El pasado 1 de mayo una avioneta se impactó en la mitad de la selva en el sur del país. Tres adultos y cuatro niños eran los ocupantes de la aeronave, pero después de varios días las autoridades solo encontraron los cuerpos de los mayores y ningún rastro de los menores.
¿A dónde se fueron los pequeños? ¿Sobrevivieron en medio de la espesa selva? Son las preguntas que hoy, un mes después, todo el país sigue haciéndose.
La avioneta Cessna 206, de matrícula HK 2803, ese 1 de mayo hacía su recorrido desde el aeropuerto de Araracuara en el Amazonas hasta el municipio de San José del Guaviare. Sin embargo, desapareció en algún punto en la zona rural del municipio de Solano, en Caquetá.
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Hacia el 16 de mayo confirmaron que encontraron sin vida a la mamá de los niños, Magdalena Mucutuy Valencia; a Herman Mendoza Hernández, copiloto y líder indígena; y el piloto Hernando Murcia Morales.
Lo esperanzador de esta noticia es que, según los rescatistas, no había rastros de los niños ni sus pertenencias, por lo que se concluyó que habían sobrevivido al siniestro Lesly Mukutuy, de 13 años; Soleiny Mukutuy, de 9; Tien Noriel Ronoque Mukutuy, de 4 años, y la bebé Cristin Neriman Ronoque Mukutuy, que hace poco cumplió 1 año.
La búsqueda de los cuatro niños en la selva
Cerca de 200 personas, entre militares y 73 indígenas, recorren día y noche la zona donde se accidentó el avión, entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, muy cerca del Amazonas.
Según las Fuerzas Militares, los niños se siguen moviendo en una región tan extensa, en kilómetros cuadrados, como ir hasta Quito, Ecuador y devolverse.
Además, “nuestros hombres han recorrido 1.250 kilómetros, que es como ir de Bogotá hasta Quito y regresar hasta Pasto”, dijo.
PUBLIMETRO conoció las declaraciones del brigadier general Pedro Arnulfo Sánchez Suárez, Comandante Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares, quien confirmó que la Operación Esperanza, para rescatar a los cuatro niños indígenas hermanos, está bien encaminada ante el hallazgo de nuevas pruebas de supervivencia.
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“Creemos que hemos pasado a unos 200 o 300 metros de ellos. Hemos encontrado evidencias y hemos corroborado con los GPS, como cuando hallamos los dos pañales, uno usado, que pasamos a cerca de 100 metros de ellos. Pero es que allí a 20 metros ya no se ve nada”, indicó esta semana el general Sánchez.
Y a pesar de que el paso del tiempo preocupa, las autoridades no pierden la fe: “Estamos ya cerrando el cerco; creemos que estamos supremamente cerca”, agregó el general.
“Ellos están vivos hasta que no confirmemos lo contrario”, se dicen a diario los soldados en la selva. En palabras de la directora del ICBF, Astrid Cáceres, “si estuvieran muertos, ya los hubiéramos encontrado”.
Las pistas en el camino
Las Fuerzas Militares aseguraron el pasado martes que encontraron una huella, supuestamente de la niña mayor, en el fango, lo que ha devuelto la “ilusión” a la búsqueda.
Pero lo cierto es que hasta el momento apenas se han encontrado varias huellas de ese tipo, un refugio que supuestamente usaron los niños, un tetero y pañales de la más pequeña y alguna que otra fruta mordida. Todo a pocos kilómetros del avión.
“Los abuelos nos contaban –indicó a medios la directora del ICBF- que en la zona de donde ellos vienen, que es otra selva colombiana, los niños pasaban mucho tiempo en la selva, sabían qué comer y cómo vivir ahí, por eso tenemos ilusión”.
Por eso, un mes después de la desaparición de los niños en la selva, “cada día es un día más entre la angustia y esperanza”, concluyó la funcionaria.