual, en comparación con las grandes ciudades donde este número se reduce a 1 mujer entre cada 20.
Adicionalmente, al término pobreza menstrual se le suma el desconocimiento en educación para la higiene íntima que sufren las mujeres. Muchas misiones que buscan enfrentar esta problemática han donado elementos para el cuidado menstrual, pero en varias ocasiones las personas que lideraban estos trabajos se encontraron con jóvenes que no entendían el funcionamiento de una toalla higiénica y mucho menos como usar un tapón. Sumado a esto, la escasez de agua potable para la limpieza de las partes íntimas ha llevado a que el ciclo menstrual sea todo un dolor de cabeza para las mujeres de estos sectores.
Esto ha llevado a que la OMS y otras organizaciones busquen que las personas reconozcan la pobreza menstrual no como un problema de higiene, sino como un problema de salud y derechos humanos para las mujeres. Al verse vulneradas las garantías de la salud personal, las mujeres experimentan un obstáculo significativo en sus vidas
¿Qué ha desatado este problema de salud mundial?
La desigualdad social entre las personas que viven en las grandes ciudades, en contraste con las mujeres que viven en el campo o zonas retiradas y vulnerables del ojo público, es uno de los principales factores para que la pobreza menstrual haya crecido desproporcionadamente en los últimos años. Elegir entre comer y comprar una toalla higiénica son las opciones a las que se ven sometidas las mujeres de escasos recursos cuando les llega su ciclo menstrual.
¿Qué se está haciendo para evitar la pobreza menstrual?
Colombia es uno de los tres países, junto con Escocia y Nueva Zelanda, que han adoptado una estrategia económica para frenar esta crisis. A través de los Subsidios de Menstruación, las mujeres tienen la oportunidad de hablar abiertamente del tema sin sentir vergüenza ni estigmatización. Además, las mujeres pueden recibir un bono que cubre hasta el 79% del costo de toallas higiénicas y calzones absorbentes, así como un 76% en copas menstruales
Esta iniciativa llevada a cabo por la caja de compensación antioqueña Comfama busca no solo que los elementos menstruales lleguen a la mayor cantidad de jóvenes, sino que, la cobertura pedagógica menstrual en colegios y otros escenarios donde se reúnen los jóvenes sea un tema fuera de cualquier estigma.
Otras acciones para eliminar la pobreza menstrual
La OMS brinda 2 alternativas para que las personas ayuden a disminuir la pobreza menstrual
· Mejorar la educación y la información: Participar como voluntario en talleres de educación sobre el cuidado menstrual, es una propuesta llamativa para que las mujeres más jóvenes puedan expresar sus preocupaciones y dificultades a la hora de comprar productos para el cuidado menstrual.
· Donar: Si cuentas con productos extras a los que se necesitan para atender a tu periodo menstrual y quieres ayudar, puedes buscar e internet los puntos de recolección de productos más cercanos a sus hogares.
