El 1 de febrero de 2024, Nemesio Andrés Gulfo, miembro del equipo de la Fundación ProAves, hizo un descubrimiento en la Reserva ProAves El Dorado. En las proximidades del restaurante de la reserva, observó una imponente Grallaria, un ave similar a una perdiz con patas largas y sin cola, alimentándose en el suelo. Inmediatamente, otros investigadores de ProAves se unieron al lugar para colaborar con Nemesio en la identificación de la especie.
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En un principio, la Grallaria se asemejaba a la conocida Grallaria Ondulada (Grallaria squamigera), presente en las principales cordilleras de Colombia. No obstante, tras una semana de observaciones detalladas, grabaciones de cantos y la captura, medición y liberación de un individuo adulto, el equipo de investigación de ProAves confirmó que este hallazgo representa una nueva especie de Grallaria, única y distintiva para la ciencia.
La nueva especie, que podría estar relacionada con la Gran Antpitta (Grallaria excelsa) de las montañas de Mérida en Venezuela, exhibe características únicas, como una cabeza gris contrastante con un dorso y alas oliváceas. Sus rasgos faciales son especialmente notables, con una “barba” blanca distintiva y un amplio collar negro. A pesar de su presencia en la Reserva ProAves El Dorado desde 2005, sus vocalizaciones, similares a otras especies de la reserva, han pasado desapercibidas para la mayoría de los observadores de aves y ornitólogos.
La nueva especie, provisionalmente denominada “Tororoi del Dorado” (El Dorado Antpitta en inglés), está siendo objeto de análisis filogenéticos de ADN mitocondrial por parte del equipo de investigación de ProAves en colaboración con la Universidad de Antioquia.
Este descubrimiento se produce en la antigua propiedad conocida como Vista Nieves, perteneciente a Melbourne Carriker, un destacado coleccionista de aves en el siglo XX. La especie parece ser extremadamente rara y restringida a las montañas de Santa Marta.
A pesar de que el número de nuevas especies de aves descritas mundialmente es escaso, este hallazgo resalta la riqueza de biodiversidad en Colombia, el país número uno en aves con 1.979 especies registradas. La Reserva El Dorado, con 1.300 hectáreas, desempeña un papel crucial en la conservación de más de 20 especies de aves endémicas, así como cientos de anfibios, orquídeas, reptiles y otras especies restringidas a los bosques subtropicales y montanos de la región.
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Lamentablemente, la deforestación acelerada en los bosques subtropicales alrededor de la Reserva ProAves El Dorado y la Sierra Nevada amenaza esta biodiversidad, impulsada por un auge inmobiliario debido al cambio climático. La preservación de estos ecosistemas se vuelve aún más crucial frente a la expansión no autorizada de construcciones y la tala de bosques.