El oro es el verdadero rey de la contaminación, más que la coca

Dentro de los múltiples delitos ambientales tipificados en Colombia, cada uno tiene una característica que lo hace único. El tráfico de fauna es más rentable que el narcotráfico, la deforestación es la primera causa de emisión de CO2, la apropiación de baldíos es el delito más recurrente, pero la minería ilegal para la extracción del oro es el rey de reyes: es el delito que más recursos mueve, el más fácil de ‘blanquear’ y el que resulta más contaminante que producir cocaína.

¿Quién iba pensar que detrás del uso de lujosas joyas se escondía una producción tan oscura y dañina para el planeta?

Es la minería ilegal la que está acabando con los ríos en Colombia y los principales responsables son los grupos ilegales que se dedican a actuar al margen de los mecanismos de control del Estado para que sean difíciles de detectar. Sin embargo, hay un elemento clave con el que fácilmente se delatan: la maquinaria amarilla que necesitan para el trabajo.

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Según datos de la Contraloría General, el 85 % del oro que se exporta desde Colombia es producto de esa actividad ilegal y Antioquia es el departamento que más oro ilegal produce.

Pero no solo eso, el 66 % de la minería ilegal en Colombia se hace en zonas de reserva, en Parques Naturales y en Reservas Forestales, según datos de esta entidad para 2022.

“En comparación con el negocio ilícito de la cocaína, donde el kilo de coca puede estar en el mercado de Colombia por alrededor de los 5 millones de pesos, un kilo de oro ilegal está por el orden de 250 millones de pesos, lo que ha hecho que este negocio se haya disparado y hoy esté contaminando de una manera crítica, no solamente el río Atrato en el Chocó sino también muchos otros ríos, lo que beneficia solamente a unas 4 a 5 grandes organizaciones criminales”, dijo el contralor delegado para el Medio Ambiente, Gabriel Adolfo Jurado.

Maquinaria amarilla sin control

El teniente coronel Óscar Mojica, comandante de la Seccional de Investigación Criminal de la Dirección de Carabineros y Protección Ambiental, explicó en el foro de Delitos Medioambientales organizado por la Embajada de Estados Unidos que la clave para controlar este delito podría estar en la maquinaria amarilla que los criminales trasladan hasta los sitios más alejados del país para extraer el oro.

Por esa razón es que durante los operativos dicha maquinaria se destruye y así se elimina la posibilidad de que sea usada en otro lugar.

Durante este Gobierno, el Ejército ha hecho efectiva la política de justicia ambiental desarrollando operaciones en contra de las rentas ilícitas de los grupos criminales en los departamentos de Antioquia, Chocó, Cauca, Caldas y Nariño.

Esta semana, por ejemplo, “lograron la intervención de 32 unidades de producción minera que eran utilizadas para la explotación ilícita de yacimientos mineros” en estos departamentos.

Ahí, destruyeron la maquinaria que “tiene un costo aproximado de ocho mil millones de pesos, donde se producían más de 33 mil gramos de oro, equivalentes a más de diez mil millones de pesos que dejaron de percibir estos grupos al margen de la ley por la comercialización de ese metal”, indicó el Ejército.

Rentabilidad del delito

El Centro de Innovación Minero y Ambiental (CIMA) de la Universidad del Rosario, en un reciente estudio publicado, señaló que de toda la producción minera que existe en Colombia, el 87% no cuenta con título minero, una cifra muy parecida a la que entregó la Contraloría en 2022.

Esta investigación resaltó que la rentabilidad de la extracción de oro aumenta para la producción ilegal, ya que no deben cumplir con contratos ambientales o tributarios.

Esto es lo que hace que sea una actividad atractiva y fácil para los grupos criminales, pues necesitan poca inversión. “Por esta razón, sea cual sea la modalidad de minería implementada, va a seguir siendo una actividad atractiva para los grupos armados ilegales por el alto volumen de capitales que pueden obtener, que facilitan su expansión y los convierten en actores de primer orden en el control de numerosos territorios”, concluyó la investigación.

Y aunque Colombia es uno de los países con mayor producción de oro y de gran tradición minera, desde las altas esferas aún no tienen una solución definitiva para frenar esta masacre ambiental.