El 20 de octubre de 2020, la alcaldesa de Bogotá y el entonces presidente, Iván Duque, anunciaron oficialmente el inicio de la construcción de la Primera Línea del Metro en Bogotá.
Este proyecto está a cargo del concesionario ‘Metro Línea 1 SAS’, integrado por las empresas chinas ‘Xi’An Metro Company Limited’ y ‘China Harbour Engineering Company Limited’. Compañías que han participado en la construcción de los metros de Hong Kong, Singapur, Wuhan, Kuala Lumpur, Sydney, entre otros.
La firma, es la encargada de la construcción, operación y mantenimiento de la Primera Línea elevada a una altura de 13,5 metros (a nivel de riel), que constará de 23,9 km; e irá desde el Portal Américas hasta la avenida Caracas, pasará por la avenida Villavicencio, la avenida Primero de Mayo, la calle 8 sur y la calle 1, por donde finalmente girará hacia el norte por la avenida Caracas hasta llegar a la calle 78.
De las 16 estaciones con las que contará, dos actualmente están en obra: el patio taller en la localidad de Bosa, que albergará a 60 trenes para su mantenimiento, reparación y estacionamiento; y el deprimido en la Calle 72 con Avenida Caracas para gestionar la movilidad, antes del inicio de las obras del viaducto.
Según el gerente de la Empresa Metro de Bogotá, Leónidas Narváez, durante estos tres años, el Distrito ha invertido 2,5 billones, en su mayoría en la compra de predios, mientras que la Nación, $500.000 millones. Teniendo así, hasta el momento, un avance del 18 %.
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De esta manera, el Distrito estimó que la Primera Línea comience pruebas el 14 de septiembre de 2027 y ya su operación plena, para ser usado por todos los bogotanos, el 14 de marzo de 2028.
¿Tendremos Metro en cinco años?
Dudas e incertidumbre ha generado la petición del presidente, Gustavo Petro, de evaluar la posibilidad de que algunos tramos de la Primera Línea del Metro sean subterráneos. Tal como fue uno de sus proyectos abanderados durante su mandato en la Alcaldía de la capital.
Sin embargo, se ha alertado que esta propuesta podría generar sobrecostos (actualmente cuesta más de 20 billones), extensión en los tiempos de entrega y hasta conflicto de interés para la firma china, pues podría verse beneficiado de este cambio.
Así lo señaló la Comisión Accidental convocada en el Concejo para este martes 24 de enero, en la que asistieron también congresistas.
“En el caso en concreto, si la modificación del cambio de estructura constructiva del metro genera al contratista mayores utilidades frente al modelo de negocios actual y le produce un beneficio especial en favor suyo, su concepto se vería afectado por el rompimiento de la imparcialidad e independencia para atender su propia conveniencia”.
En la carta, firmada por algunos senadores y cabildantes, destaca también la advertencia sobre los líos jurídicos que esto podría implicar. Teniendo en cuenta la Ley 80 de 1993 que establece que la adición presupuestal de los contratos no puede superar el 50 % de su valor inicial.
“Surge la necesidad de defender la Primera Línea del Metro que hoy ante el capricho de Gustavo Petro está en riesgo. Además, se pone de precedente que cualquier modificación para hacer subterráneo este proyecto podría generar riesgos jurídicos para la Nación y el Distrito”, indicó el senador del Centro Democrático, Miguel Uribe.
Y es que la mandataria de Bogotá, Claudia López, no dista mucho de este argumento. En entrevista con Blu Radio, aseguró que Bogotá “va a tener Metro en el 2028, sí o sí. Porque por andar saboteando, parando y retrasando es que estamos tan trancados, como estamos”.
¿Qué dice el presidente Gustavo Petro?
Ante las más consecuencias que beneficios alertados por políticos y expertos sobre esta iniciativa, el ya citado medio radial, conoció un contrato de $119 millones entre el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, con la firma de abogados, Enrique Gil Botero Abogados S.A.S.
Entre otros temas, buscan recibir un concepto sobre la viabilidad jurídica de modificar el contrato de concesión de la primera línea del Metro de Bogotá. Recalcando que el gobierno es quien aporta el 70 % de los recursos y el 30 % restante, el Distrito.
“En este contexto, se requiere de la asesoría altamente especializada de una firma de abogados de reconocida trayectoria, que pueda analizar y diagnosticar la situación de cara a plantear alternativas de modificación del contrato, en el marco de las disposiciones contractuales y la ley aplicable”, señala el contrato.
A las seis de la tarde del miércoles, el primer mandatario se encontró y recibió por parte de la alcaldesa, Claudia López, el estudio con las cinco propuestas que el consorcio chino realizó sobre la viabilidad jurídica, técnica y financiera de una eventual subterranización de algunos tramos del Metro.
“No se puede cambiar por un capricho”
PUBLIMETRO COLOMBIA habló con el docente y director de la Maestría en la Oficina de Transporte en la Universidad Javeriana, Nicolás Rincón, para conocer que cambios en materia de movilidad tendría la proposición y sí habría implicaciones.
En primer lugar, el experto señaló que tanto el metro subterráneo como elevado, cumplen la misma función: llevarían el mismo número de pasajeros e irían a la misma velocidad.
“Lo que se le está diciendo a la población es ‘ya no les entrego en el 2028. Les entrego en el 2035′. Eso es para que las personas identifiquen el impacto de cambiar un proyecto que ya está estructurado. Que van a tener que aguantarse 12 años con un problema de movilidad gigantesco”.
Entonces, dice, la solicitud de cambio sería por algo netamente estético. “Que no se vea el metro en la superficie”. Lo que generaría riesgos a la ciudad, “más tiempos y métodos de construcción tremendamente costos”.
Precisamente, el director de Futuros Urbanos, Omar Restrepo -un centro de pensamiento enfocado en analizar las tendencias urbanas- advierte, en entrevista, que los sobrecostos serían de al menos 17 billones de pesos.
“Los bogotanos tendrán que pagar mucho más dinero y esperar casi 10 años porque toca volver a hacer estudios. Prácticamente, estamos hablando de lo que cuesta hoy hacer la vía Pasto-Popayán, por un capricho de que sea subterráneo”.
Por ello, Restrepo hace un llamado al gobierno Petro, de no solo decir de donde sacaría estos recursos adicionales, sino de respetar los acuerdos ya pactados.
“Hay que respetar a Bogotá. Y sobre todo reducir la incertidumbre que ha generado esta obra de infraestructura pública, porque lo que vamos a ver es que la inversión extranjera va a tener desconfianza en contratar con el sector público en el país”.
Dato: Los trenes tendrán una capacidad de 1.800 pasajeros y promete hacer viajes de sur a norte en 27 minutos con una velocidad media de 43 km/h.
Cita destacada: “Nosotros tenemos otros problemas en Bogotá: mejorar la calidad de la educación pública; la alimentación; hacer más puentes para expandir la capacidad de las vías y podríamos usar ese dinero de más para hacer las inversiones necesarias”, Nicolás Rincón, experto en movilidad.